Esta sesión quedaría encuadrada, junto con la anterior, dentro de la primera parte del mes de marzo, pues lo que expongo a continuación es la síntesis de las puestas en común en clase del texto de Fernández Enguita, contrastado y reforzado con las ideas que ello me sugirió.
Se habló de los nuevos activos generadores de riqueza en el ámbito económico, la información y el conocimiento. Y son nuevos, no por que antes de ello no existiese la globalización cultural, sino porque la entrada de las TIC’s hace que los flujos financieros y el capital no paren de moverse alrededor del globo terráqueo (aunque no pasen por todos los lugares) lo que conlleva una interdependencia económica. Así, dentro de este panorama de deslocalización el tener información y la capacidad de general conocimiento a partir de ésta se tornarán fundamentales para asegurar el éxito. De ahí que se les considere nuevos activos generadores de riqueza, en detrimento de la fuerza física de trabajo de los obreros, siendo éstos últimos ahora, en cierto modo, más prescindibles e intercambiables.
El esquema de interrelaciones entre conceptos que presento en el anterior párrafo, he de reconocer que me cuesta concebirlo a nivel general, abstracto. Supongo que uno de los objetivos de aprendizaje que me acaban de surgir entonces será éste, pasar de verlo como algo concreto y no entendible sin un ejemplo, a algo más abstracto y subyacente a la realidad.
Una de las conclusiones que se extrajeron fue que ahora la necesidad empresarial estaría en encontrar mano de obra barata y poco cualificada. Aquí me parece necesario señalar algunos conocidos ejemplos (aunque no difundidos por los medios de comunicación más habituales) de grandes multinacionales que clavan sus garras en países subdesarrollados y, a pesar de que vendan la idea de que ayudan a generar riqueza en el país en cuestión, lo que realmente hacen es aprovecharse de una situación, de la mano de obra más barata, que ¡vaya casualidad! es la gente más necesitada, y todo ello mirando fijamente sus objetivos económicos, sin ni siquiera percatarse de que quizás existan otros más interesantes si hablamos a nivel del bien de la humanidad, en su conjunto.
A un nivel menos desolador la misma situación se producirá en los países autodenominados desarrollados, como el nuestro, lugares donde venimos funcionando con una mentalidad industrial donde la formación de trabajadores en funciones muy específicas era lo normal, pero que ahora ya ha dejado de ser, en cierto modo, adaptativo. Ha dejado de ser la vía más fiable para acceder al mercado laboral. Surge pues otra serie de necesidades formativas (¿serán las competencias la respuesta a ello?) que vayan en la dirección de la polivalencia, la capacidad de gestión de la información y la capacidad de aprender durante toda la vida. De aquí, en mi opinión, se deberían extraer las derivaciones de la nueva situación del mercado laboral sobre la educación, y no tanto de las ofertas de puestos de trabajo, pues me atrevería a decir que, desde una perspectiva neoliberal, quizás se considerara una educación de calidad, si por ejemplo ésta formaba albañiles durante la burbuja inmobiliaria española que el propio neoliberalismo creo mediante su famosa ley de liberalización del suelo. Así todo encajaría.
Concluiré esta sesión haciendo referencia al trabajo que vamos a tener que realizar en grupo durante la asignatura. Se trata de las historias de vida, una metodología cualitativa que, creo, vamos a utilizar para, a partir del panorama que hemos dibujado en nuestro conocimiento sobre la realidad (pasado y presente) del mercado laboral, poder leer las realidades individuales y, a su vez con éstas mismas, el propio panorama laboral. Quizás sea un espacio que propicie la consecución del objetivo que me había planteado anteriormente, asimilar el esquema de los nuevos activos generadores de riqueza y la repercusión que traen consigo para el resto del panorama laboral.
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