20/5/09

Sobre el Infome PISA

La fachada caravista del Informe PISA, también conocido como Programme for International Student Assessment, nos dice que es un estudio internacional de evaluación educativa de los conocimientos y destrezas de los alumnos a la edad de 15 años; y que persigue medir los conocimientos y destrezas acumulados a tal edad para la vida adulta de los mismos, comparar los resultados de diferentes sistemas educativos, promover reformas para la mejora de éstos y crear una base suficientemente sólida como para mejorar la evaluación y seguimiento de dichos sistemas de enseñanza pública.


- Ejemplo de la prueba de matemáticas -

La anterior información, por básica que parezca, creo que ni siquiera es contemplada por los medios informativos a la hora de difundir, que dicen ellos, o de arrojar, que me parece a mí, hacia los grupos políticos no afines, los resultados de dicho informe. Y esto presenta dos problemas: primero, que dicho informe es el resultado de un estudio, por lo que si no se conocen las entrañas de éste difícilmente se podrá interpretar con un mínimo de rigor lo que diga aquél; y segundo, que, aunque los promotores del informe no lo hagan explícito es de prever, el último propósito de este informe es ser utilizarlo como arma arrojadiza entre los políticos de turno, que, a falta de argumentos sólidos, cogen lo primero que tienen a mano y que generalmente en fechas próximas a la publicación de los resultados por parte de la OCDE suelen ser éstos mismos los que sirven de arma arrojadiza.

Cabe decir también, para complementar la primera información, que desde que comenzó en el año 2000 hasta hoy, en sus sucesivas aplicaciones que tienen lugar cada tres años, el número de países participantes ha ido en aumento. Y es de suponer que seguirá esta tendencia hasta el 2015, año hasta donde está previsto que llegue este estudio. Con ello se busca, como decía en el primer párrafo, crear una base suficientemente sólida como para mejorar la evaluación y seguimiento de los sistemas de enseñanza pública de los distintos países. Los conocimientos y destrezas que evalúa pertenecen a tres ámbitos cognitivos (comprensión lectora, cultura matemática y cultura científica), siendo cada año evaluado uno sólo de ellos, lo que da como resultado que cada nueve años se puede medir el progreso de los alumnos en el mismo área. Concretamente, en el primer año de aplicación se evaluó la comprensión lectora, algo se que repetirá el presente año.

Tras lo anterior ya se puede acceder a las entrañas del informe, lugar de difícil acceso para la sociedad en general dada su presumible desinformación, a la que se suma la forma en que le son presentados los resultados por los medios.

Donde encuentro lo verdaderamente interesante de este estudio es en su pretensión de medir, dentro de lo posible, el ajuste a los retos del futuro que presentan los alumnos, más allá del dominio por su parte de un determinado currículum. Currículum que son en la práctica los que determinan el aprendizaje al que se espera llegue el alumno, es decir, marcan, desde su diseño, la dirección idónea que debería seguir el aprendizaje de un adulto en potencia, o lo que es lo mismo, aspiran a proporcionar el aprendizaje necesario para ser un adulto capaz. Entonces, ¿por qué PISA hace esta distinción? Debe ser consciente, pues, de lo alejados que están en algunos casos los currículum, y todo lo que les rodea (diseño, metodología, evaluación, etc.) de los retos del futuro, que me pregunto yo también si serán los mismos para todos.

Así pues, queda claro que lo que PISA pretende medir es el grado de consecución en los adolescentes de las competencias futuribles para un ciudadano. Algo que, al parecer, no correlaciona necesariamente con el grado de dominio de un currículum actual de educación secundaria. Me parece entonces pertinente la siguiente pregunta, ¿se pueden trabajar explícitamente dichas competencias?, ¿son merecedoras del beso de la muerte de los docentes? En mi opinión, éstas deberían corresponderse con el poso, el aprendizaje real que obtuviera el alumno, y no con lo que sea capaz de enumerar de memoria, mediante pruebas que más que facilitar la exposición para el alumno de sus capacidades, conocimientos, o lo que sea, son una fuente de los tan manidos agobios y temores. Pruebas éstas, a su vez, de cómo el Sistema Educativo no viene a considerar la dimensión afectiva y emocional, ni en segundo, ni en tercer, ni en vigésimo lugar. En cierta forma este estudio, ya desde su propia concepción y objeto de estudio, deja en evidencia al propio sistema educativo, pues trata de medir, mediante la comprensión lectora, la cultura matemática y la cultura científica, logros del alumno a los que no se atiende desde dicho sistema. Llámense competencias, o capacidad para identificar y entender, o para llevar a cabo procesos cognitivos de complejidad mayor, o pensamiento estratégico, o saber hacer, o, en definitiva, aprendizaje real, que proporcionará, en última instancia, la posibilidad de enfrentarse a la vida cotidiana de una forma más adaptativa, no sólo habiendo desarrollado el pensamiento sino también la facilidad para su uso.

Parece ser que no sólo es pretensión de los medios informativos, sino de la actividad política también distorsionar cara al público los resultados del estudio. Esto se aprecia en los intentos de explicar, o mejor dicho, justificar, una, en consideración de éstos mala, posición en el listado que ordena a los países según sus resultados. Según estos agoreros hay que fijarse en Finlandia, para imitarla, y así acercarnos a las primeras posiciones, ¡qué vana aspiración, la de buscar fórmulas ya hechas, cerradas y listas para su aplicación! Otro caso particular también son los detractores de PISA, ya que “no facilita a los políticos observar los factores asociados a éxito educativo, sino limitarse a establecer comparaciones entre países”. Y digo yo, ¿esto es responsabilidad de PISA, o de la inutilidad de la clase política para mirar más allá? Aunque quizás, sí que la OCDE, responsable del presente informe, podría hacer algo más. Por ejemplo llevar a cabo un estudio de esta índole aplicado a los políticos, se denominaría PIPA, o Programme for International Politician Assessment, y una de las competencias a medir debería ser el nivel de comprensión lectora del informe PISA.

La anterior competencia imaginaria, y deseable para cualquier político que se atreva a emitir juicios sobre los resultados que muestra el informe, incluiría la habilidad para leer los resultados en función de múltiples variables, que sí son consideradas por PISA.

La equidad, que hace referencia la dispersión de los resultados, siendo mejor un sistema con mayor equidad, es decir, con menor dispersión. Aquí el sistema educativo español es uno de los que mayor equidad ofrece, aunque este aspecto sufrirá matizaciones más adelante.

El ESEC, o índice del estatus social, económico y cultural, que viene a decir que en los hogares con más libros (característica ésta casi siempre dependiente del nivel cultural de los padres) los hijos obtienen mejores puntuaciones. En España la diferencia entre los hijos de hogares con menos de 10 libros y más de 500 es de 135 puntos.

Las características de los alumnos. En concreto su historia académica, nos dice que los alumnos repetidores bajan la puntuación de España en 40 puntos. Según el lugar de nacimiento, esto es, si son inmigrantes o no, vemos que los que sí lo son obtienen 70 puntos menos. Y según la motivación, medida ésta por el grado de relación de la profesión de los padres con la ciencia, e idem con el futuro profesional del alumno, se observa que en los casos que sí existe esa relación aumentan entorno a 50 puntos los resultados.

Por último, las variables puramente económicas como el PIB o la inversión en educación, también correlacionan positivamente con los resultados, observándose en la última que más importante que invertir mucho es hacerlo bien.

Por último, creo conveniente comentar algunas indicaciones y conclusiones propuestas por Andreas Schleicher, responsable del informe promovido por la OCDE, donde parece ser que, a pesar de ser una organización que vela por el desarrollo económico, también tienen su corazoncito. Según dicen, “los niños además de ir a la escuela deber ser felices en ella”, y que “no es la presión de los exámenes sino su propia motivación por aprender lo que les acercará al éxito”. Así parece que funciona Finlandia, el alumno más aventajado de este estudio, donde algunas de las condiciones generales de enseñanza son bien distintas: mayor sueldo, mayor prestigio, menos alumnos por clase, no segregación de los alumnos, un sistema de repetición mas efectivo, formación de los alumnos en la prevención de conflictos, entre otras muchas, y deseables, virtudes. Creo que sería un error considerable fijar la situación de Finlandia como objetivo a alcanzar sin antes atender a la nuestra. No valdrá con adoptar algunas de las anteriores medidas finlandesas, ni siquiera todas, si antes no sabemos por qué ha de ser así. Y para ello es debido analizar en profundidad, por ejemplo, el creciente fracaso escolar, resultado de las direcciones y aspiraciones casi antagónicas que encarnan por un lado el vetusto sistema educativo y todos sus componentes, y por otro, el objeto al que ha de dar respuesta, esto es, los alumnos adolescentes.

1 comentarios :

Ana dijo...

Que bonito, la motivación por aprender sin la presión de los exámenes, lo mismito que estamos viviendo en estas fechas. Cuando se darán cuenta que no se puede evaluar a las "personas" con los exámenes a los que nos tienen acostumbrados, y tampoco los aprendizajes.

Hay muchos que tienen que hacer examen, pero de conciencia.

Fuerza en estos últimos días de exámenes