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10/1/09

Consigue la respuesta correcta, no importa que entiendas lo que haces

A diferencia de su contenido, no me gusta el título que ha escogido Gimeno Sacristán para el capítulo octavo de su libro. La palabra credo y su propia naturaleza, quizás tuviera un lugar a finales del s. XIX en el ámbito educativo, pero hoy, tomando por herramienta de trabajo la concepción de currículum que hemos trabajado en el anterior bloque de esta asignatura, desde luego que no lo tiene, o mejor dicho, ya que estamos tratando sobre la realidad de nuestra aulas, no debería tenerlo. Así pues, bien por la referencia histórica a la obra de Dewey que ha tardado en ser traducida al castellano cien años, pero mal por utilizarla de cualquier manera que no sea para justificar su falta de lugar en el panorama educativo de hoy día.
¿Deberíamos tener aún un credo pedagógico a estas alturas, o, deberíamos tener ya un mecanismo incorporado a nuestra práctica de corrección de errores? Me refiero a un mecanismo que, a diferencia de cualquier credo, receta o dogma pedagógico, regulara a base de retroalimentación la práctica docente, para el que no hubiera pregunta prohibida o demasiado sensible, que combinara la apertura a nuevas ideas con el escrutinio más riguroso y escéptico de éstas, que seleccionara el trigo de la cizaña, que valorara la diversidad de ideas y el debate, y que alentara el análisis, primero, de lo que hacemos y, segundo, de lo que obtenemos, y por ende la formulación de opiniones. En definitiva la integración de un sistema de enseñanza junto a un sistema autocorrector.

Mi respuesta es un rotundo sí a la segunda opción, a lo que además he de añadir que desconozco la existencia de sistema riguroso alguno que tenga como fin la propia mejora de la práctica docente. Por el contrario si que conozco predicadores con ansias de imponer sus credos. No creo que tengamos que basar nuestra crítica, deconstrucción y posterior reconstrucción alternativa del sistema educativo en la visión carente de sentido evolucionista de algunas personas que parecen no haberse dado aún cuenta del cambio sufrido por la sociedad, tanto a nivel nacional como global, desde que los niveles eran más altos y aún no se había pedagogizado tanto la enseñanza como sucede hoy, pero, aún así, creo que merece una crítica cierto sistema evaluador / comparador del que se sirve esta misma gente para fundamentar la defensa de los males que dicen haber en la educación.

Me parece simplista, de mal gusto e indicador de una falta de visión de la educación como un proceso de formación y mejora personal, que la finalidad del estudio de mayor magnitud que se realiza sobre los sistemas educativos, primero, esté realizado por una organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE), lo vería mejor si esa última E fuera una H, donde significara humanitario, o de la humanidad. Qué manía con confundir el desarrollo económico con el de la empresa humana. Y, a grandes rasgos, lo segundo que no entiendo, o no comparto, es su visión de la globalidad, o del término globalización. Que hay países menos ricos que otros ya se sabe, algunos incluso saben que unos existen gracias a los otros; cómo influye eso en su sistema educativo sería interesante conocerlo para analizar las relaciones implícitas; pero, determinar la calidad de un sistema educativo en función de los resultados de sus alumnos en una prueba estandarizada para todos los países que en esto participan, y con ello elaborar listas cuyo último fin es la comparación entre estos países, creo que es una visión equivocada, o una utilización interesada, del término globalización, pues éste debería estar dentro de las aulas, en los contenidos del currículum y finalmente en la mente de los alumnos con el fin de enriquecer y potenciar sus herramientas analíticas para comprender el mundo actual, para hacerlos en última instancia más conscientes de la realidad que viven. Pero aquí la globalización se entiende como comparación de resultados, de productos, como si la educación fuera un negocio, y este informe la contabilidad de gastos y beneficios. Qué equivocado debe estar Gimeno, desde la perspectiva de los defensores de estas praxis comparativas, cuando considera la educación como una actividad contrafática y no natural y cuyo éxito debiera ser medio por el fracaso que es capaz de evitar y por las resistencias que logra vencer.

Quizás el primer paso para no equivocarnos con estas pruebas y sus resultados fuera definir el propósito de la educación, y su integración con el de la humanidad, y tras ello, un segundo paso consistiría en adquirir una actitud crítica y escéptica ante la realidad educativa que nos llevara a ver, por ejemplo, que los propósitos del informe PISA siguen un norte distinto a los de la educación.

El escepticismo, al igual que su antónimo, la credulidad, deben ser cultivados entorno a una persona para que ésta adquiera los hábitos tanto del uno como de la otra. Mi opinión es que la batalla en el terreno educativo la está ganando la credulidad. Y no es por que sea muy difícil dominar los principios del escepticismo, véase un comprador de un coche de segunda mano, lo que ocurre es que la educación tiene una larga tradición donde siempre ha primado más el resultado que el proceso de aprendizaje, donde el rol del docente era el de proveedor del conocimiento del discente, donde la participación activa del alumno en la escuela se ha reducido al periodo de recreo, donde siempre ha estado presente la función reproductora de la sociedad de la época, y donde en esas épocas siempre ha habido un estamento de los que mandan y otro de los que obedecen, donde las mismas materias (producto éstas de la compartimentación del conocimiento que se posee del mundo) que se impartían ayer son las que se imparten hoy, donde la organización y disposición de los elementos de un aula, profesor y alumnos incluidos, poco ha cambiado.

Así hemos llegado hasta hoy en día, con una educación basada en la credulidad, como si aún fueran pocas y poco potentes las fuentes inagotables de credulidad que ya existen en el mundo: política, economía, publicidad y religión. ¿Por qué no aprovechar el gran potencial de la educación para comenzar a crear una sociedad más escéptica, que no se lleve las manos a la cabeza por haber descendido dos puestos respecto a la última vez en el informe PISA? ¿Por qué no aplicamos los mismos niveles de escepticismo al comprar un coche usado que al diseñar y emprender el acto de enseñanza-aprendizaje?

No pretendo, ni me gustaría, que la redacción de esta reflexión se convirtiera en una búsqueda de conspiraciones, pero lo que sí es evidente es que quien ostenta el poder en cualquier momento y lugar, lo primero de lo que se preocupará es de mantenerlo, y lo segundo de buscar medios para que el resto no adquiera posiciones excesivamente críticas sobre su posición y el uso que hace de su poder. En definitiva creo que los que tienen algo que vender, los que desean influir en la opinión pública, los que mandan, ya no es que carezcan del deseo de fomentar el libre pensamiento y el escepticismo, sino que tienen interés en todo lo contrario, en no fomentarlo. La educación es la herramienta para contrarrestar este fenómeno contraproducente para la humanidad, pero aún hemos de aprender a comprenderla, depurarla y optimizar su funcionamiento.

Así pues, al entender que la educación en general no cumple con dicho cometido, trataré de buscar sus problemas en la diferencia existente entre lo que, desde mi opinión, debería ser, y lo que percibo que es.

No es muy extraño encontrar argumentos que traten de explicar los problemas de la educación de hoy partiendo de la idea de que antes de que se produjera la mezcla cultural que hoy existe en el territorio español, es decir, décadas atrás, el sistema educativo funcionaba mejor que en la actualidad. Existe más diversidad sociocultural, eso es evidente, pero ¿realmente es ésta el motivo de los problemas de la educación actual? o más bien, ¿habría que preguntarse si antes de llegar al actual nivel de inmigración ya funcionaba correctamente el sistema educativo? Si retomamos lo que decía Gimeno acerca de cómo medir el éxito de la educación y lo aplicamos al caso, desde mi punto de vista uno de los obstáculos, o resistencias, que se deberían haber superado sería, por ejemplo, el de hacer abuso de poder desde los cargos políticos adoptando posiciones prejuiciosas, sobre todo tratándose de materia educativa. ¿Cómo puede ser que si el sistema educativo español, en el que se educaron algunos políticos de hoy, era tan bueno hace varias décadas, hoy nos peleemos por la implantación, o no, de un espacio neutral para la reflexión, análisis y estudio del sistema democrático, el tratado de los derecho humanos y los valores comunes de la ciudadanía, cuando además éste ya es contemplado por los currículos europeros? No tengo otra respuesta que no sea reconocer que el sistema educativo de entonces quizás no fuera tan bueno como lo quieren ver, y hacernos ver, cierta parte de la sociedad. Debates como el actual sobre la Educación para la Ciudadanía son muestra de que, ni antes el sistema educativo cumplía su verdadero cometido, ni a día de hoy tenemos asegurado que lo cumpla gracias al estamento político, fuente de credulidad. A ellos les lanzaría la siguiente pregunta ¿puede existir una materia más transversal y global sobre la que trabajar que el propio sistema político y social donde hemos nacido y que debemos aprender a cuidar y utilizar, ya que así garantizaremos el futuro? ¿Algo más importante que los derechos humanos que amparan a todos los ciudadanos del mundo? Aunque vista la violación sistemática de éstos últimos por parte de algunos países, a lo mejor, me podría ahorrar la pregunta. Me pregunto, ya que los gobiernos, amparándose en el sistema establecido, hacen que la educación sea obligatoria, ¿porqué no hacer también obligatorio el estudio y conocimiento del propio sistema que les legitima para imponer tal obligación a los niños? Tras ver casos como el del gobierno de la Comunidad Valenciana y su ciudadanía en inglés, me resulta aún más evidente que el estamento político puede que no tenga interés alguno en que la ciudadanía adopte posiciones escépticas y demasiado críticas ante su entorno, dentro del cual se encontrarían los propios gobiernos. Casos como éste también son muestra de la victoria de la credulidad dentro del sistema educativo.

De los políticos deduzco que debe ser económicamente más eficiente para conseguir su máximo propósito y fin último, esto es, la aceptación social mayoritaria, redactar una nueva ley educativa que cambie todo para no cambiar nada, y que al final acabe consiguiendo el cambio al mal humor por parte de los docente debido al desconcierto general, que pararse a pensar y analizar el factor más importante sobre el que se fundamenta toda la educación, es decir, el cuerpo de maestros. ¿Para que ponerse a retejar la casa si los pilares están aún en peores condiciones? ¿Acaso no se han dado cuenta los políticos, de que el sistema formativo para los futuros docentes es deficiente? ¿También obvian que el sistema de acceso a la docencia es más que deficiente, incapaz de seleccionar a los mejores futuros profesionales? Quizás desde las alturas no lleguen a vislumbrar bien la base y por ello sea más habitual, y más fácil deduzco yo, emprender reformas educativas consistentes en cambiar el orden de los factores para que el producto siga siendo el mismo, que tomar la decisión de cambiar los propios factores. Creo, en definitiva, que una verdadera reforma educativa no debería obviar la deficiente formación actual de sus futuros profesionales y el ineficaz método de selección, si es que pretende ser una auténtica re-forma.

Por otra parte, también encuentro otro síntoma de que la política en educación se empeña en hacer de su oficio, no como dice Gimeno cuando cita a Aristóteles el arte de lo posible, sino el arte de la credulidad. Me cuesta creer, y más aún entender, que sus leyes educativas son producto de un serio proceso de reflexión y análisis, no sólo de la realidad actual, sino también de la de épocas pasadas. ¿Cómo puede ser que un logro de los políticos españoles del s.XIX en educación, crear una ley de bases sobre la que pueda construir el sistema educativo nacional cualquier gobierno, no esté presente hoy día? Pues se me ocurre que guiándose más, a la hora de legislar, por el interés en recaudar votos que en hacer un sistema educativo próspero. Es decir, no encuentro el escepticismo ni a la hora de educar, ni a la hora de legislar, con lo que acabamos obteniendo una red de relaciones circular, a partir de la cual se me hace más obvia la necesidad de comenzar a utilizar la educación con el objetivo de cultivar la futura consciencia del actual alumno para que entienda mejor el mundo en el que viva cuando salga de la escuela. Y, retomando el bloque anterior de esta asignatura, entiendo también que los docentes se apoyen mayoritariamente en los objetivos a la hora de programar y diseñar currículos que en los principios de procedimiento, representantes, a mi modo de ver, del escepticismo llevado a la educación.

Decía anteriormente que aprecio una relación de forma circular entre lo que se hace en el marco legislativo y lo que sucede dentro del aula, y por consiguiente, de lo que sale de ella. Ahora trataré el lado más cotidiano de esa relación, y así vuelvo a caer en un estado pesimista cuando trato de buscar coincidencias entre el contrato pedagógico del texto de Gimeno y la realidad de las aulas, la cual, dada mi ausencia de experiencia como docente, la analizaré desde mi experiencia como alumno.


Si he concluido anteriormente que el propósito de la educación sería conseguir dotar a los alumnos de las herramientas esenciales para valorar eficazmente cualquier afirmación de conocimiento, y así, al salir de la escuela, no sólo emplear el escepticismo al comprar un coche de segunda mano sino en cualquier actividad de si vida, ¿cómo es que la percepción que tengo ahora de lo que fue mi educación secundaria se resume en la frase “consigue la respuesta correcta, no importa que entiendas lo que haces”, y que más tarde se constató e hizo explícita en el famoso examen de selectividad? Decididamente no funcionábamos siguiendo el contrato pedagógico que propone Gimeno.

Dentro de esa predisposición e imposición a la memorización, también encontré resquicios, no muy abundantes, donde se podía encontrar la inspiración a través del cultivo del escepticismo y lo asombroso. Frente a la mecánica de encontrar una determinada respuesta o suspender, algunos osados nos ofrecía la posibilidad de profundizar en nuestros propios intereses, en nuestras ideas o errores conceptuales, adentrarnos en una perspectiva evolutiva, en ideas erróneas que todo el mundo había creído ciertas en otra época, lo que en definitiva acababa convirtiendo los ambientes en embriagadores, en vez de opresivos. De esta manera, cuando lo que aprendes tiene un sentido, es muy difícil que un contenido no se convierta en relevante. El objetivo de todo profesor debería ser convertirse en alguien que no sólo sea capaz de entender lo que trata de explicar, sino que sea capaz de explicar lo que entiende, de lo contrario acabará convirtiéndose en alguien que enseña recetas como si a él se las hubieran revelado tiempo atrás en el Monte Sinaí. De igual manera el alumno juega un papel fundamental, es quien va a recibir el contenido que le ayudará a tomar conciencia, y por ello otra labor del profesor será la de tratar de leer a sus alumnos, aprender de ellos, pues no todos son iguales, a pesar de que estén compartimentados en función de su edad.

De lo anterior se puede extraer la conclusión de que el docente también debe tener capacidad de decisión en la selección de los contenidos a impartir, aunque no toda. En lo mismo que se asemejan un científico de cualquier campo con un divulgador científico encargado de llevar ese conocimiento al pueblo, se debe asemejar un profesor a la materia que se disponga a trabajar con los alumnos.

28/10/08

Para maximizar los beneficios es necesario que dominemos nuestra herramienta de trabajo, el currículum

Esta creo que es la idea de fondo que quieren transmitir en sus textos tanto Contreras como Gimeno, a la vez les que sirve también de guía para exponer sus argumentos a lo largo de sus dos textos, de los cuales voy a tratar de sintetizar las ideas que considero más relevantes para elaborar el primer capítulo de mi diario de aprendizaje de esta asignatura.


Nuestro oficio de maestros consiste en, y también diría que es su fin último, conseguir que lo que se aprende en la escuela tenga valor para los alumnos cuando salgan de ella. Esta es la verdadera cuestión a resolver, y la forma de hacerlo pasará por encontrar y llevar a cabo soluciones prácticas a los problemas que nos encontremos para seguir avanzando y construyendo el proceso de enseñanza – aprendizaje.

Aquí es donde entra nuestra herramienta como solución a esas cuestiones y problemas, y lo hace de manera conceptual pues en su esencia contiene las respuestas a las preguntas de qué, cómo y por qué enseñar. Así pues, nos capacita para responderlas.

Si por una cara de la moneda, nuestra herramienta representa las soluciones a aplicar al proceso de enseñanza y aprendizaje, por la otra representa problemas, al ser, como he dicho antes, esa piedra angular donde queda concebida la forma de plantearse la acción de la enseñanza, de tal manera que ésta contenga todas aquellas virtudes educativas que le pedimos a la práctica de nuestro oficio.

Siguiendo con el argumento anterior, si consideramos al currículum como una herramienta, es evidente que deberemos aprender a dominarla para conseguir de ella los mejores efectos posibles, es decir, nos involucraremos en un proceso de aprendizaje, y este puede seguir varios caminos.

Uno de ellos es el que se nos plantea desde la concepción del currículum como un instrumento, y creo que puede ser relativamente fácil de seguir desde una perspectiva tecnicista de la enseñanza, y consecuentemente del aprendizaje. Desde aquí la faceta problemática del currículum se encuentra en el “cómo funciona”, esto es, el qué hacer en cada momento, a modo de manual de instrucciones. Entonces, me pregunto, ¿qué lugar ocupa en esta concepción del currículum el aprendizaje sobre nuestra herramienta? Ninguno me atrevería a decir, es decir, sabremos si funciona o no, pero no sabremos el porqué. Estaremos capacitados para reclamar otro, pero no para manejarlo, ni moldearlo, ni ajustarlo para que sea eficiente. Así pues habrá que concebir otro, si realmente queremos poder ser capaces de manejar nuestra herramienta de trabajo, entre otros motivos por que, como señala Gimeno cuando habla de lo explícito y lo implícito del currículum, dentro de éste mismo no se puede contemplar todo lo que da sentido a la práctica, ni todos los contenidos de las acciones.

En un currículum donde se expresa el sentido educativo de la práctica mediante objetivos a conseguir, donde se establece el valor de éste mismo en función de los resultados que prevea desde un principio parece como si no hubiera lugar para la experimentación, para las hipótesis de actuación, para el error y la corrección, y a mi entender, resulta que es todo esto último lo que puede proporcionar un aprendizaje verdadero al profesional sobre su herramienta de trabajo.

Llegados a este punto, me parece preciso preguntarse porqué utilizar una solución terminada, algo cerrado y que en teoría debe funcionar por sí sólo para dar respuesta a un entorno dinámico y cambiante por mucho que el currículum concebido como instrumento se empeñe en normalizarlo. El sentido de la práctica debería contemplar el problema educativo que quiere abordar y partir de una hipótesis de actuación con la que experimentar, y no guiarse por un supuesto estado final. Dentro de esta relación entre lo que se pretende (problema educativo a abordar) y lo que se propone (hipótesis de actuación) se van a gestar formas básicas de actuación para el profesor, las cuales se ajustarán a la circunstancia concreta y servirán a su vez para buscar la estrategia de actuación más ajustada a cada caso. Es lo que Gimeno y Contreras denominan principios de actuación.

En mi opinión, a diferencia del sobradamente conocido “objetivo”, el “principio” representa una lógica de actuación aplicable, o mejor dicho, adaptable a cualquier situación más o menos previsible, así el profesor lo traslada al aula y así también llegamos al espacio de experimentación, abierto, a diferencia del anterior, y donde hay lugar para la búsqueda y exploración de soluciones, es decir para el aprendizaje. En otras palabras, si concebimos nuestra herramienta de trabajo de esta última manera, como una estrategia, como un escenario donde indagar, cuestionar y reformular, daremos lugar a la posibilidad de aprender acerca de ella.

Volviendo a Gimeno, éste argumenta, en contra del currículo cerrado, que los resultados de la educación residen en el cómo se plasman los efectos del currículo en sus receptores, y no en el orden de los objetivos. Pues bien, creo que se podría extender este principio a lo que decía Contreras. Así pues, se podrían identificar dos tipos de destinatarios en función de la relación que mantengan éstos con el currículo. Un mejor resultado no sólo habría que buscarlo, es decir, no sólo significaría una más efectiva influencia en los alumnos, sino también en el profesor. De esta manera, una relación enriquecedora entre éste último y su herramienta de trabajo en la que el currículo sirviera de estímulo al profesor, y se convirtiera en un material de aprendizaje para éste también, sería un indicador del éxito del proceso.

Después de todo lo dicho voy a tratar de articular mi última idea que gira entorno a la concepción del oficio de docente. Ésta concepción creo que puede uno de los pilares para entender el currículum como espacio de experimentación, y a su vez uno de los impedimentos para que esta forma de utilizar nuestra herramienta no sea el “modus operandi” habitual. Dentro de la perspectiva del currículum cerrado el profesor es una figura dependiente. Si no le funciona una receta pide otra, y así se ahorra el profundizar en los significados de los problemas que encuentre, y por consiguiente se inutiliza a sí mismo para idear nuevas soluciones. Por contra, podrá desarrollar múltiples amistades con personajes de las editoriales. Así pues, lo que está buscando es una solución, y lo que se quiere ahorrar es el proceso de aprendizaje que le capacitará para encontrarla. Por esto creo que una concepción diferente del papel del profesor en donde las funciones, que señalo al principio del texto, de encontrar y llevar a cabo soluciones prácticas pertenecieran a él, y donde el papel de la Administración no fuera más allá de crear condiciones y proporcionar medios, ayudaría a la práctica del currículo como un espacio de experimentación, donde el epicentro se situé en cómo aprenden los alumnos, en qué experiencias han de tener o qué competencias generales deberían adquirir, en definitiva, abrir un poco más la puerta para poder escuchar mejor “la voz de los niños”.

16/1/08

Diario de aprendizaje de Fracaso escolar. Capítulo 19

  • Sesiones 27ª y 28ª - 15 y 16 de enero

Las dos últimas sesiones de la asignatura, al igual que las dos anteriores, las impartió Adela. La última sesión fue destinada a que expusiéramos nuestras respuestas a las preguntas del guión, y posteriormente a que aportáramos nuestra visión del texto completo de Gimeno, es decir, el de las dos sesiones anteriores y el de estás últimas, mediante una opinión de lo que nos había parecido en general. Tengo que decir que no intervine apenas en el “debate” que se produjo ya que la línea central que estaban siguiendo las opiniones de las dos compañeras que más estaban aportando no iba en la misma dirección que la que hemos forjado durante este curso, la cual es bien distinta, además de que la conclusión general que en teoría obtuvimos fue que “era un texto desfasado visto desde la práctica” y que “la teoría va detrás de la práctica”. No ha sido la clase en la que más cómodo me he sentido, ni de la que más he disfrutado de la asignatura, y reflexionaré sobre lo que sucedió, y sobre las ideas que se expusieron en clase, y que también Adela dio como válidas, ya que creo que teniendo en cuenta el proceso de aprendizaje que deberíamos haber recorrido a lo largo de esta asignatura, no son las más apropiadas. Me parece que está última idea es un síntoma de que estoy comenzando a posicionarme. Dichas reflexiones las trataré tras haber comentado el texto de Gimeno “Modos de aprender los saberes: De la disciplina del escuchar a la de leer y escribir” y las ideas que de este me han surgido, y haber respondido a las preguntas que plantea Adela en el guión sobre dicho texto.

Sobre este texto lo primero que tengo que decir, una vez que lo he leído por completo, es que me ha dejado asombrado por la enorme capacidad de análisis que muestra el autor sobre la realidad escolar. Quizás por ello, mientras lo leía me daba cuenta de que poco podía añadir yo mediante reflexiones a lo que expone, más que mostrar mi admiración por esa forma de pensar y por cómo la utiliza en este caso, para realizar una maravillosa deconstrucción de la escuela como institución.

Comienza justificando la existencia de ésta institución como una forma de reconstrucción de lo que no podemos observar directamente, hecha mediante imágenes y palabras que son los medios para relacionar y hacer llegar lo que el autor denomina la experiencia colectiva acumulada a los sujetos carentes de ella. Considera que la palabra leída o escrita es el medio por antonomasia de comunicar experiencia o relacionarse con el mundo no presente, con lo que la forma en la que se utilice ésta, será determinante de la identidad del alumno que resulte del proceso de aprendizaje. Por lo tanto los distintos modelos pedagógicos posibles difieren en las maneras de decir, escuchar, leer y escribir, y en las combinaciones entre ellas, así por ejemplo el paso a las formas didácticas más modernas sucedió cuando al alumno se le permite hablar, leer y escribir con más autonomía y libertad. Esta pedagogía le da nuevos usos al lenguaje como el diálogo, la crítica, así como la ampliación de la gama de textos de posible lectura, y la utilización de la escritura para expresar su propio pensamiento.

Con lo expuesto anteriormente creo que se puede responder a la primera pregunta del guión que nos entregó Adela y que se refiere a cuáles son las sugerencias del autor en cuanto a la forma de utilizar la palabra en clase, y que si las consideramos válidas para cualquier contexto y edad. En cuanto al contexto, creo que no debe de afectar en gran media al uso que se haga del lenguaje en él. Considero válidos los usos del lenguaje basados en el diálogo y la crítica, y la variedad de textos y posibilidad del alumno a que exprese su propio pensamiento en cualquier contexto. Por otra parte, en relación a la edad, considero que, cómo se dice en el texto, primero se deben de dominar los instrumentos básicos para la adquisición de la cultura, para posteriormente fomentar la capacidad de iniciativa y autonomía personal. También he de decir que a diferencia de otras sesiones en esta me ha costado más responder a las preguntas, y creo que se debe a que el texto, el cual contiene ideas más complejas y más elaboradas que los anteriores, lo hemos trabajado menos y peor que en otras sesiones cuando nos dedicamos a exponer las ideas sobre éste toda la clase en conjunto.

Para pasar al siguiente punto de mi reflexión sobre el texto, quiero comenzar en una reflexión que lanzó una compañera en clase, y que decía que la escuela debe de transmitir los valores de la sociedad donde está enclavada. A esto responde Gimeno, mediante un análisis excelente del fenómeno de la escolarización, el cual, no podría dejar de reflejar determinados rasgos y usos vigentes de la cultura donde se encuentre. De esta reflexión de Gimeno yo obtengo una idea algo distinta a la de mi compañera y es que no debemos de centrar la actuación en transmitir los valores de nuestra sociedad, ya que en sí mismo es algo inevitable. Un uso cultural muy importante son las formas de comunicación de los seres humanos, con lo que consecuentemente la escuela las domesticó, haciendo de ellas los instrumentos necesarios para desarrollar los procesos de comunicación, de pensamiento y de apropiación de la experiencia, así se tuvo que “naturalizar” el mundo artificial convirtiéndolo “a la medida de los menores”. Por lo tanto, el reto esencial de la escuela ha sido y seguirá siendo el de cómo hacer posible que los alumnos acepten el régimen de comportamiento que les imponga esa abstracción de lo simbólico. De esta reflexión de Gimeno creo que Adela extrae la siguiente cuestión del guión, la cual alude a cuáles son las posibles estrategias a plantear para atraer el interés del alumno/receptor del mensaje, a la que se refiere Gimeno de la siguiente forma: salvar la brecha entre el mundo al alcance de los sentidos y sus representaciones abstractas.

La pregunta que planteó Adela me pareció tan abierta a posibles variantes y contextos que no supe darle otra respuesta, más que la siguiente, aunque sé que es una obviedad, ésta es que planteando actividades de aprendizaje atractivas y motivantes a los alumnos/recptores se seguiría un buen camino. Supongo que teniendo en cuenta las circunstancias del contexto en concreto, valiéndote de tu experiencia previa y pensando al respecto podrás encontrar una estrategia adecuada. Pese a lo anterior creo que Gimeno reflexiona al respecto cuando dice que el conocimiento, por parte de los alumnos, se podría extraer mediante la observación dirigida por la reflexión que busca la organización de las impresiones. Después de esto, mediante el lenguaje hablado, se comunicarían significados: mostrando el contenido por medio de la narración, elaborándolos mediante la discusión y el diálogo, ejercitándolos mediante la exposición y comprobándolos con el interrogatorio. Considera que por reafirmar valores como el “buen saber decir” o “hablar bien” no habría que tener miedo a ser tachado de tradicionalista, ya que son cualidades que denotan la calidad de la educación, y que normas inherentes a esa forma de comunicación oral son las que la han desprestigiado, condenando al alumno a escuchar sinsentidos más que incitarlos a pensar y hablar. Según avanza el texto encuentro otro argumento de Gimeno que completa lo anterior y que, creo, que sirve para responder a la cuestión planteada por Adela, éste es que al igual que existe una pedagogía tradicional de verbalismo vacío, existirá con las nuevas tecnologías, ya que no es el escenario ni el modo de comunicación lo que hace que la práctica educativa sea tradicional o moderna, conservadora o innovadora, sino la relevancia del mensaje, la atracción del mensaje, la efectividad de la comunicación y los efectos secundarios o derivados del mensaje.

Para resolver esta segunda cuestión soy consciente de que he utilizado muchos argumentos de Gimeno y no míos propios, esto es debido a que los considero muy elaborados y profundos, consistentes entre ellos, resultado de muchas y muy buenas reflexiones, quizás más de las que yo soy capaz de realizar actualmente, pese a ello, las entiendo y las comparto, y por eso las expongo.

Podría seguir exponiendo argumentos de este autor pero considero que ello significaría descentrarme del objeto que tiene este diario de aprendizaje. Aunque quiero exponer brevemente mis reflexiones una cuestión que aparece en el texto, es la influencia de la religión en la educación. Gimeno alude a esto al decir que la forma y la estructura del espacio escolar de la actualidad es el resultado de una génesis que refleja las formas de comunicación dominantes en cada lugar y momento, y que ello nos indica que aquel medio que no sea un espacio para hablar todos con todos se parecerá más al modelo de una iglesia, al que se refiere más adelante como los espacio de indoctrinación por excelencia, y todo ello es debido al orden de comunicación unidireccional. Esta reflexión me parece maravillosa, ya que es fruto de una completa reconstrucción de la realidad hasta llegar a ser consciente de la losa que supone la religión para el avance de la humanidad. No lo sé, pero creo tristemente que gran parte de enemigos y detractores que tenga Gimeno se los habrá ganado, de forma injusta, por afirmaciones en ese último sentido.

En la siguiente parte del texto el autor aborda el cambio progresivo de la oralidad al dominio de la lectura silenciosa, y como el dominio y el ejercicio de escritura y lectura son a la vez objetivo fundamental de la educación institucional e, instrumento esencial para la mayoría de los restantes objetivos. Para exponer la siguiente idea que me surgió leyendo esta parte voy a partir de una reflexión que hace Gimeno, cuando dice que un ejemplo de las tradiciones educativas en las formas de comunicación se aprecia en la lentitud con que las prácticas educativas aprovechan los avances tecnológicos. Respecto a esto otra compañera durante la clase se posicionó en contra, opinaba que mirando desde la práctica, la teoría siempre va con retraso. Yo creo que para otorgar la razón a alguno de los dos habría que observar lo que sucede con el uso del libro de texto: la compañera argumentaba que el libro de texto es considerado por los profesores como una herramienta al igual que puede haber otras, pero por otro lado creo que lo consideran como algo insustituible dentro del aula ya que acusaban al presente texto de Gimeno de desfasado al no nombrar la forma en la que la ley alude a la regulación de los libros de texto o algo parecido. Por lo tanto creo que Gimeno acierta y que una de las causas del fracaso escolar puede ser que el sistema escolar todavía no haya asimilado la enorme brecha que ha originado la reciente revolución de Internet, entre la capacidad de uso de esta herramienta por parte de las últimas generaciones denominadas tecnológicas, y las prácticas predominantes en la escuela. Parece que nos está ganando el peso de las tradiciones educativas en las formas de comunicación.

La siguiente pregunta del guión que nos entregó Adela hace referencias a la relación entre disciplina y el nuevo orden pedagógico que imponen la lectura y la escritura en la escuela, en el que Gimeno considera que se originaron metodologías híbridas, las cuales hoy subsisten. La cuestión que plantea Adela aparece mencionada en el punto “d” del guión que hace el autor sobre las características de este nuevo orden pedagógico. Así el alumno pasa a ser un intérprete en un ambiente aquietado, se exige una disciplina de carácter más interno que externo, necesariamte adoptando un papel sosegado. La justificación es que al leer, cuanta más atención y energía se dedique a la deconstrucción interior, cuantos más significados se produzcan, cuantas más sean la relaciones que se establezcan son significados previos, más riqueza tendrá el mensaje asimilado. En relación a esto Adela nos propuso un simil relacionado con su faceta de musicoterapeuta, primero puso el ejemplo de cuando se aprende a tocar un instrumento en edades tempranas, si en ese momento se enseñan las técnicas adecuadas relacionadas con la posición optima para toca, cuando se tenga una mayor edad menores serán los dolores físicos ocasionados por tal práctica. A mí inmediatamente se me ocurrió el siguiente argumento: es que la escuela debe educar para vivir la vida, educar para pensar, no para ser una “oveja más del rebaño” tal y como desean muchos órganos de poder. No consigo ver las relaciones existentes entre enseñar para vivir, y enseñar para tocar un instrumento musical. Pese a pensar eso en aquel momento, no tengo claro como posicionarme respecto a la disciplina impuesta por la lectura y la escritura en la escuela, quizás sea por que la única referencia de la práctica que tengo es la que he vivido, y en ésta, creo que la disciplina a la que se hace referencia si estaba presente.

La última pregunta a la que se refiere el guión de Adela es sobre nuestra alternativa posible al sistema educativo en el que nos hallamos inmersos. No quiero ser demasiado meticuloso, pero creo la que la inclusión en esa cuestión de la palabra “posible” es a causa de que Adela trabaja en un Instituto de Secundaria, y quizá con el fin de obtener respuestas concretas, tangibles y aplicables dentro del actual sistema educativo. Quiero relacionar esto último con lo que apuntaba Gimeno en su texto “¿Quién fracasa cuando hay fracaso escolar?”, es algo que creo que ya he comentado en otros lugares de este diario, es atreverse a pensar que el actual sistema es sólo uno de los posibles, el cual da respuesta a un contexto sociocultural diverso, heterogéneo y cambiante, por lo que mi deducción es que el sistema escolar no puede ser monolítico y cuyas prácticas sean homogéneas por que caería en la jerarquización y en la exclusión, y eso se contradice con el principio de universalización y comprensividad de la educación que vimos a principios de curso.

Creo que se puede deducir de todo lo anteriormente expuesto que esta última sesión me dejó un sabor un tanto agridulce, ya que se acabó tachando el texto de desfasado, y no hubo nadie dijera nada en contra. Me es inevitable pensar que si Laura hubiera podido estar con la clase esta última sesión en la que acabamos de trabajar el texto de Gimeno, el proceso de aprendizaje hubiese llegado un poco más lejos, en cuanto a la relación de estás última ideas con algunas previas. Esto me parece que es muestra de lo importante que es saber ser un buen profesional, y que no basta solo con posicionarse respecto a cuestiones, sino que es necesario saber llevar a cabo un proceso de aprendizaje. Aún así creo que soy capaz, aunque lo voy a hacer de un modo esquemático, de dar respuesta a la última cuestión planteada en el guión:

Escuchar --> Leer --> Escribir --> ¿Pensar?

Este esquema lo realizo aprovechando la división en etapas de la evolución en la consideración del modelo de alumno por parte de la institución educativa.

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9/1/08

Diario de aprendizaje de Fracaso escolar. Capítulo 18

  • Sesiones 25ª y 26ª - 8 y 9 de enero

Estas sesiones y las dos últimas nos las impartirá otra profesora, Adela, la cual ejerce como profesional de la educación en un instituto de secundaria.

Estas sesiones son las cuatro últimas de la asignatura, y consistirán en tratar dos textos correspondientes a dos capítulos del libro “El Alumno como Invención” escrito por José Gimeno Sacristán. El primero de los textos se titula “La disciplina a la que obliga una cultura de disciplinas”.

Antes de empezar a profundizar en el texto he de decir que éste me parece el mejor hasta la fecha (será por que son las últimas sesiones), escrito con una calidad indiscutible por parte de su autor como se puede apreciar en la primera reflexión del texto, sobre una afirmación de Nietzsche, “…el saber no contiene en sí mismo la fuerza para imponerse, necesitando de otros poderes…”. A raíz de esta afirmación consigue exponer una serie de ideas para demostrar que el sistema educativo no hace nada para evitar que se cumpla esa afirmación.

Comienza diciendo que el peso de las diferentes tendencias en cuanto a concepción del término cultura es variable en diferentes estilos metodológicos, y que el resultado final de la pedagogía es una síntesis de todas ellas. De las diferentes acepciones que plantea hay una sobre la cual en clase opinamos que se relaciona más con nuestro concepto actual de Atención a la Diversidad. Esta es que la cultura escolar es apreciada como una base en la que apoyar la identidad cultural de tipo étnico. De las otras dos creo que hay una que coexiste con la nombrada anteriormente, y es que la cultura no es tanto un objeto que se debe asimilar sino un medio para ampliar la experiencia del alumno en desarrollo.

Continúa argumentando que lo que hace la escuela es “producir” a través de sus prácticas, algo singular, a lo que llama la cultura curricular. Está compuesta por la información que se transmite al alumno y que tiene como mayor aspecto característico a ella misma debido a que son saberes que sólo se adquieren en la escuela, ya que otros agentes no se ocupan de ellas, y que además reflejan y se imparten según las rutinas. De esta manera el autor cierra el círculo para volver a la reflexión de Nietzsche y considerar que tras lo anteriormente expuesto parece inevitable que se cumpla.

El texto continúa ofreciendo una de las mejores definiciones posibles de currículo escolar, esto es una selección de la cultura elaborada para estudiantes, a su vez determinada por la visión de lo que se crea que se ha de aprender. De esta manera surge una función que debe de adoptar el alumno, absorber un saber, que en muchas ocasiones, sólo si justifica en función de los propios ritos a los que está sometido. Uno de estos ritos puede ser el proceso de transformación que sufre el contenido inicial, para acabar siendo plasmado por los libros de texto, las explicaciones del profesor y las respuestas correctas a los exámenes. Después de leer esta parte del texto, entiendo y comparte bastante más la posición que adoptaba Gimeno en el texto titulado “¿Quién fracasa cuando hay fracaso escolar?” desde la que argumentaba una factible abolición del actual sistema de evaluación, que entre uno de sus resultados se encuentra la jerarquización que produce en los alumnos.

Para ejemplificar lo anteriormente dicho sobre la cultura curricular propone un ejemplo consistente en dos mapas conceptuales sobre una necesidad básica del ser humano, alimentarse. En un mapa, creo que elaborado por el autor y sus colaboradores, parten de la premisa de enseñar para la vida, de esta manera reflejan los múltiples y diversos aspectos que se reúnen alrededor de este tema, incluidas las implicaciones en las actividades ordinarias que realizamos. De esta manera el aprendizaje se produciría de manera casi involuntaria y causal, conformando el saber del sentido común de los alumnos. Observar este mapa me ha resultado casi como quitarme unas vendas de los ojos, y llegar a cuestionarme porqué no se hacen así las cosas en educación. Por ejemplo ¿porqué no se explica a los alumnos, que por culpa de las multinacionales y gobiernos a los que nosotros enriquecemos día a día, hay personas en otra parte del planeta que mueren por no alimentarse correctamente o ni siquiera poder hacerlo? Seguramente se desataría el sentido lógico de los alumnos, y eso es algo que iría contra el propio sistema establecido en el que no es requisito indispensable pararse a pensar sobre la realidad.

Veo múltiples ventajas en este mapa conceptual ya que globaliza la actividad en cuestión, relaciona aprendizajes de distintas áreas y a su vez con la vida cotidiana, esto exigiría la coordinación entre profesores, la utilización de recursos más variados, produciendo un aprendizaje más integrado y también más atractivo, con la consecuente repercusión positiva que tendría esto último sobre el olvido, en definitiva, se cambia el rol del alumno. Ahora se necesitan alumnos que piensen y que se cuestionen aspectos de la realidad, y a su vez profesores dispuestos a hacerlo y salirse de la rutina diaria de utilizar el libro como si fuera la buena nueva de cualquier religión.

La siguiente cuestión del guión que nos proporcionó Adela se refiere a las posibilidades reales del profesor para modificar el currículo. Primero quiero exponer una serie de ideas que aparecen en el texto, tales como que la cultura curricular es la que dicta lo que se aprende y la forma en que se aprende, es decir actúa como molde determinante de las actividades y para el pensamiento de los alumnos. Si a esto anterior le añadimos las conclusiones que se desprenden del siguiente mapa conceptual que muestra el autor, perteneciente a un libro de texto, donde los conceptos son presentados de forma esquemática, y lejanos de la experiencia cotidiana haciendo avanzar muy poco la información de los alumnos, desde mi punto de vista es muy difícil quedarse sin hacer nada por parte del profesor. Desde luego mi concepto de profesor es alguien con una actitud lo suficientemente crítica para plantearse las cuestiones anteriormente expuestas, y llegar a la conclusión que ya he nombrado otras veces en el diario, y es que esta forma de organización es sólo una de las posibles y, desde luego, viendo lo anterior, se puede decir que es no la mejor.

Cuando leí la cuestión que planteaba Adela me surgió la idea de que el profesor puede jugar sus bazas para cambiar el currículo de dos formas. Una de ellas es desde dentro del aula mediante prácticas no homogeneizadas, que respeten los diferentes ritmos de aprendizaje, que este aprendizaje sea cercano a la experiencia del alumno, que los aprendizajes estén integrados, prescindir hasta que no sea del libro de texto hasta que no sea imprescindible etc. La otra forma de actuar es desde fuera del aula, mediante la reflexión y el posterior posicionamiento, es decir, sin pensar críticamente es imposible llegar a deconstruir el sistema educativo y así llegar a ver sus prácticas como lo que realmente son, homogeneizadoras, jerarquizantes y excluyentes. Para mí pues, cualquier posibilidad real que tenga el profesor de cambiar el currículo, tanto dentro como fuera del aula, debe de tener su origen en un pensamiento crítico sobre la realidad, y sobre un sistema en cierto modo encallado en el continuismo, gracias en gran parte a las editoriales que producen los libros de texto y que se encargan de librar al profesor de la tarea de pensar.

La última cuestión a la que se refiere el guión que nos entregó Adela, es a qué cuestiones metodológicas que cuenten con una larga trayectoria nos parecen aún válidas y positivas. Creo que se puede llegar a encontrar alguna, aún así creo que la cuestión radica en la concepción del rol del maestro, del alumno, y de la interacción entre ambos. Esta en su origen, o por lo menos en el que expone el texto, es la transmisión del saber de alguien que “sabe” a alguien ignorante y que no sabe, parecido este último a un depósito que ha de llenarse de algo ya elaborado y que esto ha de adoptar, incuestionablemente, la forma preestablecida.

Me parecen algunos aspectos positivos tales como, “conocer primero lo cercano y después lo lejano” o “hacer ver la aplicación de lo aprendido a la vida cotidiana”, pero lo más interesante de esta parte de la lectura me parece ver como en su origen la educación apeló a la regularización de los contenidos mediante un único modo de aprender, un profesor por materia, una única metodología para cada asignatura, un mismo libro, mismas tareas para todos, un único ritmo de progreso y un mismo sistema en todas las escuelas, es decir un gran esfuerzo por homogeneizar a la sociedad, justo lo opuesto a lo que vimos al comienzo de la asignatura, sobre todo el concepto de cultura como algo dinámico, heterogéneo y en constante intercambio con otras culturas.

Para ser consciente de esta cuestión creo que se debe de realizar un ejercicio de abstracción libre de prejuicios ilógicos, para darse cuenta de que el actual sistema de educación aún bebe de las aguas anteriormente mencionadas. Creo que lo más acertado sería seguir la dirección del camino ficticio que uniría ese intento de orden total en las escuelas, con la interculturalidad que atiende a las necesidades de la sociedad.

También nos daremos cuenta de que el hecho de seguir bebiendo del pasado se ve reforzado por la poca predisposición al cambio por parte de las personas. Al cambio de un sistema que es mismamente el que menos incita a pensar. Y como ya he dicho, creo que si se deja de pensar es imposible el cambio.

Para finalizar quiero comentar la última idea que aporta el autor en este capítulo del libro, y es que actualmente hay enfoques que son continuistas con esa idea de organizar el contenido desde fuera para promover el orden dentro. Aquí considera necesario hacerse la siguiente pregunta ¿qué cultura y cómo se cultiva al alumno con ella? Así surge la idea de que el hecho de que el discurso sobre la educación abandone el tema de la “cultura como nutrición de la educación” sólo puede deberse a la enajenación mental. Yo creo que tiene la siguiente explicación, también aplicable a lo que le sucede a algunas compañeras de clase en determinadas discusiones, y es que se debate sin haber ideado y llevado a cabo previamente una reconstrucción del sistema educativo, por lo que se sigue sin ver mediante una perspectiva más amplia, que este sistema es sólo uno de los posibles, y después de lo visto, creo que se puede afirmar que no el mejor.

21/11/07

Diario de aprendizaje de Fracaso escolar. Capítulo 13

  • Sesiones 16ª y 17ª - 20 y 21 de noviembre

Durante estas dos clases, en cierto modo, recuperamos la normalidad al regresar Laura para impartirnos las sesiones. Comenzamos retomando algunas de las ideas de Gimeno para responder a dos cuestiones: ¿qué es fracaso escolar? y ¿que es la normalización?

Poco a poco voy (vamos) asimilando una visión mas detallada y profunda del sistema educativo. Es un proceso que define normas. Lo establecido y lo aceptable, y lo que no lo es. ¿Qué sucede cuando algún sujeto no está dentro de lo establecido y aceptable? Pues “fracasa”. Pero si ahora pensamos que este sistema es el encargado de educar a ese sujeto y a todos sus iguales obligatoriamente, surge la idea de que lo que fracasa es el propio sistema, al no encontrar y no dar la respuesta adecuada a ese sujeto.

Cada vez me parece más importante la propuesta que hacía Gimeno en su discurso transcrito, de atreverse a pensar que el sistema educativo actual y su estructura y organización solo son una posible forma de este mismo. No es algo inamovible, ni una ley natural la forma actual que conocemos de sistema educativo. Por lo que no se nos presenta ningún problema en pensar en otra forma que de una respuesta mas adecuada a los sujeto.

Gimeno hacía hincapié en la evaluación, pero en clase vimos que hay mas aspectos que pueden ser merecedores de una reflexión por nuestra parte, en cuanto a su funcionalidad.

La organización es uno de ellos. Ésta se hace de acuerdo con las etapas previstas por Piaget en su teoría psicoevolutiva. Quizá sea conveniente flexibilizar esa organización, buscando como objetivo una mayor adaptación del sistema al alumno. Quizá también sea conveniente cambiar o modificar algunas de las prácticas educativas. Es muy evidente que se abusa del contenido conceptual, y que es lo más trabajado por los profesores. No estaría mal del todo, si luego siguiera a ese concepto un procedimiento para ponerlo en práctica y asimilarlo. Pero eso pocas veces sucede, en parte por el abuso de los conceptos. Quizás, sea conveniente rebajar su cantidad y en su lugar incorporar contenidos procedimentales, que den como resultado un aprendizaje verdaderamente significativo para el alumno, que, desde mi punto de vista, es de este aprendizaje del que más provecho va a sacar un ser humano a lo largo de su vida, no del memorístico.

Gimeno me parece que centra más su crítica en las consecuencias negativas del sistema, como el etiquetado y los procesos de jerarquización e incluso de exclusión. Me parece que sería más interesante centrar la crítica y el posterior debate en “lo que podría ser” el sistema educativo y lo que no es. Un posible sistema que serviría para limar las desigualdades sociales lo convertimos en uno que no las lima, las agrava en algunos casos, y además crea otras desigualdades provenientes de la jerarquización que produce su sistema de evaluación. Éste es el mecanismo que mantiene en marcha a todo el sistema, casi se podría decir que es su seña de identidad.

El objetivo de toda la comunidad educativa parece ser que es aprobar y pasar de curso. De esta manera se olvidan los verdaderos objetivos de la educación que se pueden resumir en este. Crear personas que entiendan y comprendan el entorno que les rodea de la manera más provechosa posible para ellas y todos sus iguales.

14/11/07

Diario de aprendizaje de Fracaso escolar. Capítulo 12

  • Sesión 15ª - 14 de noviembre

Para esta sesión habíamos acordamos, la semana anterior, que leeríamos el texto del informe de Álvaro Marchesi sobre el fracaso escolar en España, con lo que será aquí donde responda a las preguntas que se plantearon en clase en la sesión número trece, relacionando los textos de Gimeno y de Marchesi sobre el concepto y las causas del fracaso escolar que plantean dichos autores. El de éste último, sin duda alguna, me parece el texto más completo y coherente que hemos visto hasta la fecha, creo que esto es por que aborda la cuestión desde una perspectiva multidimensional, y para ejemplificar y fundamentar esta postura aporta datos. Quizá se le podría recriminar a Gimeno que, si él no cree que la capacidad de descubrimiento de las leyes matemáticas pueda quedar reflejada mediante los ejercicios de números rutinarios de matemáticas, para fundamentar y ejemplificar una perspectiva desde la que abordar la comprensión del fracaso escolar, en este caso la multidimensional, los números sí que son muy útiles.

El texto de Marchesi, que preparamos para esta sesión, se divide en tres partes de las cuales las dos primeras son más descriptivas y es en la tercera donde propone algunos caminos para reducir el fracaso escolar. Para mí es un texto más completo que el de Gimeno, por varias razones. Primero consigue una compresión del problema para luego aportar algunas propuestas, además de datos que, en mi opinión, tienen gran relevancia, aunque no se pueden tomar como exactos. Quizá sea porque el texto de Gimeno es la trascripción de una conferencia y aparezcan las ideas mas desordenadas e inconexas, aún así creo que debería ahondar más en su idea para elaborar un juicio más elaborado.

El autor parte de una perspectiva multidimensional, al considerar insuficientes las orientaciones basadas en un único factor. Para mí esto es obvio, pero no sólo en el tema del fracaso escolar, si no en cualquier cuestión general que tenga que ser analizada y explicada. En este caso cuenta con seis niveles: sociedad, familia, sistema educativo, centro docente, enseñanza en el aula y disposición de los alumnos. Creo que le falta decir que en cada caso particular de fracaso escolar, intervendrán unos factores determinados, además de hacerlo en distintas proporciones según éste, por lo que sería incorrecto generalizar sobre la influencia de un aspecto cualquiera por encima cualquier de otro.

Algo que me parece que puede extraerse al leer los textos de ambos autores es que, aunque Gimeno no se manifiestes sobre este aspecto directamente, hay una diferencia en la comprensión de los cambios, o mejor dicho, de la velocidad a la que deben producirse éstos en la educación. Marchesi reconoce que los cambios en esta materia son lentos y que no existen fórmulas mágicas. De Gimeno no tengo tan claro que opine lo mismo.

La definición que aporta Marchesi sobre fracaso escolar me parece muy acertada porque no sólo localiza el problema en la no consecución del título, también lo hace en los alumnos que tienen un rendimiento académico por debajo de lo que se entiende como normal, en los que no terminan la educación obligatoria, y en las consecuencias que sufren en edad adulta los que no han alcanzado la preparación adecuada. Es decir, localiza el problema, durante el proceso de aprendizaje, al final y posteriormente a éste. En relación con el término, el autor apunta una idea que me parece esencial, y es la relatividad del término fracaso escolar, ya que se hace en cada época y en función de los conocimientos generales cada sociedad.

En la siguiente parte del texto, el autor se encarga de interpretar el fracaso escolar en función de seis factores. Una observación me parece muy aprovechable es en la que acusa a su propio informe de eclecticismo, a la vez que reconoce la disparidad de algunos estudios realizados sobre el tema, que pasan de focalizar el problema en los factores del alumno a hacerlo, otros, sobre los factores sociales y culturales. Ésta, sin duda, me parece una posición muy apropiada dado que la educación se suele politizar en exceso en estos debates, los cuales acaban versando sobre aspectos de fondo alejados del problema del fracaso escolar.

En el primer factor que analiza, el sociocultural, me parece muy interesante que resulte ser tan determinante para los alumnos cuyo contexto sociocultural es bajo, ya que sin duda, esta idea me hace volver sobre otra anterior que hablaba sobre el asimilacionismo y la cultura dominante, y como se trataba desde estas perspectivas las diferencias de las minorías culturales. De manera injusta.

Otro dato que me parece destacable es la tabla nº 3 y la manera en la que la interpreta el autor considerando que la situación es España es peor que en otros lugares. Mi lectura es diferente. Si observamos el crecimiento por franjas de edades del tanto por ciento de población que ha alcanzado como mínimo la educación secundaria, en España se produce un aumento de casi el doble que en la media marcada por la OCDE. Esta evolución positiva me parece chocante con la tradición educativa española centralista y homogeneizadora. Si queremos seguir con esa evolución quizá sea el momento de plantearse adoptar cambios educativos al mismo nivel en que se producen los cambios sociales.

Sobre la exposición de ideas que hace en la última parte del texto, cabría decir que son propuestas en general que deben de tener su origen en la Administración o que deben de ser promovidas y llevadas a cabo por esta. Del profesor, haciendo caso a estas propuestas, se esperaría que buscara un nuevo estilo de enseñanza menos basado en lo conceptual, y sobre el alumno casi no hay ni rastro, por lo que puede entenderse que el principal organismo que puede y debe promover los cambios es la Administración.

En relación con las cuestiones que se nos propusieron sobre los textos de Gimeno y de Marchesi se puede decir, a priori, que tienen puntos de vista algo distintos sobre el fracaso escolar.

Para empezar, el término fracaso escolar lo entienden con diferentes matices. Gimeno lo considera algo inevitable, para él es equivalente al fracaso académico, es la manifestación de la incapacidad de la escuela para acoger a las diferencias de los sujetos. Para Marchesi el término es más descriptivo y consiste en los que no adquieren durante la etapa de educación obligatoria las habilidades consideradas necesarias para manejarse en la vida de forma satisfactoria.

Luego, según Gimeno, lo que distorsiona el tratamiento de las diferencias y de la variabilidad cultural es lo poco o nada que ha cambiado el sistema escolar en sus prácticas, por ejemplo la evaluación no mide todo lo que debería de medir, sólo lo hace con una parte muy reducida de la realidad del sujeto. Es decir, se evalúa en función de unas exigencias que bien podrían ser otras. Marchesi hace mención a este tema cuando reconoce que la tradición educativa española es centralista y homogeneizadora, lo que se puede resumir en asimilacionismo.

Las, o mejor dicho la alternativa principal de Gimeno es suprimir aquello que origina el fracaso escolar. Según él, la evaluación. No creo que yo todavía esté en condiciones de juzgar a este autor, pero su argumento, a priori, me parece demasiado radical. Siguiendo este razonamiento se me viene una comparación a la cabeza, que consiste en querer cortarte ésta cuando te duele. Aparte de esto, también añade que habría que reducir las ocasiones de evaluación y dar más protagonismo a la comunicación, además de utilizar la evaluación mas como una herramienta para conocer mejor al alumnado, que como herramienta jerarquizadora. Marchesi, por su parte plantea dieciséis propuestas con distintos enfoques. Las que se centran dar respuesta a las diferencias de forma justa y equitativa son las de apoyar a los alumnos con dificultades de aprendizaje y las de flexibilizar los agrupamientos.

Después de leer estos dos textos, queda claro que hay que cambiar en gran medida, o por lo menos, en la misma que lo hace la sociedad, en varios aspectos de la educación. El objetivo es ofrecer las mismas oportunidades a la diversidad de alumnos, con todo lo que ello supone. Creo que se debe de partir de un mayor ofrecimiento de recursos desde la Administración hacia los centros educativos, para que tengan oportunidades de poner en práctica proyectos educativos acordes a las necesidades y diversidad de la sociedad.

13/11/07

Diario de aprendizaje de Fracaso escolar. Capítulo 11

  • Sesión 14ª - 13 de noviembre

En esta sesión que nos impartió Yolanda profundizamos en los conceptos de integración e inclusión y en sus diferencias. Para ellos nos entregó un texto que consistía en una entrevista realizada a Gerardo Echeita, un profesor de universidad que además es impulsor de la inclusión educativa.

Inevitablemente el término “inclusión” nos lleva a hacernos las siguientes preguntas ¿qué enseñamos, y para qué? Las respuestas se pueden extraer del texto que tratamos en la sesión anterior de Gimeno Sacristán y del de esta sesión. A la primera pregunta responde Gimeno diciendo que los objetivos educativos más valiosos son el deseo de aprender, mejorar el mundo, pensamiento crítico, solidaridad, etc. A la siguiente pregunta ¿qué enseñamos? Echeita responde que para garantizar el máximo rendimiento en las competencias necesarias para participar posteriormente en la vida laboral y social. En esto se puede resumir básicamente la prevención de la exclusión social.

La inclusión se puede concebir como una idea, como una manera de entender la educación, las diferencias y los aprendizajes. Sobre todo parte de la idea de que hay que tratar la diferencias como algo positivo. En esta idea estoy muy de acuerdo ya que me parece que una persona se enriquece más cuando trata con otras personas y situaciones únicas en sí mismas y diversas, que cuando lo hace con elementos estandarizados de la sociedad y de su propia cultura. En definitiva, la diferencia nos enriquece.

Analizando el texto de esta sesión, la entrevista a través de siete preguntas a Gerardo Echeita, se extraen ideas que bien por su innovación, o bien por su carácter complementario de otras que las refuerza, son muy aprovechables.

Comienza haciendo una definición o diferenciación respecto a la integración del término inclusión. Según su idea, no debemos entender a los alumnos incluidos como los fácilmente identificables por características personales o sociales, los debe determinar un estado de bienestar emocional global, mientras se encuentran dentro de un grupo.

Otra idea que me resulta novedosa es el factor mediante él cual, el autor dice, que se puede establecer los límites y carencias de la capacidad del sistema educativo para llevar los valores de inclusión a la práctica. Este factor lo componen los alumnos más vulnerables. Esta idea aleja el concepto de inclusión del de educación especial, al entenderse que no atañe a todos y no solo a un grupo de afectados y a sus familiares.

En la siguiente reflexión del autor se puede encontrar un punto en común con Gimeno, al, en cierta manera, criticar el sistema educativo actual. Lo hace al considerar que dentro del actual modelo organizativo es casi imposible ofrecer a cada estudiante la respuesta educativa que precisa en un marco en el que el conjunto de alumnos es cada vez más diverso. Esta idea enlaza con otras anteriormente vistas, pero también me parece que es un factor muy relevante que nos servirá de hilo conductor para debatir y reflexionar y así seguir profundizando en el conocimiento de este tema. De aquí se puede extraer la siguiente conclusión, y es que quizá la clave del progreso esté en las condiciones que permitan a los centros iniciar y sostener procesos de innovación curricular, con el fin de generar una organización del sistema escolar coherente con las necesidades educativas del momento. En este caso el siglo XXI.

Como guías o caminos a seguir, establece como imprescindible el crear y mantener una fuerte estructura interdependiente positiva entre todos los miembros de la comunidad educativa. Esto es algo que nos comentó Enrique Ceballos, el orientador que vino a clase durante dos sesiones, y es que cuando exista una estrecha colaboración entre todos los componentes de la comunidad educativa, habremos hecho una gran parte del trabajo.

7/11/07

Diario de aprendizaje de Fracaso escolar. Capítulo 10

  • Sesiones 12ª y 13ª - 6 y 7 de noviembre

La clase del martes (6) nos fue impartida por Yolanda Muñoz, que comenzó escribiendo unos interrogantes en la pizarra, tales como que si el fracaso escolar es igual al fracaso académico, o por qué y para qué se evalúa en la educación obligatoria.

Tras de esto, comenzamos a debatir sobre cuales creíamos que eran las causas del actual fracaso escolar, y sobre todo surgió la idea de la familia o su entorno como causante. En ese momento mi reflexión fue que quizás el fracaso escolar, en parte, es producto del diferente ritmo de evolución existente entre la sociedad y el sistema escolar.

Para ayudarnos a la reflexión, Yolanda nos proporcionó un texto titulado “¿Quién fracasa cuando hay fracaso escolar?” que es el extracto de una conferencia de José Gimeno Sacristán. Creo que al igual que a la mayoría de la clase, no tuve tiempo de leerlo por completo, en parte por que aportaba nuevas ideas a lo visto hasta ahora, y también por que al ser el resumen de una conferencia, es un texto que carece de una buena organización en cuanto a su estructura y exposición de ideas, con lo que me resultó algo difícil de leer, sobre todo debido a su estructura, y al nivel de comprensión que me exigían las, para mí nuevas, ideas del autor.

A falta quince minutos para que acabara la clase, comenzamos un debate sobre las nuevas ideas que aportaba y que nos surgían del texto, en parte, leído.

Sobre todo se debatió la idea de que hay fracaso escolar, a causa de la existencia de la evaluación escolar. Esta afirmación que hace Gimeno Sacristán, creo que lleva detrás una gran cantidad de ideas que a priori puede resultar un poco difícil de asimilar, tales como que la única forma de encontrar las causas mas profundas del fracaso escolar es la reconstrucción del sistema escolar. Me parece que esto se traduce en, como dice más adelante, atreverse a pensar en que el orden escolar vigente no es el único posible.

Esta reflexión la hago tras haber leído el texto por completo y haberlo intentado desgranar, es decir tras la sesión del martes, por lo que ésta la voy a agrupar con la del miércoles, para así no dispersar demasiado las conclusiones e ideas que me provocó el texto.

El debate siguió y el síntoma general de la clase fue que las ideas del texto parecían que estaban fuera o muy alejadas de la realidad, esta postura la defendían, sobre todo, las compañeras que ya habían ejercido de maestras, con lo que vuelvo a pensar que estas “revolucionarias” ideas requieren la predisposición a pensar que quizás el sistema educativo obligatorio que hemos ideado y en el que estamos inmersos, no sea el mejor, es decir, el más adecuado para al menos garantizar principios como el de igualdad de oportunidades.

Una de las conclusiones a las que se llegó mediante el debate, fue que la evaluación debería de ser más un medio para conocer al alumno y no el fin mismo de la educación.

En la siguiente sesión respondimos en grupos a una serie de preguntas que nos planteó Yolanda sobre el texto de Gimeno y sobre otro titulado “El Fracaso Escolar en España” de Alvaro Marchesi, este segundo aún no lo teníamos en esta sesión por lo que sólo respondimos sobre el primero, que luego además volvimos a debatir en clase.

Gimeno Sacristán comienza identificando el fracaso escolar como un producto de la propia institucionalización de la educación, es decir, lo equipara al fracaso académico, ya que se ha reducido el derecho a la educación al derecho a la escolaridad, y así al producirse el fracaso, el que lo sufre es el alumno mediante la negación que recibe del sistema a no poder seguir beneficiándose del derecho a la educación.

Lo identifica también como una manifestación de la incapacidad de la escuela para acoger a los sujetos. Esto sucede tras confrontarse la diversidad de los asistentes con los parámetros homogéneos desde los que funciona la escuela, así, evidentemente, surge la desigualdad de rendimientos, que desde nuestra perspectiva la vemos como “fracaso escolar”.

Otra forma de relatar este hecho es como un desajuste entre las expectativas y las posibilidades que la institución educativa ofrece. La causa, como se apunta en el texto, puede ser que dicha institución no ha sido configurada históricamente para acoger la diversidad relativa al tipo de cultura, de exigencia, de ritmo de aprendizaje, etc. Así lo que hace la educación es condensar sus intenciones en términos observables, constatables fácilmente para la evaluación, y esto supone un empobrecimiento de los planteamientos pedagógicos.

Dos ideas que aparecen en el texto y que ya hemos comentado en días anteriores en clase son que la diversidad hay que atenderla desde la variedad de oferta y no clasificando, y que cuanto mas restringida sea esa oferta, mayor será la posibilidad de exclusión que ofrece la escuela. Con esto se puede entender que uno de los motivos del fracaso, si no el principal, es que el sistema escolar no ha cambiado en la misma medida que lo han hecho las personas que acceden a el. De aquí surge otra idea que expone el autor y que consiste en una perspectiva de futuro. Es no buscar fallos en los sujetos para acomodarlos sino buscar fallos en los parámetros para ajustarlos a los sujetos. Me parece que son dos perspectivas diferentes pero no contrarias, creo que sería el equilibrio de ambas lo que nos acercaría a la verdadera interculturalidad.

Siguiendo con la idea anterior de que existe fracaso escolar por que existe la evaluación, el autor da aún más argumentos. Uno de ellos es la ampliación o continuación de la presión evaluadora, la cual consigue salir del aula y e instalarse en los colegios, y de la misma forma en sistemas nacionales. Con esto se consigue valorar un sistema educativo por el lugar que obtenga en el ranking en el plano internacional. La otra idea es que el fracaso escolar, al igual que la evaluación, es el resultado de un pronunciamiento, como suspender un examen o recibir sanciones por determinados comportamientos, como el autor lo denomina, pruebas de poca objetividad, o mecanismos arbitrarios.

Y aquí es donde, no es que esté en desacuerdo con él, sino que se contradice en sus argumentos. Por un lado dice que esos mecanismos arbitrarios solo valoran una parte muy reducida de la realidad del sujeto, que los sistemas numéricos, que cuantifican y jerarquizan, no dan lugar a entender la evaluación de otra manera mas racional, humana y cercana al sujeto. También afirma que estos procesos técnicos no representan la objetividad en absoluto, los denomina incluso “arbitrariedad tecnificada”. Sin embargo también afirma, o sugiere, que un profesor en una evaluación de sus alumnos mas alejada del sistema habitual, es decir, en una evaluación en cuanto a obediencia, disciplina, y otros aspectos que no se cuantifican de manera numérica, obtendría correlaciones muy altas con sus calificaciones académicas. De aquí solo se extrae la idea de que no debe de existir la evaluación en la educación obligatoria. Ni siquiera evaluar de una manera más racional, humana y cercana al sujeto, como apunta en su primera idea. Por eso creo que se contradice.

Luego esta idea la complementa diciendo que sí habría que evaluar para conocer mejor al sujeto, pero nunca de otra manera. Esto creo que se parece a una de las conclusiones que extrajimos en el debate del martes. La evaluación también como instrumento para conocer mejor al alumno, con la que, de momento, estoy de acuerdo.

Para finalizar, hace la definición de evaluación más evidente y objetiva de todo el texto, pero que quizás la mayoría de los profesionales de la educación no tengan asimilada. Esto creo que se relaciona con la segunda frase que aparece en el texto cuando dice que el fracaso es algo inevitable y no lo sabemos ni lo podemos aceptar. Define la evaluación a través de sus dos posibles consecuencias: éxito o fracaso. Ambas son resultado de la constatación de un comportamiento de un sujeto ante los parámetros del evaluador, de la situación donde se dan, y al tipo de conductas posibles de manifestar en esa situación concreta. Tras de esto, expone una serie de preguntas que según él, nos deben de transmitir una sensación de arbitrariedad en relación con la definición anteriormente expuesta. A mi, me transmiten una idea de mejora de la evaluación, un camino. ¿El conocimiento evaluado es relevante?, ¿La situación y la actividad propuesta son las adecuadas?, ¿El tiempo es suficiente?, ¿Y el sistema de calificación funcional? Creo que estas cuestiones, entre otras, forman parte del camino que debemos de seguir para mejorar la evaluación.