13/11/07

Diario de aprendizaje de Fracaso escolar. Capítulo 11

  • Sesión 14ª - 13 de noviembre

En esta sesión que nos impartió Yolanda profundizamos en los conceptos de integración e inclusión y en sus diferencias. Para ellos nos entregó un texto que consistía en una entrevista realizada a Gerardo Echeita, un profesor de universidad que además es impulsor de la inclusión educativa.

Inevitablemente el término “inclusión” nos lleva a hacernos las siguientes preguntas ¿qué enseñamos, y para qué? Las respuestas se pueden extraer del texto que tratamos en la sesión anterior de Gimeno Sacristán y del de esta sesión. A la primera pregunta responde Gimeno diciendo que los objetivos educativos más valiosos son el deseo de aprender, mejorar el mundo, pensamiento crítico, solidaridad, etc. A la siguiente pregunta ¿qué enseñamos? Echeita responde que para garantizar el máximo rendimiento en las competencias necesarias para participar posteriormente en la vida laboral y social. En esto se puede resumir básicamente la prevención de la exclusión social.

La inclusión se puede concebir como una idea, como una manera de entender la educación, las diferencias y los aprendizajes. Sobre todo parte de la idea de que hay que tratar la diferencias como algo positivo. En esta idea estoy muy de acuerdo ya que me parece que una persona se enriquece más cuando trata con otras personas y situaciones únicas en sí mismas y diversas, que cuando lo hace con elementos estandarizados de la sociedad y de su propia cultura. En definitiva, la diferencia nos enriquece.

Analizando el texto de esta sesión, la entrevista a través de siete preguntas a Gerardo Echeita, se extraen ideas que bien por su innovación, o bien por su carácter complementario de otras que las refuerza, son muy aprovechables.

Comienza haciendo una definición o diferenciación respecto a la integración del término inclusión. Según su idea, no debemos entender a los alumnos incluidos como los fácilmente identificables por características personales o sociales, los debe determinar un estado de bienestar emocional global, mientras se encuentran dentro de un grupo.

Otra idea que me resulta novedosa es el factor mediante él cual, el autor dice, que se puede establecer los límites y carencias de la capacidad del sistema educativo para llevar los valores de inclusión a la práctica. Este factor lo componen los alumnos más vulnerables. Esta idea aleja el concepto de inclusión del de educación especial, al entenderse que no atañe a todos y no solo a un grupo de afectados y a sus familiares.

En la siguiente reflexión del autor se puede encontrar un punto en común con Gimeno, al, en cierta manera, criticar el sistema educativo actual. Lo hace al considerar que dentro del actual modelo organizativo es casi imposible ofrecer a cada estudiante la respuesta educativa que precisa en un marco en el que el conjunto de alumnos es cada vez más diverso. Esta idea enlaza con otras anteriormente vistas, pero también me parece que es un factor muy relevante que nos servirá de hilo conductor para debatir y reflexionar y así seguir profundizando en el conocimiento de este tema. De aquí se puede extraer la siguiente conclusión, y es que quizá la clave del progreso esté en las condiciones que permitan a los centros iniciar y sostener procesos de innovación curricular, con el fin de generar una organización del sistema escolar coherente con las necesidades educativas del momento. En este caso el siglo XXI.

Como guías o caminos a seguir, establece como imprescindible el crear y mantener una fuerte estructura interdependiente positiva entre todos los miembros de la comunidad educativa. Esto es algo que nos comentó Enrique Ceballos, el orientador que vino a clase durante dos sesiones, y es que cuando exista una estrecha colaboración entre todos los componentes de la comunidad educativa, habremos hecho una gran parte del trabajo.

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