Entre los aficionados a aprender es bien conocida la sensación que le engatusa a uno tras haber alcanzado, descubierto y comprendido algo especial, un conocimiento, una idea, un saber que del que no tenías ni la más remota intuición que existía, sencillamente, porque, hasta entonces, no te era necesario para dar sentido a lo que discurría por tu vida, te apañabas sin él y aparentemente bien.
Las preguntas de las que se deriva la antedicha sensación, que te deja con cara de bobo y la boca abierta mirando a la pared como si ésta no estuviera ahí, son inevitables: ¿cómo he podido yo estar por ahí y llegar hasta aquí sin haber sabido esto? ¿cómo es posible? ¿acaso soy un inconsciente por circular por ahí como si nada, como si esto que acabo de ver y que me acaba de iluminar no formara parte del universo abarcable y abierto al conocimiento? Piensas y piensas, y tras un pequeño entremés mezcla de vergüenza y asombro hacia uno mismo -esto queda, más bien, al gusto del consumidor- aparece el plato principal, que eclipsará al anterior y dejará tan grata sensación en tu paladar que ya sabes qué pedirás para comer la próxima vez y las siguientes. Se trata del asombro ante los nuevos caminos y campos abiertos, ante las nuevas rutas y posibles conexiones entre ellas, ante los nuevos horizontes, ante la edulcorante y grata sensación que surge tras pensar que esos nuevos horizontes no pueden ser los últimos, que también son alcanzables, o lo serán, y que desde ellos, otros, quién sabe cuáles, aparecerán, te guiarán y asombrarán quién sabe cuándo. "¿Cuánto hay por aprender?"- te preguntarás inconscientemente. "Más de lo que yo pensaba antes de haber aprendido esto último." -responderás conscientemente.
"Cuanto más aprendes, mayor es lo que te queda por aprender", se podría decir para concluir este post y para poner la guinda al pastel sin medida de cinco pisos o, mejor dicho, de cuatro más otro aparte desde cuya azotea se pueden observar esos cuatro, que hemos montado esta semana en el curso de verano que concluyó de manera formal en la calurosa y luego agradecidamente húmeda tarde de ayer, "Desarrollando 5 actitudes educativas: una propusta de aprendizaje transformacional", dirigido por Alejandro Iborra. ¿Estoy hablando ahora de la misma sensación que tuve otras muchas veces en el discurrir académico que he seguido hasta hoy, en esas otras ocasiones que guardo como tesoros en mi memoria como, por ejemplo, cuando descubrí a Carl Sagan y seguidamente que mi cabeza aún no estaba preparada para la atractiva teoría de la relatividad, cuando acabé un trabajo donde exponía la relación entre la edad y la lentitud mental, mi primer trabajo en la licenciatura de psicopedagogía, una disciplina que hasta poco antes consideraba propia de chicas raras y de hombres con aspecto similar a un tal Freud, cuando caí en la cuenta, tras diversas asignaturas de psicología, de que el mundo lo creamos nosotros con nuestros significados, cuando sentí que esta disciplina era una especie de manual de la vida, cuando vi que la realidad se puede deconsturir, cuando... ya está bien, basta de onanismo mental, y es que, como se puede intuir con el título de este post, tengo una sensación tras acabar este curso de aprendizaje experiencial que me es desconocida.
- ¿Quién hay ahí? -
¿Y si lo que has aprendido no está en algún libro, es sobre ti mismo y a nadie le interesa más que a ti? ¿Cómo se adjetiva, entonces, la sensación que hasta ahora conocías como gratificante, pero que ahora no sientes como tal? Tengo mucho por aprender, pero... maldición, no está en los libros, no está escrito, nadie te ha hecho el "favor" de pensarlo ni de descubrirlo por ti; quizás en los manuales sólo estén las señales de tráfico para guiarte, las rapas o los trampolines desde los que saltar, pero el camino, amigo, lo haces tú. Esos horizontes que antes dabas por supuestos, que antes existían y simplemente tenías que acudir al curso, al profesor y a la bibliografía adecuada para llegar a vislumbrarlos, ahora tienen un nuevo responsable, tú.
Si antes la humildad era necesaria para proseguir en la búsqueda de nuevos horizontes, ahora es más que eso, debes aceptar que, por extraño y desagradable que resulte, no has acabado de conocerte, que el ojo que mira aún no está o, mejor dicho, puede no estar acabado de construir.
8 comentarios :
Aquí está la transformación...la puedo sentir en tus letras y este lenguaje multisensorial que usas.
Me he llenado a tope, leyendo esto...me conectaste a ese sentir de plenilunio o plenihelios.
Es fantástico, muchas gracias por compartirlo, voy a leerte de nuevo, para cargarme las pilas en diferido ;-) D
Descubrir la -rueda- fue todo un hallazgo, ahora el ponerla a rodar, los caminos elegidos, los materiales distintos... o yo que sé....precisaba de otra creación y de mucha praxis. Los aviones también las llevan.
Hasta pronto piloto de altos vuelos,¿ nos vemos en la cafetería del plane, para seguir alimentándonos ( : ¿
Gracias por renacer a este blog, estaba segura que la espera merecería la pena. Era mi voz chamánica quien me lo susurraba…
Un abrazochamánico
Pd: un placer
Vaya... David, al parecer el curso ha dejado en ti muy buen sabor de boca.Te ha descubierto o redescubierto formas de paladear que no recordabas y eso que ya tienes una edad (¿cómo correlaciona la edad y la lentitud mental?)
En este post parece que se ha abierto tu apetito de buen gourmet o quién sabe si de buen chef ;-)
Me haces pensar que el ojo que mira está siempre conmigo,ó que quién sabe los ingredientes necesarios y que le gustan es el propio comensal, por eso, quizá buén chef-gourmet.
Excelente volver a ser invitada en tu mesa
Para relamerse.
Paloma
Necesitaba este curso y yo no lo sabía. Y si no lo sabía, ¿cómo es que me matriculé en él? Seguramente lo intuía.
Será por las pocas asignaturas que he tenido este año, será porque sólo una de ellas ha requerido mi atención más allá y en otro sentido que el de buscar una nota o un blanco en forma de examen que diseño algún profesor, será porque la burocracia mañanera aburre a David de sobremanera, será porque cuesta creer que algunos momentos podrán volver a ser vividos más adelante... necesitaba volver a encontrarme con esa sensación, con ese instante en que inclinas tu cuerpo hacia delante para asomarte al inmensurable y desconocido vacío.
Me alegro de tu lectura del post, Carmenchu. Ese "cargar las pilas" es un efecto en el que no había pensado para el post. Definitivamente, algo del chamán he descubierto. Lo tendré en cuenta para próximas veces, de las que procuraré que no deje de haber en este blog. Si tu voz chamánica te dice otra cosa, avísame.
Paloma, si es bueno o no aún no lo sé, pero el impacto, ahora visto, ha sido mayúsculo, quizás sea la edad, sí, jaja... en realidad, en aquel trabajo exponía algunas de las teorías de Catell, la inteligencia fluida y la cristalizada, cómo desciende la adaptabilidad, pero aumenta según lo hace la edad la capacidad de impacto con las respuestas.
Por una parte, el resultado -hasta ahora- de este curso, ha sido reencontrarse con una sensación pero, por otra parte, con un complemento circunstancial de lugar bastante distinto. Si antes los horizontes estaban, y sólo podían estar, en los libros, ahora también sé que se encuentran en uno mismo... qué locura.
Siempre estaréis invitadas.
Hola
Interesante cambio transformacional ,)
No puedo añadir nada ahora. Gracias por venir y por implicarte como lo has hecho, de ahí vienen los frutos que mencionas.
Un abrazo
PD: ah... tu ritual fue entrañable, primero tu actitud, y desde ahí el desempeño simbólico.
Alejandro
Hola David,
Mi voz chamánica se ha fusionado con mi voz guerrera ;-)
Invitarte a ti y a todos los asiduos de este blog, a una fiesta de sirenas abiertas, o de blogueros de lo que sea, ¿ y qué más da ?...
Distintos lenguajes en esencias compartidas.
El sabado día 10 en Torija en mi casa.
Ahí van los datos del evento (( :
http://palomacarracedo.blogia.com/2010/062802-penitencia-1.under-pressure-2.under-pressure-3-under-pressure....php#comentarios
Un abrazo guerrero
No está en los libros David, no está. Está en nosotros que no acabamos de conocernos porque vamos transmutando lo conocido en un proceso continuo y deseable de crecimiento y desarrollo personal.
A veces se produce un momento curioso en el que creemos que ya hemos llegado a ser, que todo el proceso que nos ha acompañado en nuestro recorrido se ha resuelto en un "producto acabado" que somos nosotros mismos. Y sólo es eso, un momento curioso, porque normalmente es frugal. ¿Cuánto permanecemos como producto acabado?, ¿cuánto queremos permanecer?, ¿somos un producto? Creo que cuanto + nos consideramos producto acabado, + esfuerzo de deconstrucción, nuevo proyecto y reconstrucción de nosotros mismos necesitamos.
Mi idea avanza en la idea de un proyecto de nosotros mismos con flexibilidad en los bordes que nos permita abarcar esas cosas que necesitamos pero que aún no lo sabemos ;)
Me alegro mucho por ti, David, por el camino que hacia ti mismo te ha abierto el curso. Y eso es algo que se disfruta siempre (y que podemos disfrutar los demás si nos lo permites).
Un abrazo, sincero,
Carmen
PD: En los libros también hay cosas interesantísimas, en las pelis, en el teatro, en las exposiciones, en las personas, en las relaciones, en... la vida, siempre que la vivas desde ti mismo.
Alejandro, una cosa tengo ya más que clara, algo que quizás no supe esgrimir con firmeza desde detrás de la mesa rectangular que te empeñaste en hacer redonda aquella, para mí inolvidable, tarde en el Edificio Multidepartamental de Guadalajara, algo que no supe afinar ante el micrófono y la audiencia, pero que sentía y siento cada vez con mayor consistencia: si en el aprendizaje memorístico está claro que la implicación del alumno es necesaria, para un aprendizaje autónomo y en algún grado autodirigido es imprescindible la implicación. Sin ella no hay nada de nada, rien de rien. Perdón por la excesiva simplificación, pero creo que algún que otro explorador autodirigido, fémina u hombre, que por aquí pase me entenderá.
Carmenchu, llevo toda la tarde atascado leyendo plazos, fechas e impresos dado el momento en el que ahora estoy... leeré y responderé tu invitación con mucho gusto cuando recobre la visión :) pero de momento pinta bien!
Carmen, es un gusto leerte, no tanto como escucharte mientras se está a tu lado, pero ahí anda la cosa. La verdad es que, aunque suene cómo suene, los últimos años de mi vida los contemplo así, como un continuo cambio, crecimiento, progreso... y no todo es agradable, desde luego. El caso es que a ese cambio se le une una mayor consciencia del mismo. El último suceso es el que narro en el post. Da algo de vértigo, y yo nunca nunca he sido amigo de las atracciones que fueran más allá de un tiovivo, pero me lo tomo con calma. No voy a montar en el barco vikingo porque los demás monten, ni dejaré de montar porque prevea que se me revolverá el estómago, no, trataré de ir más allá.
De momento, ahora me voy más acá, concretamente a la cama que tengo justo detrás de mí. Buenas noches.
...chisss, chissss...
desde que era pequeñita me mareo en los caballitos pero en los coches de choque de las ferias... ahí soy una auténtica macarra :))
Quizá sólo se trate de encontrar con qué revoltijo de estómago somos capaces de salir airosos y qué otro no nos sirve para nada.
Pues eso, creciendo.
Un beso,
Carmen
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