Llegado a este punto del camino me surge la siguiente duda, y es que o bien somos todos unos hipócritas, o es que aún no hemos definido o clarificado, ni de manera colectiva ni dentro de nosotros mismos, el objetivo de la educación formal obligatoria.
¿Exactamente por qué estamos discutiendo? ¿Porque son demasiados los estudiantes que no aprueban los contenidos mínimos para pasar al siguiente curso? ¿Porque pasan aún sin tener esos conocimientos? ¿Porque una vez están ahí y sin motivación ya resulta demasiado difícil “darles” una clase normal? ¿Porque no sabemos cómo hemos llegado a esta situación ni como salir de ella? ¿Porque no entendemos por qué ha de ser obligatoria la educación hasta cierta edad?
Sea por lo que fuere, yo me pregunto por qué no nos llevamos las manos a la cabeza cuando estudiantes de capacidades normales o altas que consiguen buenos resultados académicos sólo son motivados por la consecución de éstos mismos, y no por el propio afán de aprender. Consideramos que el sistema educativo no es el adecuado y que necesita severas reformas cuando nos encontramos con muchos alumnos que ni son capaces, ni quieren, adaptarse a él por sus diferencias con éste, pero no cuando ese mismo sistema educativo no es capaz de sacar a flote las ganas de aprender a aprender de los alumnos supuestamente bien dotados intelectualmente, ni cuando les hace fijarse como meta una nota y no un conocimiento o, ni cuando esos mismos estudiantes no leen fuera de la escuela nada que no sea estrictamente un contenido del aula. Yo me llevaría las manos a la cabeza en ambos tipos de situaciones.
No creo que el ser humano haya creado y establecido sistemas educativos formales con el fin de que sus alumnos den una determinada respuesta a una serie de cuestiones sobre un tema en un momento determinado, para así poder etiquetarlos, como si fuera un supermercado, ni tampoco creo que le fuera útil a la empresa humana, a no ser, que ese sistema tuviera por cometido uno bastante distinto y enfocado a dotar al alumno de una serie de recursos que un futuro florecieran en capacidades gracias a las cuales su relación con su medio fuera más provechosa para ambos, su medio y él mismo.
Creo que la cuestión de fondo y que serviría para responder las anteriores preguntas y cualquier otra que siga su misma dirección es el sentido de la educación formal obligatoria, y por consiguiente el del currículum, que es donde estamos en este caso. Me refiero, efectivamente, al modo particular en que la gente la y lo entiende. Como veíamos al principio del curso, el currículum se puede utilizar para reproducir valores, relaciones, modelos o sociedades. Y es ahí donde creo que ha estado inmersa la educación durante demasiado tiempo, depurando y perfeccionando la manera ideal de reproducir un currículum/receta preestablecido que en definitiva lo que requería era orden, disciplina y esfuerzo constante, más un poco de suerte a la hora de examinarse por parte del alumno, y rigor corrector por parte del profesor, quien, dentro de esta relación, su rol también incluía la función de proveedor casi exclusivo de información para el alumno.
La sociedad cambia, no me atrevo a decir progresa, cada vez con mayor velocidad y con ella los medios de los que ésta misma se sirve para comunicarse, acceder a la información y crear y difundir conocimiento, algo que, aunque no de la manera más ideal, es lo que se hacía, y se hace, con el currículum/receta
El argumento del cambio suele ser muy utilizado, ¿pero realmente en qué cambia el panorama?
Además de los últimos acontecimientos a nivel mundial que nos han hecho y nos siguen haciendo darnos cuenta de que todos los humanos, aún separados por líneas imaginarias, estamos más interconectados política, social y económicamente de lo que pensábamos, se ha producido un avance histórico en cuanto a la capacidad de acceso a la información, en términos de cantidad y de calidad. Esto último va más allá de la construcción de unas cuantas bibliotecas, se trata de poder acceder desde casi cualquier punto del planeta a casi cualquier información o conocimiento disponible, algo hasta ahora imposible e incluso inimaginable. Es un avance tecnológico histórico que ha transformado nuestro medio, y que, como se dice coloquialmente aparecerá en los libros de historia, y así, como seres con una enorme capacidad de adaptabilidad, nos estamos adaptando a él. Como siempre, la educación no va a la cabeza en este proceso evolutivo.
Si de verdad estuviéramos ayudando a que futuros ciudadanos adquirieran los conocimientos y las competencias, no que vayan a necesitar en un futuro, sino las necesarias para que ellos mismos las adquieran cuando las requieran de la manera más eficiente, creo que estos dos hechos anteriormente comentados estarían más presentes en las aulas, y no, por el contrario, seguiríamos con un sistema de compartimentos para depositar el conocimiento, que seguramente alguna vez fueron útiles, si no, no los conoceríamos, pero que hoy, yo al menos, los veo desbordados y sin una aplicación concreta sobre la realidad, sobre el mundo actual, desfocalizados de la realidad. ¿Por qué no una reestructuración de áreas, o al menos, un proceso reflexivo sobre la utilidad a día de hoy de éstas? Me refiero a la utilidad para el alumno, por supuesto, porque para los docentes está más que demostrada dicha utilidad derivada de la compartimentación de los contenidos, ya que ni ayudan ni crean vínculos de conocimientos con otras materias. -¿Para qué? -se preguntarán, -Si ni siquiera somos capaces de “acabar” con la ingente cantidad de información preestablecida por el libro, -puede que respondan.
Decía anteriormente que veo al sistema educativo, y por consiguiente a su práctica, deslocalizado de la realidad. Otro aspecto donde observo esa discontinuidad es entre lo que se hace fuera y lo que se hace dentro de la escuela, es en cómo se utiliza la comunicación. Internet ofrece infinidad de lugares y multitud de formas de comunicación, hoy día, y en beneficio también de las grandes compañías, estamos continuamente conectados con los nuestros mediante el teléfono móvil, y así otras manifestaciones que vienen a indicar que la comunicación del ser humano ha cambiado en cuanto a medios por los cuales se puede realizar. ¿Qué aplicación concreta e integrada vemos de este fenómeno en la escuela?
Estas relaciones no satisfactorias entre las necesidades y habilidades requeridas por los estudiantes, que a su vez, son las que les reclama el medio en el que viven, y lo que se les proporciona en la escuela/instituto, como tal relación de reciprocidad que es, repercute negativamente en ambos. La escuela no encuentra la motivación necesaria en los alumnos para que sus métodos sean efectivos, y los alumnos no encuentran motivos para concebir la educación como algo más que un sistema de calificaciones, promociones y repeticiones, dentro del cual se pueden encontrar, en ocasiones, resquicios donde vivir experiencias de aprendizaje que hagan que el alumno que salga de la asignatura no sea igual al que entró.
El único haz de luz que ilumina la esperanza de que la educación sea realmente provechosa para los humanos y sus sociedades es el que entra por la ventana que representa la innovación curricular, y los valientes profesionales que deciden hacer de este trabajo la búsqueda continua de un difícil equilibrio entre lo valiente y lo posible, entre lo realista y lo utópico, que dirían otros.
¿Exactamente por qué estamos discutiendo? ¿Porque son demasiados los estudiantes que no aprueban los contenidos mínimos para pasar al siguiente curso? ¿Porque pasan aún sin tener esos conocimientos? ¿Porque una vez están ahí y sin motivación ya resulta demasiado difícil “darles” una clase normal? ¿Porque no sabemos cómo hemos llegado a esta situación ni como salir de ella? ¿Porque no entendemos por qué ha de ser obligatoria la educación hasta cierta edad?
Sea por lo que fuere, yo me pregunto por qué no nos llevamos las manos a la cabeza cuando estudiantes de capacidades normales o altas que consiguen buenos resultados académicos sólo son motivados por la consecución de éstos mismos, y no por el propio afán de aprender. Consideramos que el sistema educativo no es el adecuado y que necesita severas reformas cuando nos encontramos con muchos alumnos que ni son capaces, ni quieren, adaptarse a él por sus diferencias con éste, pero no cuando ese mismo sistema educativo no es capaz de sacar a flote las ganas de aprender a aprender de los alumnos supuestamente bien dotados intelectualmente, ni cuando les hace fijarse como meta una nota y no un conocimiento o, ni cuando esos mismos estudiantes no leen fuera de la escuela nada que no sea estrictamente un contenido del aula. Yo me llevaría las manos a la cabeza en ambos tipos de situaciones.
No creo que el ser humano haya creado y establecido sistemas educativos formales con el fin de que sus alumnos den una determinada respuesta a una serie de cuestiones sobre un tema en un momento determinado, para así poder etiquetarlos, como si fuera un supermercado, ni tampoco creo que le fuera útil a la empresa humana, a no ser, que ese sistema tuviera por cometido uno bastante distinto y enfocado a dotar al alumno de una serie de recursos que un futuro florecieran en capacidades gracias a las cuales su relación con su medio fuera más provechosa para ambos, su medio y él mismo.
Creo que la cuestión de fondo y que serviría para responder las anteriores preguntas y cualquier otra que siga su misma dirección es el sentido de la educación formal obligatoria, y por consiguiente el del currículum, que es donde estamos en este caso. Me refiero, efectivamente, al modo particular en que la gente la y lo entiende. Como veíamos al principio del curso, el currículum se puede utilizar para reproducir valores, relaciones, modelos o sociedades. Y es ahí donde creo que ha estado inmersa la educación durante demasiado tiempo, depurando y perfeccionando la manera ideal de reproducir un currículum/receta preestablecido que en definitiva lo que requería era orden, disciplina y esfuerzo constante, más un poco de suerte a la hora de examinarse por parte del alumno, y rigor corrector por parte del profesor, quien, dentro de esta relación, su rol también incluía la función de proveedor casi exclusivo de información para el alumno.
La sociedad cambia, no me atrevo a decir progresa, cada vez con mayor velocidad y con ella los medios de los que ésta misma se sirve para comunicarse, acceder a la información y crear y difundir conocimiento, algo que, aunque no de la manera más ideal, es lo que se hacía, y se hace, con el currículum/receta
El argumento del cambio suele ser muy utilizado, ¿pero realmente en qué cambia el panorama?
Además de los últimos acontecimientos a nivel mundial que nos han hecho y nos siguen haciendo darnos cuenta de que todos los humanos, aún separados por líneas imaginarias, estamos más interconectados política, social y económicamente de lo que pensábamos, se ha producido un avance histórico en cuanto a la capacidad de acceso a la información, en términos de cantidad y de calidad. Esto último va más allá de la construcción de unas cuantas bibliotecas, se trata de poder acceder desde casi cualquier punto del planeta a casi cualquier información o conocimiento disponible, algo hasta ahora imposible e incluso inimaginable. Es un avance tecnológico histórico que ha transformado nuestro medio, y que, como se dice coloquialmente aparecerá en los libros de historia, y así, como seres con una enorme capacidad de adaptabilidad, nos estamos adaptando a él. Como siempre, la educación no va a la cabeza en este proceso evolutivo.
Si de verdad estuviéramos ayudando a que futuros ciudadanos adquirieran los conocimientos y las competencias, no que vayan a necesitar en un futuro, sino las necesarias para que ellos mismos las adquieran cuando las requieran de la manera más eficiente, creo que estos dos hechos anteriormente comentados estarían más presentes en las aulas, y no, por el contrario, seguiríamos con un sistema de compartimentos para depositar el conocimiento, que seguramente alguna vez fueron útiles, si no, no los conoceríamos, pero que hoy, yo al menos, los veo desbordados y sin una aplicación concreta sobre la realidad, sobre el mundo actual, desfocalizados de la realidad. ¿Por qué no una reestructuración de áreas, o al menos, un proceso reflexivo sobre la utilidad a día de hoy de éstas? Me refiero a la utilidad para el alumno, por supuesto, porque para los docentes está más que demostrada dicha utilidad derivada de la compartimentación de los contenidos, ya que ni ayudan ni crean vínculos de conocimientos con otras materias. -¿Para qué? -se preguntarán, -Si ni siquiera somos capaces de “acabar” con la ingente cantidad de información preestablecida por el libro, -puede que respondan.
Decía anteriormente que veo al sistema educativo, y por consiguiente a su práctica, deslocalizado de la realidad. Otro aspecto donde observo esa discontinuidad es entre lo que se hace fuera y lo que se hace dentro de la escuela, es en cómo se utiliza la comunicación. Internet ofrece infinidad de lugares y multitud de formas de comunicación, hoy día, y en beneficio también de las grandes compañías, estamos continuamente conectados con los nuestros mediante el teléfono móvil, y así otras manifestaciones que vienen a indicar que la comunicación del ser humano ha cambiado en cuanto a medios por los cuales se puede realizar. ¿Qué aplicación concreta e integrada vemos de este fenómeno en la escuela?
Estas relaciones no satisfactorias entre las necesidades y habilidades requeridas por los estudiantes, que a su vez, son las que les reclama el medio en el que viven, y lo que se les proporciona en la escuela/instituto, como tal relación de reciprocidad que es, repercute negativamente en ambos. La escuela no encuentra la motivación necesaria en los alumnos para que sus métodos sean efectivos, y los alumnos no encuentran motivos para concebir la educación como algo más que un sistema de calificaciones, promociones y repeticiones, dentro del cual se pueden encontrar, en ocasiones, resquicios donde vivir experiencias de aprendizaje que hagan que el alumno que salga de la asignatura no sea igual al que entró.
El único haz de luz que ilumina la esperanza de que la educación sea realmente provechosa para los humanos y sus sociedades es el que entra por la ventana que representa la innovación curricular, y los valientes profesionales que deciden hacer de este trabajo la búsqueda continua de un difícil equilibrio entre lo valiente y lo posible, entre lo realista y lo utópico, que dirían otros.
2 comentarios :
Muy interesante David, menos mal que te había costado encontrar el hilo de la reflexion, lo vemos en la entrevista, pero es como dice Hargreaves podemos danzar en el espacio que nos dejan el ir y venir de las olas, ello nos hace hacer y acercar utopias.
Leonor Margalef
Viajar al 2009 es genial ;)
Siempre me gusto la frase " lo lograron porque no sabían que era imposible " ( ni idea de quien es... )
Genial esta reflexión , cuanta vida en lo escrito y cuanta realidad compartida conscientemente XD
Un placer unificar el tiempo-espacio
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