8:10 de la mañana, suena el despertador. Lo apagas, o lo silencias hasta dentro de un rato, según la tecla que hayas acertado a tocar en medio de la oscuridad. Corres las cortinas, levantas la persiana y notas, extrañado, que la iluminación apenas crece dentro de tu habitación. ¿Qué pasa hoy? ¿Me ha la ha jugado el despertador? ¿O fui yo al programarlo? Nada de eso. Simplemente, es que hoy es uno de esos días.
No trates de buscar el Sol cuando salgas a la calle, no lo encontrarás. Una espesa y baja capa de nubosidad, cual caparazón boca abajo, parece mantenernos aislados del resto del espacio. Ni cielo azul, ni nubes, ni aviones, ni cometas. Lo que sobrevuele tu cabeza lo escucharás, pero no lo verás. Un color homogéneo, que no acierto a definir, es el que nos limita y observa. De esta manera, parece cobrar un sentido distinto todo lo que ocurre aquí abajo, en la superficie.
Obras y obreros por doquier (parece que van a abrir una nueva boca de metro en la intersección de la calle del Tinte con la Vía Complutense), maquinaria que desaloja a los peatones de la acera para que puedan subirse en sus brazos mecanizados operarios a podar los árboles, peatones caminando entre dos vallas por la calzada mojada, charcos, barro y prisas matutinas. Un cuadro perfectamente iluminado.
Este es uno de esos días. En cambio, la popular canción de la primera década del pasado siglo, utilizada en esa obra maestra no muy conocida, Only angels have wings, protagonizada por Cary Grant, Jean Arthur y Rita Haywort décadas más tarde, habla de forma indeterminada, habla sobre lo que puede que ocurra alguno de estos días, habla de amor. De cualquier manera, su utilización en la película es perfecta, logra crear una atmósfera parecida a la que se puede encontrar hoy bajo ese color indefinido que lo cubre todo. Gente moviéndose alocadamente bajo un manto de indefinición.
Les dejo con ese momento concreto, Cary Grant y Jean Arthur interpretando Some of these days, dentro de una de las mejores definiciones de amor a que he asistido. Véanla, alguno de estos días.
No trates de buscar el Sol cuando salgas a la calle, no lo encontrarás. Una espesa y baja capa de nubosidad, cual caparazón boca abajo, parece mantenernos aislados del resto del espacio. Ni cielo azul, ni nubes, ni aviones, ni cometas. Lo que sobrevuele tu cabeza lo escucharás, pero no lo verás. Un color homogéneo, que no acierto a definir, es el que nos limita y observa. De esta manera, parece cobrar un sentido distinto todo lo que ocurre aquí abajo, en la superficie.
Obras y obreros por doquier (parece que van a abrir una nueva boca de metro en la intersección de la calle del Tinte con la Vía Complutense), maquinaria que desaloja a los peatones de la acera para que puedan subirse en sus brazos mecanizados operarios a podar los árboles, peatones caminando entre dos vallas por la calzada mojada, charcos, barro y prisas matutinas. Un cuadro perfectamente iluminado.
Este es uno de esos días. En cambio, la popular canción de la primera década del pasado siglo, utilizada en esa obra maestra no muy conocida, Only angels have wings, protagonizada por Cary Grant, Jean Arthur y Rita Haywort décadas más tarde, habla de forma indeterminada, habla sobre lo que puede que ocurra alguno de estos días, habla de amor. De cualquier manera, su utilización en la película es perfecta, logra crear una atmósfera parecida a la que se puede encontrar hoy bajo ese color indefinido que lo cubre todo. Gente moviéndose alocadamente bajo un manto de indefinición.
Les dejo con ese momento concreto, Cary Grant y Jean Arthur interpretando Some of these days, dentro de una de las mejores definiciones de amor a que he asistido. Véanla, alguno de estos días.
4 comentarios :
Hoy vuelve a ser “uno de esos días”, ese caparazón boca abajo repleto de nubosidad, esa falta de sol que al menos a mí me hace estirar como una plantita.
Mi despertador ha sonado una... dos... tres y... cuatro veces. Por fin, me he levantado, más tirada por fuerza de voluntad que por mis más íntimos deseos, que me invitan a quedarme entre las mantas.
Ahora estoy sentada, mirando por la ventana, contemplando lo grisáceo de nuestro cielo, escuchando el intermitente aullido de los perros del vecindario, que parece que no están de puente, y cazando al vuelo un par de pajarillos despistados. Aún no hay gente por la calle (este no es un barrio céntrico) pero sí pasan, de vez en cuando, algunos coches que rompen el “sonido” de esta atmósfera.
Me siento... tranquila, sosegada, pero también algo... indefinida, como el día.
Gracias por la preciosa postal que describes :)
PS. ¿a quien se le ocurre poner el despertador en un día "festivo"? ¿o es que no atinabas con la tecla acertada?
Hola
Cuando he visto la escena (que no conocía) sólo tuve dos preguntas.
1. ¿Por qué no me ha pasado a mi eso nunca?
2. ¿Por qué no aprendí a tocar el piano? ¿o la guitarra? ¿algo?
Ja... bueno, siento entrometerme hoy en vuestro diálogo virtual.
Pero es que no he podido evitarlo. Voy a buscar esa peli...
Bona nit, por cierto, mañana quitaré todo aparato que pueda hacer ruido...
Alejandro
Quizás la respuesta a tu primera pregunta esté contenida en la segunda ;) O quizás no, quizás se trata de que Cary Grant... bueno, ejem...
Te animo a verla. En mi opinión siendo del mismo estilo que todo un "clásico" como Casablanca (lugar descontextualizado fuera de las grandes ciudades, gente castigada por su pasado, amor imposible...) es aún mucho mejor, más desconocida y sobre todo más gratificante.
Que la disfrutes!
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