10/2/12

El modelo de la resta

El de arriba es el título que se me ha ocurrido para referirme a una forma de enfocar las tareas que he notado florecer a mi alrededor últimamente, aunque quizás estuviera ahí desde hace más tiempo.

Cuando un niño pequeño en el asiento trasero del coche de sus padres pregunta, camino a Benidorm en medio de una solanera propia de las autovías del levante, que cuánto falta, no hace falta que matice a qué se refiere. Seguramente no estará preguntando que cuánto falta para volver a ver otro camión con la matrícula "vehículo longo", u otro vehículo igual al que va montado, para comprobar cuál corre más, no, sus padres entenderán que se refiere al tiempo que falta para llegar al destino. En este caso, el contexto es el ayudante, tanto para que el chaval no tenga que especificar con más palabras a qué se refiere, como para que sus papis entiendan que su hijo tiene ya ganas de bajar del coche, algo que, de paso, se lo recuerda también a ellos mismos.

- Vehículo Longo no es una empresa de transportes -

Las respuestas que suelen escuchar los chicos en esa angustiosa situación van en el sentido de tranquilizarlos, de que se olviden del tedio, de las infinitas líneas discontinuas de la carretera, del Sol que también celebra con energía el final de las clases. La distancia a recorrer es la que dice el mapa, y la que queda, la resta entre la que aparece en el mapa y la del cuentakilómetros. Lo único que resta es no perderse, no salirse del camino y respetar el límite de velocidad de la vía hasta el destino.

Esta manera de enfocar una actividad, que en este caso es realizar un trayecto en coche, se centra en atender a lo que resta para poder lograr algo posterior, en este caso, llegar al lugar de veraneo y disfrute. Si comparamos lo que supone, en los términos que queramos, el trayecto en coche con el disfrute del veraneo playero, veremos, por ejemplo, que si nos fijamos en el tiempo, el de la primera tarea es mucho menor que el de la segunda. Si nos fijamos en la cantidad de acciones que implica una y otra, veremos que en la primera en número es mucho menor que en la segunda, de hecho, es difícil compararlas ya que las acciones que puede contener la primera tarea son en una mayor proporción del tipo "necesaria" u "obligatoria" (mirar por los retrovisores, calcular el cambio de marcha, el cambio de carril, atender a las señales, atender a los demás vehículos, etc.) mientras que en la segunda tarea, que en sí es "más grande" o "mayor" en cuanto a las acciones que puede contener, éstas serán en una mayor proporción del tipo "opcionales" o "elegidas y seleccionadas" de entre otras. Dos panoramas bien distintos. Dos conjuntos de actividades más concretas bien distintos. Dos formas de plantearse su desarrollo bien distintas.

Ahora bien, ¿cómo denominar en lo que estaríamos incurriendo en el caso de tomar la primera manera de enfocar una actividad de las que he comentado, y trasladarlo y emplearlo para un conjunto de actividades que de ninguna manera suponen respecto al posible logro que se pueda conseguir mediante su ejecución algo parecido a lo que un viaje en coche supone respecto a unas vacaciones en la playa a la que has llegado tras ese viaje? Dicho de otra forma, ¿qué estamos haciendo al aplicar a un conjunto de tareas que suponen y supondrán para nosotros la cotidianidad el "modelo de la resta"? O de otra forma más, ¿qué está pasando cuando alguien, en su trabajo, su cotidianidad, su día a día, contempla las tareas como los kilómetros que faltan para llegar a la playa y disfrutar de unas vacaciones?

No estoy seguro, pero creo que una de las cosas que puede pasar, si aún tienes perfil en facebook, es que la pantalla de tu ordenador se llene el viernes, a eso de la hora de comer, de mensajes del tipo "I love viernes", "findeeeeee!!!", o "oeoeoe que pedo me voy a piyar", así como el lunes se llenaría de otros del tipo "noooo que frío, y encima lunes!!!".

Bien, pues este modelo es el que he visto aparecer a mi alrededor últimamente. Mi padre es el dueño de un bar, donde trabaja como camarero, un trabajo duro, y le quedan ya pocos años para jubilarse. Es sólo a partir de hace un tiempo cuando he empezado a escucharle expresiones del tipo "cuánto queda". No tengo la suerte de estar con él mucho tiempo, pero, aún con lo poco que estoy, creo que cuanta más presencia tiene el modelo de la resta a la hora de enfocar sus tareas, menos disfruta de ellas, ya que pasan a ser contempladas de una forma en la que son enemigos a batir, muros a derribar, trincheras a superar, nada mínimamente apetecible.

Pero realmente cuando me refería a mi entorno no me estaba refiriendo a mi padre y sus pocos años para jubilarse, si no al universitario, en el que me muevo. Un buen profesor, y mejor persona, me definió la carrera universitaria como una constante carrera de vallas, al menos hasta conseguir el grado de titular, aunque quizás alguien en ese grado aún podría seguir viéndolo como una carrera de vallas, al menos puede que hasta el siguiente sexenio. Y aunque en su momento le dije que lo entendí, cada día lo entiendo menos.

- Como en la fotografía, una larga carrera de vallas es difícil de enfocar -

¿De qué se trata esto, la universidad, el saber, el investigar, el generar conocimiento, el enseñar, el satisfacer la curiosidad, el generar otra nueva? ¿Es igual que apretar tornillos, poner cañas, remover cemento o apretar timbres de puertas? Según Gregory Bateson, la ciencia es la única rama de la actividad humana cuyo objetivo es comprobar y revisar los viejos presupuestos en los que se basa, ya que, aunque todas las actividades humanas, hasta el dormir, se basan en presupuestos, su razón de ser no es atenderlos y destaparlos. Esto es esencia de la ciencia. En este deseable y lustroso empeño, el científico ha de conocer  también sus propios presupuestos y ser capaz de enunciarlos, evidentemente, más allá de su muro de facebook mediante un alevoso mensaje referido a la climatología o al día concreto de la semana en el que se encuentre.

"¿Cuántos artículos me quedan por escribir?" "¿Cuántos congresos por acudir?" "¿Cuántos abstracts por enviar?" "La universidad era un bullir de ideas" Este podría ser el pie de una viñeta de El Roto, pero no, es lo que yo escucho y lo que me hace quedarme perplejo y me lleva a perderme. Quizás, en vez de preguntarme cuánto restará para que deje de escucharlo, podría empezar a rascar en los presupuestos, como sugiere Basteson, que hacen que me eso mismo me incomode.


*

Actualización (i):
Robert Bresson, director de cine francés, sintetizó lo que me movió a escribir este post en la siguiente y sutil nota, dentro de su cuaderno de Notas sobre el cinematógrafo:

No tener alma de ejecutante. Encontrar, en cada toma,
un nuevo toque para lo imaginado. Invención (reinvención) inmediata.



*


Actualización (ii):
Wislawa Szymborska, poetisa y ensayista polaca, y Premio Nobel de literatura en 1996, hizo lo mismo que Bresson, pero a través de un poema. Sólo dispongo de la traducción al castellano de Abel Murcia Soriano de su versión original, en polaco, que es la siguiente:

Ayer me porté mal en el cosmos.
Viví todo el día sin preguntar por nada,
sin sorprenderme de nada.

Realicé acciones cotidianas,
como si fuera lo único que tenía que hacer.

Aspirar, espirar, un paso tras otro, obligaciones,
pero sin pensamientos que fueran más allá
de salir de casa y volver a casa.

El mundo podría ser tenido por un mundo loco
y yo lo tuve para mi propio y trivial uso.

Ningún cómo, ningún por qué,
o de dónde ha salido éste,
o para qué quiere tantos impacientes detalles.

Fui como un clavo superficialmente clavado a la pared,
o
(aquí una comparación que no se me ha ocurrido).

Uno tras otro se fueron sucediendo cambios
incluso en el limitado campo de un abrir y cerrar de ojos.

En la mesa más joven, con una mano un día más joven
había pan de ayer cortado de forma distinta.

Las nubes como nunca y la lluvia como nunca,
porque era con otras gotas que llovía.

La Tierra giraba sobre su eje
pero en un espacio abandonado para siempre.

Duró sus buenas 24 horas.
1.440 minutos de ocasiones.
86.400 segundos que mirar.

El cósmico savoir-vivre
aunque calla sobre nuestro asunto,
exige, sin embargo, algo de nosotros:
una cierta atención, un par de frases de Pascal
y una sorprendente participación en este juego
de reglas desconocidas.

2 comentarios :

Paloma Carracedo dijo...

Reconozco ese modelo, David.

Es un modelo muy utilizado, en muchas ocasiones a nivel inconsciente.

Pienso que se debe forjar con la impaciencia de la infancia y que se siempre tiene el resultado en el punto de mira.

Anula la curiosidad y la capacidad de comprender desde otra perspectiva que no sea la de quedarte a 0. Al "modelo de la resta" le da tranquilidad la ausencia, asi que...a terminar rápidamente, a ir quemando etapas, a pasar a lo siguiente...

Ahora con el tema de los recortes, la verdad es que se está poniendo muy de moda.

En fin, me ha gustado muchísimo el comentario, las aportaciones de Bateson, los ejemplos que has utilizado y la consciencia que me añade o me activa.

Un enorme abrazo de esos que ni se suman ni se restan ( tampoco de los que nos multiplican o nos dividen ;))

Paloma

David Herrero dijo...

Es genial la descripción que haces, Paloma.

Si te soy sincero, mientras escribía esta entrada tenía la duda de si se entendería. Y es que, a pesar de que todos estemos expuestos a esa forma de afrontar los acontecimientos, tanto por quien nos rodea, como por nosotros mismos, parece que es más fácil de identificar cuando se aprecia en otros. ¿Qué quiero decir? Pues que creo que es muy difícil -para mí lo es, a la vez que atractivo- percatarse de que uno está incurriendo en este modelo, percatarse, así por que sí, de que uno se está perdiendo, de entrada, el paisaje del camino por estar pensando en el destino, que sólo será la siguiente parada.

Así que, un abrazo para ti también :) Espero seguir añadiendo o activando consciencia -propia y/o ajena- con futuros posts.

David.