7/12/08

Reflexión sobre la discapacidad visual


La representación mental que estas personas hacen de su entorno, por razones evidentes, es muy distinta a la que hacemos los videntes. La extraordinaria capacidad de adaptación del ser humano hace que en estos casos se sobre-desarrollen en el individuo otros sentidos que también sirven para recopilar información del entorno, procesarla y así poder interactuar con este de forma eficaz, para compensar la falta parcial o total de visión.


Muchas personas ciegas acaban adquiriendo una destreza psicomotriz que les permite desenvolverse eficazmente por el mundo, aprender a controlar las partes del cuerpo, a coordinar movimientos, a transmitir ideas y emociones a través de éstos mismos, a manejar objetos e instrumentos de trabajo, etc. es decir, acaban manejándose por la vida tal como una persona vidente, aunque sirviéndose de otros sentidos para recopilar la información, e incluso con ayudas, como perros guía o los simbólicos bastoncillos blancos. Al observar éstas situaciones, y dentro de nuestra infinita ignorancia, los videntes nos asombramos, bien podemos sentir admiración, o, en otros casos lástima, pero de cualquier manera se les suele observar como si hasta ese punto de adaptación hubieran llegado tan fácilmente como lo demás, es decir, nos solemos fijar más en el producto que en el proceso que les ha llevado hasta ahí.

Yo creo, que deberíamos cambiar esos sentimientos de admiración, lástima, o cualesquiera que nos susciten al verlos desenvolverse tal como lo haríamos nosotros en determinadas situaciones, por un proceso previo de sensibilización cotidiana consistente en tenerlos en consideración en el día a día, no obstaculizando su movilidad, haciéndonos participes de sus necesidades y especificidades, siguiendo los patrones correctos en caso de ayudarlos. Esto aplicado a la educación tiene una importancia mayor, me refiero a la labor de concienciación que deberían de llevar a cabo los profesionales con los alumnos videntes con el fin de que desarrollen esa sensibilidad que les lleve a tenerlos en cuenta en su vida diaria, y poder ayuda en vez de entorpecer dado el caso.

Sobre los alumnos invidentes que no se es capaz de prever cuanta visión tendrá en un futuro, es decir, no se sabe si será un lector de libros de tinta o de braille, creo que la decisión más correcta será esperar y no precipitarse. Es importante recordar que en la mayoría de los casos los niños usan mejor su visión a medida que crecen, no porque se produzcan cambios en sus facultades ópticas, sino porque han adquirido una mayor experiencia en la función visual de sus ojos, es decir, han aprendido a aprovechar y utilizar mejor la información que reciben, aunque ésta siga siendo escasa en comparación con un vidente.

Por otra parte también hay que indicar que estos alumnos suelen sufrir un retraso en cuanto a nivel curricular y motriz, en comparación con los niños de su misma edad. Lo primero es producto de que el sistema educativo ordinario está concebido para alumnos videntes, lo que implica, que en general a toda explicación oral acompañe una visual, escribir enunciados en la pizarra, o el propio libro de texto, etc. Así pues, el que se reduzca o no se dilate demasiado ese desfase curricular estará en nuestras manos al ser sus guías en el aprendizaje y los que disponemos las situaciones donde esperamos que éste se produzca. Para poder llevar a cabo este cometido de la mejor manera deberemos partir de la idea de que ellos perciben el mundo de manera distinta en cuanto a la propia forma de percibirlo, y cuanto a la información que de ella obtienen, es decir, en cuanto a forma y fondo.

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