- Sesión 15ª - 14 de noviembre
Para esta sesión habíamos acordamos, la semana anterior, que leeríamos el texto del informe de Álvaro Marchesi sobre el fracaso escolar en España, con lo que será aquí donde responda a las preguntas que se plantearon en clase en la sesión número trece, relacionando los textos de Gimeno y de Marchesi sobre el concepto y las causas del fracaso escolar que plantean dichos autores. El de éste último, sin duda alguna, me parece el texto más completo y coherente que hemos visto hasta la fecha, creo que esto es por que aborda la cuestión desde una perspectiva multidimensional, y para ejemplificar y fundamentar esta postura aporta datos. Quizá se le podría recriminar a Gimeno que, si él no cree que la capacidad de descubrimiento de las leyes matemáticas pueda quedar reflejada mediante los ejercicios de números rutinarios de matemáticas, para fundamentar y ejemplificar una perspectiva desde la que abordar la comprensión del fracaso escolar, en este caso la multidimensional, los números sí que son muy útiles.
El texto de Marchesi, que preparamos para esta sesión, se divide en tres partes de las cuales las dos primeras son más descriptivas y es en la tercera donde propone algunos caminos para reducir el fracaso escolar. Para mí es un texto más completo que el de Gimeno, por varias razones. Primero consigue una compresión del problema para luego aportar algunas propuestas, además de datos que, en mi opinión, tienen gran relevancia, aunque no se pueden tomar como exactos. Quizá sea porque el texto de Gimeno es la trascripción de una conferencia y aparezcan las ideas mas desordenadas e inconexas, aún así creo que debería ahondar más en su idea para elaborar un juicio más elaborado.
El autor parte de una perspectiva multidimensional, al considerar insuficientes las orientaciones basadas en un único factor. Para mí esto es obvio, pero no sólo en el tema del fracaso escolar, si no en cualquier cuestión general que tenga que ser analizada y explicada. En este caso cuenta con seis niveles: sociedad, familia, sistema educativo, centro docente, enseñanza en el aula y disposición de los alumnos. Creo que le falta decir que en cada caso particular de fracaso escolar, intervendrán unos factores determinados, además de hacerlo en distintas proporciones según éste, por lo que sería incorrecto generalizar sobre la influencia de un aspecto cualquiera por encima cualquier de otro.
Algo que me parece que puede extraerse al leer los textos de ambos autores es que, aunque Gimeno no se manifiestes sobre este aspecto directamente, hay una diferencia en la comprensión de los cambios, o mejor dicho, de la velocidad a la que deben producirse éstos en la educación. Marchesi reconoce que los cambios en esta materia son lentos y que no existen fórmulas mágicas. De Gimeno no tengo tan claro que opine lo mismo.
La definición que aporta Marchesi sobre fracaso escolar me parece muy acertada porque no sólo localiza el problema en la no consecución del título, también lo hace en los alumnos que tienen un rendimiento académico por debajo de lo que se entiende como normal, en los que no terminan la educación obligatoria, y en las consecuencias que sufren en edad adulta los que no han alcanzado la preparación adecuada. Es decir, localiza el problema, durante el proceso de aprendizaje, al final y posteriormente a éste. En relación con el término, el autor apunta una idea que me parece esencial, y es la relatividad del término fracaso escolar, ya que se hace en cada época y en función de los conocimientos generales cada sociedad.
En la siguiente parte del texto, el autor se encarga de interpretar el fracaso escolar en función de seis factores. Una observación me parece muy aprovechable es en la que acusa a su propio informe de eclecticismo, a la vez que reconoce la disparidad de algunos estudios realizados sobre el tema, que pasan de focalizar el problema en los factores del alumno a hacerlo, otros, sobre los factores sociales y culturales. Ésta, sin duda, me parece una posición muy apropiada dado que la educación se suele politizar en exceso en estos debates, los cuales acaban versando sobre aspectos de fondo alejados del problema del fracaso escolar.
En el primer factor que analiza, el sociocultural, me parece muy interesante que resulte ser tan determinante para los alumnos cuyo contexto sociocultural es bajo, ya que sin duda, esta idea me hace volver sobre otra anterior que hablaba sobre el asimilacionismo y la cultura dominante, y como se trataba desde estas perspectivas las diferencias de las minorías culturales. De manera injusta.
Otro dato que me parece destacable es la tabla nº 3 y la manera en la que la interpreta el autor considerando que la situación es España es peor que en otros lugares. Mi lectura es diferente. Si observamos el crecimiento por franjas de edades del tanto por ciento de población que ha alcanzado como mínimo la educación secundaria, en España se produce un aumento de casi el doble que en la media marcada por la OCDE. Esta evolución positiva me parece chocante con la tradición educativa española centralista y homogeneizadora. Si queremos seguir con esa evolución quizá sea el momento de plantearse adoptar cambios educativos al mismo nivel en que se producen los cambios sociales.
Sobre la exposición de ideas que hace en la última parte del texto, cabría decir que son propuestas en general que deben de tener su origen en la Administración o que deben de ser promovidas y llevadas a cabo por esta. Del profesor, haciendo caso a estas propuestas, se esperaría que buscara un nuevo estilo de enseñanza menos basado en lo conceptual, y sobre el alumno casi no hay ni rastro, por lo que puede entenderse que el principal organismo que puede y debe promover los cambios es la Administración.
En relación con las cuestiones que se nos propusieron sobre los textos de Gimeno y de Marchesi se puede decir, a priori, que tienen puntos de vista algo distintos sobre el fracaso escolar.
Para empezar, el término fracaso escolar lo entienden con diferentes matices. Gimeno lo considera algo inevitable, para él es equivalente al fracaso académico, es la manifestación de la incapacidad de la escuela para acoger a las diferencias de los sujetos. Para Marchesi el término es más descriptivo y consiste en los que no adquieren durante la etapa de educación obligatoria las habilidades consideradas necesarias para manejarse en la vida de forma satisfactoria.
Luego, según Gimeno, lo que distorsiona el tratamiento de las diferencias y de la variabilidad cultural es lo poco o nada que ha cambiado el sistema escolar en sus prácticas, por ejemplo la evaluación no mide todo lo que debería de medir, sólo lo hace con una parte muy reducida de la realidad del sujeto. Es decir, se evalúa en función de unas exigencias que bien podrían ser otras. Marchesi hace mención a este tema cuando reconoce que la tradición educativa española es centralista y homogeneizadora, lo que se puede resumir en asimilacionismo.
Las, o mejor dicho la alternativa principal de Gimeno es suprimir aquello que origina el fracaso escolar. Según él, la evaluación. No creo que yo todavía esté en condiciones de juzgar a este autor, pero su argumento, a priori, me parece demasiado radical. Siguiendo este razonamiento se me viene una comparación a la cabeza, que consiste en querer cortarte ésta cuando te duele. Aparte de esto, también añade que habría que reducir las ocasiones de evaluación y dar más protagonismo a la comunicación, además de utilizar la evaluación mas como una herramienta para conocer mejor al alumnado, que como herramienta jerarquizadora. Marchesi, por su parte plantea dieciséis propuestas con distintos enfoques. Las que se centran dar respuesta a las diferencias de forma justa y equitativa son las de apoyar a los alumnos con dificultades de aprendizaje y las de flexibilizar los agrupamientos.
Después de leer estos dos textos, queda claro que hay que cambiar en gran medida, o por lo menos, en la misma que lo hace la sociedad, en varios aspectos de la educación. El objetivo es ofrecer las mismas oportunidades a la diversidad de alumnos, con todo lo que ello supone. Creo que se debe de partir de un mayor ofrecimiento de recursos desde la Administración hacia los centros educativos, para que tengan oportunidades de poner en práctica proyectos educativos acordes a las necesidades y diversidad de la sociedad.
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