Hermann Hesse: [...] debe decirse que es erróneo llamar suicidas sólo a las personas que se asesinan realmente. Entre éstas hay, sin embargo, muchas que se hacen suicidas en cierto modo por casualidad y de cuya esencia no forma parte el suicidismo. Entre los hombres sin personalidad, sin sello marcado, sin fuerte destino, entre los hombre adocenados y de rebaño hay muchos que perecen por suicidio, sin pertenecer por eso en toda su característica al tipo de los suicidas, en tanto que, por otra parte, de aquellos que pos su naturaleza deben contarse entre los suicidas, muchos, quizá la mayoría, no ponen nunca mano sobre sí en la realidad. El 'suicida' -y Harry era uno- no es absolutamente preciso que esté en una relación especialmente violenta con la muerte; esto puede darse también sin ser suicida. Pero es especial del suicida sentir su yo, lo mismo da con razón que sin ella, como un germen especialmente peligroso, incierto y comprometido, que se considera siempre muy expuesto y en peligro, como si estuviera sobre el pico estrechísimo de una roca, donde un pequeño empuje externo o una ligera debilidad interior bastarían para precipitarlo al vacío. Esta clase de hombres se caracteriza en la trayectoria de su destino, porque el suicidio es para ellos el modo más probable de morir, al menos según su propia idea. Este temperamento, que casi siempre se manifiesta ya en la primera juventud y no abandona a estos hombres durante toda su vida, no presupone de ninguna manera una fuerza vital especialmente debilitada; por el contrario, entre los 'suicidas' se hallan naturalezas extraordinariamente duras, ambiciosas y hasta audaces. Pero así como hay naturalezas que a la menor indisposición propenden a la fiebre, así estas naturalezas, que llamamos 'suicidas' y que son siempre muy delicadas y sensibles, propenden, a la más pequeña conmoción, a entregarse intensamente a la idea del suicidio.
- HESSE, H. 1967. El Lobo Estepario. Madrid: Alianza Editorial.
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Escena del suicidio de Mouchette, en Mouchette (1967), de Robert Bresson
- Nadine Nortier -
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Robert Bresson: Dios. Cuando la vida es lo que es -ordinaria, sencilla- sin pronunciar la palabra 'Dios', más siento la presencia de Dios en ella. No sé cómo explicar eso. No quiero filmar algo en lo que Dios sea demasiado transparente. Mis primeros films eran un poco ingenuos, demasiado simples. Es muy difícil hacer un film, por eso los hago con gran simplicidad. Cuanto más lejos voy en mi trabajo, cuanto más dificultades encuentro en el mismo, más cuidadoso soy tratando de hacer algo sin demasiado ideología. Porque si esto debe estar al comienzo, no debería estar al final. Quiero que las personas que vean mis películas sientan la presencia de Dios en la vida ordinaria, como Une femme douce frente a la muerte. Pienso en los cinco minutos que preceden a su suicidio. Hay algo ideológico allí. La muerte está allí y el misterio está allí, como en Mouchette, si miramos la forma en que se suicida, puedes sentir que hay algo, algo que, por supuesto, no quiero mostrar o de lo que no quiero hablar. Pero hay allá la presencia de algo que yo llamo Dios, pero que no quiero mostrar demasiado. Prefiero hacer que la gente lo sienta.
- Robert Bresson, sobre Dios (1976), en ZUNZUNEGUI, R. 2001. Robert Bresson. Madrid: Ed. Cátedra.
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