11/5/08

Reflexión final del bloque III de Psicología de la personalidad

Antes de comenzar a exponer el contenido de las reflexiones que he realizado sobre este tercer bloque de la asignatura, las cuales he centrado en el tema de los determinantes genéticos y ambientales de la personalidad, he de decir, sobre esto mismo, que intentaré tomar una perspectiva alejada del, desde mi punto de vista, superficial debate entre la elección de ciertos determinantes por encima de otros, ya sean los genéticos sobre los ambientales o viceversa. Creo que se ha demostrado sobradamente que ambas fuentes de determinación para la personalidad, esto es, tanto genes como ambiente, influyen, a la vez que se influyen entre si , en los individuos. Entrar en ese debate me parecería un intento de esquivar lo más interesante de la cuestión: la interacción entre dichos factores, por lo que trataré de no caer en la polarización propia de este debate.


Primero me gustaría reflexionar sobre algunas ideas que aparecen a modo de aclaración en el manual de psicología que hemos seguido durante el curso, y que creo pueden servir para comprender, de modo general, las principales líneas que guían este tema. En primer lugar, se podría asumir desde un punto de vista demasiado simplista que la influencia hereditaria es previa al nacimiento, y que desde ese mismo momento en adelante entran en acción los aspectos ambientales para ser decisivos en la determinación de la personalidad. Respecto a esto, creo que la influencia del medio ambiental, es decir, el exterior a las personas, comienza su influencia antes del nacimiento. Dentro del vientre materno los estímulos externos pueden tener su efecto, incluso si consideramos que los tienen sobre la madre, éstos también repercutirían en el futuro ser humano que se estuviese gestando, aunque de una manera un tanto indirecta.

Otra idea errónea, compañera de la anterior en el manual, diría que la herencia es sinónimo de inmutabilidad, a la vez que el ambiente lo es de cambio. Me parece que esta idea está más cercana a la pseudociencia que a la psicología. De alguna manera, vendría a decir que desde el momento de nuestro nacimiento hasta nuestra muerte vamos a tener siempre presentes unas pautas que determinarán nuestro comportamiento, con lo que yo no estoy de acuerdo. Se me ocurre el siguiente símil con la pseudociencia de la astrología cuando se alude al tema de la posición de los astros en el momento de nuestro nacimiento, según la cual quedaría determinada nuestra personalidad para el resto de nuestra vida. Al igual que la sentencia a la que estoy cuestionando, desde esta pseudociencia alguien que se cuestionara este tema podría llegar a la conclusión de que la gravedad ejercida por Marte sobre el individuo en el momento de su nacimiento podría ser determinante a posteriori, pero habría que aclararle que en el momento del nacimiento el campo gravitatorio del médico ejercía más influencia sobre el recién nacido que nuestro planeta vecino. De la misma manera creo que habría que diferenciar el momento en el que el individuo tiene autoconciencia de las posibles fuentes determinantes de su conducta. En el momento en él que fuera consciente de la influencia de la genética en su comportamiento, la autorregulación que el sujeto hiciera sobre éste sería bien distinta. Llegaríamos así a un cambio en la conducta determinado por un cambio psicológico del individuo, pero, ¿esto sería genético, o ambiental? En el primero de los casos, el individuo debería de poseer un cierto nivel de inteligencia que le permitiera reflexionar sobre su propio comportamiento y llegar a conclusiones provechosas para él. En el segundo caso, algún cambio ambiental, es decir, fuera del individuo, habría propiciado ese salto hacia una nueva forma de conocerse y autorregularse, bien podría ser un cambio de estudios, de domicilio, conocer a un determinado profesor, etc.

Siguiendo con la última idea sobre qué puede llevar a un individuo a estar más determinado por los efectos genéticos que otro individuo que lo estaría más por los ambientales, encuentro respuesta en el determinismo ambiental, según el cual existen varios tipos de correlaciones entre genes y ambiente, y la verdad es que es una respuesta que me agrada y que encaja con mi, probablemente ingenua, lógica. Gracias a esta perspectiva personalmente puedo pasar de ver la cuestión como un sistema de “vasos comunicantes” donde si aumenta un factor disminuye el otro, y viceversa (estos factores serían genética y ambiente), a un sistema distinto de factores más dinámico donde el primero de ellos representaría una especie de sustrato, el genotipo, el cual sería activado o potenciado por el otro factor, el ambiente, bien positivamente o pasivamente, o por el contrario podría ser inhibido. En sistema imaginario y abstracto que acabo de describir encajarían mejor mis ideas acerca de la determinación de la conducta, donde me gustaría incluir al individuo de una manera dual. Por un lado éste estaría “predispuesto” por su información genética, y por otro, y esto se podría incluir dentro del la determinación ambiental, tendía la capacidad de ser autoconsciente en menor o mayor medida de las fuentes de su conducta, y así intervenir en ella. Con esto último quiero resaltar al valor del propio individuo en la determinación de su propia personalidad, el cual, además de servir su propia fuente o sustrato genético para ello, también tienen un papel activo en la relación con su medio para modificar y perfilar su personalidad y consecuentemente su conducta. Por tanto, como digo líneas más arriba, la persona tendría un doble valor (genético y ambiental) en relación con su personalidad.

En relación al anterior sistema que comentaba antes en el que se relacionaban genética y ambiente a modo de sustrato y potenciador de éste mismo respectivamente, me gustaría indicar que un fenómeno que se observa habitualmente es el de atribuir a la propia persona la “responsabilidad” cuando manifiesta cierta personalidad y/o conductas antisociales. Esto creo que parte de la base de infravalorar otros factores externos al individuo y que podrían explicar esas diferencias intraindividuales. A su vez esto debería servir para reflexionar sobre la cuestión y llegar a al conclusión de que tanto genética como ambiente interaccionan en la determinación de la conducta, y no sólo el primero hasta el momento del nacimiento y el segundo de ahí en adelante. Así pues, y por último, aparece la educación como factor crítico durante la infancia y adolescencia de las personas, y los docentes y psicopedagogos como interpretes principales de ese factor ambiental.

  • Actualización - Eduard Punset, el hombre que se empeña en enredarnos las noches de los domingos, tiene algo que decir al respecto:

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