-"Bienvenido al mundo de las conferencias" -me dijo quien estaba sentado una butaca detrás de mí en la sala de conferencias del Rectorado.
-"¿Cómo?, ¿esto suele ser habitual?" -contesté yo, tratando de indagar.
-"Sí, es algo normal" -concluyó.
Suspiro para mis adentros y me vuelvo a recolocar, en el asiento y en mi organización mental sobre lo que iba a suceder, o lo que yo iba a tratar de que sucediera.
La anterior conversación fue entorno a media hora antes de que, finalmente, tuviera lugar la mesa redonda (encuadrada en la primera sesión de las VIII Jornadas de Psicopedagogía de la UAH), 20 minutos después de cuando tenía que haber terminado -sí, terminado- y tras unos breves instantes de indecisión tanto por parte de los organizadores como de los ponentes; ya que no había habido brevedad hasta entonces, ésta encontró allí lugar y utilidad: finalmente hablaríamos.
Me llevo -acúsenme, si quieren, de perder el tiempo- los momentos previos, que no deberían de haberlo sido por el desfase temporal que he explicado, al comienzo de la mesa redonda. Podría cogerlos y utilizarlos para tratar de justificar qué fue y qué no mi exposición, podría cogerlos y hacerlos sujeto del predicado; y quizás así fue, no lo sé, como tampoco conozco el concepto de autoridad que subyace al que dentro de poco dejará de ser Proyecto de Ley de Autoridad del Profesor de la Comunidad de Madrid para convertirse en realidad, pero me da igual.
- Casa Curutchet, una de las obras más representativas de Le Corbusier. ¿Simple en apariencia? entren y que les expliquen -
El aspecto externo de las construcciones arquitectónicas es lo preferido por el gran público, lo que se suele quedar grabado en las tarjetas de memoria de sus cámaras, en las suyas propias y en las postales que después regalarán a sus conocidos. Difícil es que el aspecto interior reciba tal afecto. Y mucho más aún llegar a comprender las relaciones entre el uno y el otro. Las relaciones, aclaro, lo que va más allá de lo uno y de lo otro, algo que a simple vista no se ve. "Y si no se ve de un vistazo, para qué tratar de busc... digo de explorarlo" -puede que se pregunte mi querido y pragmático lector. "Pues tampoco lo sé" -le responderé, como tampoco dónde sé esconde la lógica, por qué en mayo hace un frío de febrero o por qué el título de "Luna Nueva" es conocido por ser el de una bazofia o, más correctamente dicho, película para adolescentes, en vez del de la obra maestra de Howard Hawks y del inmensurable Cary Grant. Lo que sí sé es que esto de allendear crea adicción y, según me han comentado recientemente, es muy dificultosa y carente de sentido la desintoxicación. "Allende de lo aparente" titulaba yo, inocentemente, el primer post que le dediqué a la asignatura de HH.SS. ¿fue un sentimiento premonitorio, quizás?
El caso, volviendo a la Tierra, fue que mi admirado Fernández Enguita dio tanto de sí oralmente como lo dan sus textos cuando se topan conmigo. Se pierde la medida, los minutos y las hojas. En este caso, aproximadamente, 80 minutos; afortunadamente los "damnificados" éramos "alumnos". Durante ese desfase temporal, algo previsto por algunos pero no por el inocente que esto escribe, traté de jugar con la experiencia, aunque sé que muchos no la llamarían así. ¿Qué hacer en menos tiempo? era la cuestión de partida; ¿cabrá todo?, ¿pisaré a los demás o ellos a mí? eran los miedos; ¿me quedaré sin hablar? era el temor. Jugar con todo ello, el camino; y, elegido éste como forma de interactuar, tocaba tomar decisiones. "Acortaré mi texto" -me dije. "pero ¿por dónde?" El final era intocable, con intenciones de impecable, como podrán suponer los pocos que allí quedaron y los que lean esto, que aún serán menos. "Será el comienzo, pues, el damnificado; pero, ¿hasta dónde quito y desde dónde empiezo? y, sobre todo ¿cómo reconvierto un punto intermedio del discurso en un comienzo?" Sería Fernández Enguita, como lo ha sido en otras muchas ocasiones a través de sus textos, quien me diera la idea para solventar la cuestión. Había hablado durante su extendido discurso de la dualidad con la que se puede ver la labor docente, lo que se hace en las escuelas. Instruir o educar. Es una cuestión a la que le tengo un cariño especial, que ya creía superada y que me demostró que presuponer avances en el ideario educativo de la sociedad en general siempre es demasiado suponer y si hablamos ya en el de la clase política... Ahí encontré el punto de inicio.
"Tanto para tan poco" es lo que podría sentir ahora: horas quemadas, páginas web visitadas, documentación en forma de leyes y declaraciones públicas, hojas en borrador, esquemas, ratos frente al espejo y soliloquios. Todo ello en cantidad, todo ello para unos escasos diez minutos ante quince o veinte escasos asistente. Aquéllo, la preparación, sí que fue tanto; ésto, el proceso y la experiencia vivida, en absoluto fue poco. Gracias desde aquí a todos los que la hicieron posible, incluida la Lideresa.
10 comentarios :
Hola:
¿ Lideresa o ligeresa ?...
Perdóname .No es que me excuse ¡NO¡, pero soy algo disléxica.
Un placer lo vivido, lo visto y escuchado.
¿1o MINUTOS FÍSICOS ?..¿Aquí pueden ser siglos, LO VIRTUAL ?.¿ no sé con cual quedarme ¿¿ pero porque tengo que elegir? …¿no es una continuidad ¿…
Felicitarte por la parte del texto elegido. Por dejarme crear IMAGINANDO...
No ví,( de hecho, me hizo que pensar el escucharlo) al profesor mencionado en ti. Ví su impronta.¿ quién lo mencionó era un profesor?...FALTA DE TACTO , POR LOS NERVIOS…
Ahora entiendo muchos de tus POST, porque me pareció ver al David, de verdad. A ese que me encanta ir descubriendo, al que cada vez se muestra más…
Vaya …Vaya…¡UN PLACER EN AMBOS ESPACIOS.¡…
Hasta pronto mi querido -RELEVANTE PONENTE-.
Una lectora anónima.
...tan poco para tanto, más bien diría yo (hola David).
Gracias por el ejemplo arquitectónico para allendear lo evidente. Es curioso que para Le Corbusier la entrada a los espacios arquitectónicos fuera un elemento tremendamente pensado como tránsito del exterior al interior, por lo tanto no un elemento inmóvil que forma parte compositiva de una fachada y, sin embargo, suele ser la imagen de las fotografías que de sus edificios hace la gente. Lo de lo aparente-evidente y... ¿no hay curiosidad por ir un poco más allá? Descubrir cómo llegas hasta ese umbral, qué sientes cuando lo traspasas, qué le ocurre al espacio detrás contenido, qué impacto sensorial te produce (las obras del Corbu están cargadas de emotividad, es una arquitectura de intensa experiencia perceptiva y se percibe en cuanto te acercas a ella, entiendas o no de arquitectura), qué volúmenes dibuja la luz, cómo se camina ascendiendo por una rampa alrededor de un vacío lleno, qué nos muestra la geometría: serenidad o tensión espacial,...
Hay que pasar el umbral de lo aparente para tener esas percepciones que te permitan ir más allá en el entendimiento de un espacio y de cualquier otra cosa.
El tránsito de esos umbrales lleva tiempo, dedicación, ganas, entusiasmo, curiosidad, investigación y una búsqueda fundamental de la cualidad por encima de la cantidad. Después, si hay que mostrarlo, no importa tanto el tiempo porque la cualidad asoma en cinco minutos, no hace falta más para que alguien descubra que se ha traspasado lo evidente y se sienta invitado a investigar.
Quizá sea algo de lo que trato de convencerme cuando después de días y días de darle vueltas a una programación buscando una forma de evaluación que participe de mi sistema de entender el aprendizaje, que lo acompañe en el proceso que lo integre; que cualifique el aprendizaje y no lo cuantifique y... cuando ya estoy medianamente contenta, entonces mis compañeros me dicen: -Pero cómo pierdes tiempo en eso si la presentación es de cinco minutos.
Y cuando veo la secuencia de presentaciones de los cinco minutos soy consciente: - Nadie ha perdido el tiempo.
Entonces me pasa como a ti, David; me siento plenamente satisfecha de haberlo perdido yo.
Un beso,
Carmen
... te invito a un paseo de febrero en mayo traspasando el umbral de la lógica y también el de la puerta:
http://video.google.com/videoplay?docid=3864647253428924745#
Hola David
Joder, me lo perdí. Me estoy perdiendo muchas cosas. Al final tuve que ir al despacho, tras venir corriendo de Guadalajara, porque tenía que preparar cosas dado que despegaba hacia Vilnius a las 7,30 de la mañana siguiente (y no por la tarde como pensaba equivocadamente).
Así que disculpa, porque me hubiera gustado estar presente en esa prometedora mesa redonda. Ah... y no siempre son así... en el mundo de la universidad hay espacio para muchas cosas, eso ya lo sabes.
Ya me contaréis con más detenimiento. A ver mañana con Manolo. Trataré de escribir algo sobre él hoy, más tarde. Te escribo desde Vilnius, estoy aprovechando un momento de relax entre presentaciones. Como tú, estoy aquí revisando la mía de mañana. "Nunca el tiempo es perdido". Todo lo que has preparado está ahí, al menos para ti, tranquilo que habrá ocasiones donde germinará de alguna manera. Lo que más me sorprende y entristece es que sólo hubiera 20 personas. Lástima que una actividad que cuesta tanto de preparar, al final, interese tan poco (en términos de asistencia). Eso es algo sobre lo que reflexionar, y más con el tema de la autoridad de fondo. Conflictos de autoridad por asistir a actividades que transcurren en paralelo, por tareas autoritariamente establecidas o diseñadas que no dejan mucho espacio a otras actividades... Mucho sobre lo que hablar. En fin, aprender es libre, pero no gratis necesariamente, el pago depende de cada uno, lo que se invierte y lo que se consigue. Un tema sobre el que estaría bien conversar más.
en todo caso ya me han chivado que estuvo muy bien, y no me extraña ;)
Lo veré en vídeo.
Un abrazo
Alejandro
Carmenchu: ¡Qué buena la pregunta de David!
Paloma: Cada vez me gusta más David en sus muestras al público.¿Le veo más seguro o es mi imprensión?
Carmenchu: Está poniendo en práctica todo lo que aprende en HHSS...jajajaja
Paloma: Es eso y todo lo que allendea jajaja
Enhorabuena, David. Buen trabajo. ¿Dices que fue poco porque cada vez necesitas más espacio?¿Le estás cogiendo querencia? jajaja
La próxima vez que te vea...me firmas un autógrafo, please
La entrañable y cautivadora Paloma ;)
“Bienvenido al mundo de las conferencias”, te dijeron mientras tú, probablemente anonadado, a la par que “indagador”, intentabas encajar la marcha de los acontecimientos. Sentada en el Salón de Actos, intentaba yo hacerme un esquema de lo que podías estar pensando a lo largo de esa hora y veinte que las agujas del reloj, implacables, se encargaban de robarle a lo que, según el programa, sería la “Mesa redonda de alumnos”. Me alegro de ver que fuera la “utilización” que tanto nos marca últimamente la que te salvara de la frustración y te llevara a encontrar un “tanto”, que más valioso que el aparente “poco”, te condujo, de nuevo, a una confirmación de que es el camino, más que la meta, de que es el proceso, más que el producto, lo que nos vale de algo.
“Bienvenida al mundo de los congresos”, fue lo que nadie me dijo pero yo capté, cuando en mi primera (de escuetas dos) experiencias en ese mundo, me di cuenta de que había gente que avasallaba, que no respetaba, que con una agradable sonrisa y con un “sí”, te plantaba, en poco rato, un “no” acompañado de socarrona expresión. Inocente yo, me creí que aquellas personas con las que había que compartir, de repente y sin razón coherente, una hora de tiempo, serían honradas a la hora de cumplir la promesa de que, a pesar de que eran menos, se haría un riguroso reparto de “media hora para ti, media hora para mí”. Cuando quedaban poco más de diez minutos para que nuestro espacio concluyera... confirmé lo que llevaba intuyendo desde hacía veinte: habíamos sido “traicionados”. Reconozco que no tenía unas inmensas ganas de hablar, sea por los nervios, sea por el contexto, pero... aquello me dolió. Ay, inocente... Puede que ahora me lo tomara de otra manera, puede que ahora la estrategia que tú usaste me ayudara a sobreponerme a la “frustración” para sacar algo en claro.
Hola Gloria
Yo también he vivido muchos momentos como el que describes. Con el tiempo aprendes a sobrellevarlos, a aprovecharlos incluso.
Hace 5 años, en un Congreso en Sevilla, Jaan Valsiner (un psicólogo sociocultural muy famoso) me pidió que fuera discussant en un simposio sobre ambivalencia afectiva. La tarea consistía en "discutir" cuatro trabajos que se presentaban en dicho simposio. Cada uno enfocaba ese tema desde contenidos y pespectivas muy diferentes. Los ponentes eran igualmente gente de lo más interesante. Comprendiendo que se trataba de una gran oportunidad, y desde luego, por agradecimiento, me preparé muy bien la discusión. Llevaba hasta una presentación, con mis críticas a cada uno de los trabajos, así como conclusiones integrándolas todas. Me llevó mucho trabajo, créeme. Bueno, al final, Jaan no vino a Sevilla, por una enfermedad, creo recordar. Pero el simposio continuaba, claro. La que lo dirigía era una catedrática brasileña, también conocida en el ambiente sociocultural (aunque yo no la conocía mucho, la verdad), que también quiso actuar de discussant al final, aunque sabía también, claro, que estaba yo. Bueno, tras las intervenciones de los ponentes, habló ella. Veinte minutos en los que, para mi, no dijo nada, vamos, que no entró en detalle con ningún aspecto teórico o metodológico de lo que se había planteado. Finalmente me dio el turno. Tenía 5', ja... Bueno, en 5 minutos pude sintetizar la información principal que quería expresar, muy crítica, la verdad, pero teniendo en cuenta también las aportaciones de todos, que eran muchas. Recuerdo dos cosas: una la cara de odio de la catedrática (que ja.. imagino que se sentía puesta en evidencia) segundo que se me acercaron los ponentes para agradecerme la crítica, y que de haber sabido lo en serio que me lo había tomado (cómo no tomármelo en serio) me hubieran dejado más tiempo, que se sentían mal. La cara de la catedrática estaba entonces de un color amarillo parduzco. Lo mejor es que todo lo que aproveché después, para escribir un capítulo. La base fueron esas ideas.
Desde entonces, cuando he podido controlar yo los tiempos, he tratado de hacerlo de la manera más firme. Curiosamente, en los congresos internacionales, nunca he tenido ningún contratiempo. En España, muchos. A más mediocridad, más narcisismo, algo que por otra parte, es lógico.
En fin, ya sabes, que no se escucha más al que más habla, sino al que más cosas interesantes dice, y además, diciéndolas interesantamente. El tiempo, es lo de menos.
Un saludo
Alejandro
Gracias por vuestras felicitaciones y cumplidos. La verdad es que, pese a la exasperación previa, salí, como no podía ser de otra forma, encantado. Me gusta explorar y ahora soy más consciente de ello, ¿qué le voy a hacer? os tocará soportarme.
Carmenchu:
Ligeresa parece, mahonesa no es, privatizar le apetece, calcetines y tacón visten sus pies... Ya me dirás qué es lo que ahora entiendes, donde antes leías no se sabe qué.
Carmen:
Qué gusto leerte. ¿Me crees si te digo que con tu comentario justo me pillaste matizando mis halagos hacia la obra de Le Corbu? No es la más representativa de sus obras, pero sí de America (¿no fue la única?). El caso es que tuve una relación especial con esta construcción hace unos años, cuando mi pareja de entonces lo "tuvo que" estudiar; me llamó muchísimo la atención cómo algo aparentemente simple puede albergar tanta sensibilidad, delicadeza e ingenio.
No crees que ser acusada de "perder el tiempo", mientras eres consciente de tus tránsitos entre umbrales, puede ser un indicador de algo bueno? Ya nos dirás el qué!
Me cuelo aquí, con permiso (seguro que sí), para dar una pequeña réplica a lo que contabas, Alejandro. Gracias por compartirlo! Seguro que cosas así ya te habrán pasado muchas veces y... como dices... lo vas sobrellevando y... utilizando! Yo... como os contaba, me lo tomé por la malas; la primera reacción fue de rabia, pero... supongo que hacia las cosas que no puedes controlar y que realmente no tienen una “importancia vital” (a pesar de lo que puedan disgustar), como ésta, lo más “sensato” (uyuyy) o recomendable es adoptar una postura que te implique menos emocionalmente.
Me quedo con lo de “no se escucha más al que más habla, sino al que más cosas interesantes dice, y además, diciéndolas interesantemente”... (Y ahora una referencia al dueño del blog, para que no le quite el sueño esta intromisión...:) creo que David, en las Jornadas, lo hizo :p
*Por cierto, ¿es malo que sonriera al leer lo que contabas de la “cara de odio” de la catedrática de tu historia...? ¿qué nivel de conciencia (o de lo que sea) hay que alcanzar para que, desprendiéndote de las emociones más primitivas, irracionales (y también humanas!), seas capaz de deslizarte sobre el agua sin salpicar...? Desprenderse de estas pulsiones... ¿es posible?, aunque en realidad mi pregunta va más allá... ¿es deseable?
*¿¿Por qué diantres (quería usar esta palabra, jaja) estas cosas ocurren más en España?? Grrrr.
Besos!
David:
Vamos a jugar. Ponte en paralelo estas dos palabras:
simple - sencillo
¿Qué ves?, ¿te parecen sinónimas? No te quedes en el continente avanza hacia el contenido: ¿qué hay dentro de lo simple, puede ser lo prescindible? Personalízalo, imagina alguien simple, ¿te cuesta prescindir de ese alguien?
Ahora miramos qué hay dentro de lo sencillo: ¿puede ser la esencia?, ¿puede ser la mínima expresión de algo?, ¿quizá la reducción de lo complejo?
Ahora escoge un Koan: ¿qué "s" le aplicarías?
Ya llegamos:
Descubriste con tu chica "sensibilidad, delicadeza e ingenio" en una obra arquitectónica porque no era simple sino el resultado de un complejo proceso que lleva a reducir a la mínima expresión la esencia del espacio y su materialización en una edificación sencilla. Por eso te gustó.
A alguien como tú no le habría producido esas sensaciones algo simple.
Quizá te pueda producir una sensación... ¿placentera? pasearte por las Termas de Vals de Peter Zumthor (te puse el enlace en el post anterior) y descubrir otro ejemplo de honestidad y delicadeza en el uso de los materiales, de recorridos espaciales originados por la entrada de luz, de los juegos de sombras que producen los planos, de la serenidad fruto de la excelente geometría, de... de lo que veas en tu paseo que no tiene por qué parecerse a lo que veo yo en el mio. Además las fotos están hechas por Fernando Guerra que es un excelente fotógrafo de arquitectura ( y le es muy fácil saber dónde mirar porque también es arquitecto).
¡Ah! ¿Te gusta la arquitectura, no? Los arquitectos siempre dejamos una huella espacial en nuestros acompañantes y a ti ya te la han dejado :)
Un beso,
Carmen
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