1/3/09

Diario de aprendizaje de Pedagogía laboral. Capítulo 4

Texto de Félix Angulo – miedos de la clase media – credulidad – cambio de ciclo – consumidores por alumnos – lo implícito de la práctica.

Durante la última semana del mes de febrero nos dedicamos a trabajar el primer texto teórico de la serie que vendrá a conformar la ruta de ascenso a seguir propia de la asignatura. Se trata del primer capítulo “El neoliberalismo o el surgimiento del mercado educativo” escrito por Félix Angulo, dentro del libro “Escuela pública y sociedad neoliberal”, donde además de éste autor escriben algunos otros. A grandes rasgos la utilidad que le percibo, una vez leído y analizado, es que me ha servido para reafirmar algunas ideas previas, matizar y complementar otras, y comprobar que gran parte de lo surgido en clase cuando expusimos las ideas previas del grupo ha encontrado respaldo en este texto.

Comienza Félix Angulo, el autor del texto, tratando de identificar los componentes definitorios del neoliberalismo, los engranajes de la maquinaria, pues averiguar su verdadera identidad atendiendo al desparramamiento de su discurso y sus acciones por distintos campos como la cultura, la economía o la teoría democrática, no es viable. Así, llega a definir sus dos tendencias básicas, donde la primera estaría relacionada con conceptos economicistas, y la segunda con los referidos al mantenimiento del poder por medio de la propagación del miedo y la credulidad (aristocracia, autoridad, militarismo y valores religiosos occidentales). Tal para cual.

Me parece enormemente acertada esta definición del autor, donde destaca la lujuria desarrollista propagada por una artificial cultura consumista por un lado, y el afán controlador y opresor por otro. Si hay algo que ya tenía yo claro es que el afán humanitario (que mira o se refiere al bien del género humano) brilla por su ausencia dentro de esta ideología, en favor del desarrollo económico de unos cuantos individuos. Es decir, tratan de globalizar la economía y el consumo, pero llevando hasta el extremo una forma de hacerlo que, para quien quiera y pueda verlo, ya ha demostrado su inutilidad para aliviar los peores males de la especie humana (guerras, desigualdades, injusticias y lo peor de todo, los intentos de justificación de estas mismas calamidades), y es más, me atrevería a decir que si no los causa, los agrava.

A pesar de lo anterior, como bien señala el autor, lo más grave no es eso mismo, sus principios, sino que la práctica de éstos representa la panacea para gran parte de la llamada clase media, concepto éste que en realidad considero una falacia, pues según la percepción individual ¿quién no se ubicaría dentro la clase media, existiendo sólo otras dos opciones, una por encima y otra por debajo? Es decir, existe una percepción generalizada de pertenencia la clase media, lo que a su vez significa un temor generalizado frente al estado de bienestar y la crisis internacional económica, cuyas soluciones (dicen unos y creen otros) son encarnadas por ideología neoliberal. He ahí su gran voracidad, la difusión de soluciones por medio de la credulidad. Algo imposible de rechazar para la mayoría de la gente, pues le evita de la ardua tarea de tener que esforzarse en pensar y reflexionar.

Una vez habiendo expuesto de qué van los representantes del neoliberalismo, el autor pasa a analizar las repercusiones que ha tenido la aplicación de sus doctrinas económicas a los sistemas educativos de masas. Para ello se centra en “las crisis de los Estados de Bienestar”. Aquí tengo que señalar que, para un mejor entendimiento de este problema, he optado por representar mentalmente la cresta de una montaña rusa (una pronunciada subida e idem con la bajada, aunque esto no necesariamente se corresponda con la realidad), para así visualizar mejor los dos grandes ciclos, respecto al Estado de Bienestar, de los que habla este autor. Primero el cuantitativo, la subida de la cresta, un momento de avance en la expansión de la economía capitalista y claramente definido por una intervención estatal en la economía, por la provisión pública de servicios sociales universales y por la asunción del estado de la responsabilidad de garantizar un “mínimo nivel de vida”, entendido como un derecho social dependiente de una responsabilidad colectiva. Sobre la educación la repercusión se encontraría en torno a cuatro elementos: las altas tasas de escolarización obligatoria, la presencia de una administración educativa central encargada del control, la existencia del leyes de educación obligatoria que vienen a representar la responsabilidad colectiva de todos los ciudadanos por el acceso a la cultura y, por último, la generalización del proceso de incorporación en una colectividad de futuros ciudadanos. Estas decisiones responden a una determinada lógica, es decir, a unos determinados problemas. El paso de un ciclo a otro, de una cara de la cresta de la montaña rusa a la otra, se produce con un progresivo cambio de la lógica de actuación, es decir, un cambio en la fijación de problemas. ¿Tendrá en ello algo que ver la facilidad para calar en las mentalidades ciudadanas del neoliberalismo?

Creo que está claro que sí, que tiene que ver, y que además ésta es una pregunta pertinente para ir más allá de asumir la nueva situación como una simple sucesión histórica y lógica de la anterior. Así pues, el autor pasa a exponer las críticas vertidas desde la perspectiva neoliberal a la anterior situación descrita, para de ahí mismo extraer las características de su practica económica y política, y por último las repercusiones de ello en la educación.

Desde tal perspectiva, en primer lugar, se ve un problema en el déficit público, consistente en la dificultad de las políticas redistributivas para satisfacer el aumento de las demandas sociales, propias del estado de bienestar. Así pues se sitúan como contrarios a la excesiva regulación estatal y al aumento de los costes salariales, entre otras cosas. En segundo lugar estarían los problemas administrativos, representados por la excesiva carga burocrática y, en consecuencia, la destrucción y paralización de la iniciativa privada. Por último encontraríamos los problemas políticos, cuya solución pasaría por un replanteamiento de la concepción liberal de la democracia donde la excesiva demanda de participación en lo colectivo arruinaría la posibilidad de la presencia en determinadas decisiones de cuerpos selectivos de élites ‘ilustradas’.

Tras esta exposición de principios queda ya claro que su visión del estado es como la de un cuerpo protector (me viene a la cabeza la imagen de Don Corleone, el famoso padrino) mientras que el individuo, ávido de dinero y poder, procura conseguir cuanto pueda de éstos preciados bienes rayando el límite establecido por la ley. Triste visión, en la que, como intuía al principio de esta sesión, poco o ningún lugar hay para los fines humanitarios, y sí mucho para la injusticia, la desigualdad, y sobre todo la mentira, y los recursos necesarios (basados todos en la credulidad) para vender ésta al pueblo, para que así esté en disposición de elegir bien lo que le conviene para acallar sus miedos.

También se pueden vislumbrar sus estrategias políticas para llevar a efecto tales propósitos (o despropósitos, según se mire). Serían el reforzamiento de la estructura de mercado libre y de la economía de la oferta; la privatización de servicios públicos; la defensa de la privacidad, en nombre de la libertad, y la conversión del ciudadano en cliente; y por último la tendencia a la reducción del estado al mínimo, pero con un aumento de su fuerza. En definitiva, según nos cuenta el autor, lo que está ocurriendo en este cambio de ciclo en lo referente a educación (de lo cuantitativo a lo cualitativo) es el resultado de la aplicación de lo anterior a la educación o, dicho más sencillamente, la mercantilización de la educación. Como decía antes, ahora los problemas son otros, pues otros son los ojos que miran la realidad y otro el raciocinio que la interpreta.

Ahora el alumno es un cliente, un consumidor, y como tal ha de buscar la mayor calidad, y lo por tanto ésta se le ha de procurar. Así pues, dada la incertidumbre del mercado laboral, la respuesta a ¿cuál sería la educación de mayor calidad? Parece resultar obvia. Sería la que más asegure el acceso al mercado laboral, quedando, por tanto, plenamente regida, y esto es lo preocupante, por las necesidades del mercado y por los requisitos demandados por los empleadores; donde todo lo que ocurra durante el proceso de aprendizaje tenga únicamente sentido en función de las metas y los objetivos previamente establecidos. Lo último lo he redactado de manera un tanto icónica, pues me cuesta pensar que algo así pueda suceder de manera pura, en realidad no quiero creerlo, prefiero pensar en el papel que ha de jugar la innovación educativa.

Por último he de comentar que el autor acaba el texto consiguiendo descolocarme, pues cuando se refiere a una ley educativa que introduce ese ciclo cualitativo en España esperaba leer la LOCE, y no la LOGSE, una ley del partido socialista. Aunque por otra parte, sí que se puede reconocer sobre la realidad, y bien próxima, lo referido a la estructura de control sobre la actuación del sistema educativo, y sobre los rendimientos de docentes y escuelas, a fin de comparar unos con otros, a fin de que el consumidor conozca que es lo que más le conviene para convertirse en un futuro depredador de dinero y poder mientras, eso sí, el estado, al que habrá que buscarle las cosquillas en pos de menor regulación mercantil en nombre de la libertad, nos guarde y proteja, y nos trace los límites legales que alguna que otra vez habremos de infringir.

En general es un texto que, como ya he dicho al principio, me ha gustado, me ha servido como reto para encajar mis ideas previas con las que expone, y así tener una visión más global y a la vez, más detallada, más útil para ver los matices y aclarar lo que subyace al neoliberalismo, que dada su peligrosidad y proximidad actual al sistema educativo, más valdrá conocerlo bien que considerarlo una mera sucesión histórica y lógica tras el auge del estado de bienestar.

La puesta en común en gran grupo reforzó aún más mi entendimiento, pues se aclararon definitivamente conceptos centrales para entender el texto como el del estado de bienestar y cambio de ciclo de cuantitativo a cualitativo. Además de ello, también hubo hueco para seguir definiendo y aclarando la forma de trabajar que vamos a seguir durante el curso. Surgió al respecto una frase: “lo que acontece a la práctica se negocia explícita e implícitamente”, la cual me llevó a caer en la cuenta de que a pesar de que en la primera práctica pensásemos que habíamos trabajado correctamente en grupo y luego viésemos que no fue así, a pesar de que se nos han proporcionado por escrito unas normas grupales, eso sólo no valdrá. No valdrá con la simple percepción, o la asunción de normas explícitas, hará falta algo más, habrá que trabajar conscientemente en lo implícito.

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