26/4/10

Perdiendo el tiempo

Esto que voy a contar comenzó en medio de la enésima clase de esa asignatura, en el enésimo periodo de dos horas, del que generosa y felizmente se han ido recortando sus extremos por y para todos, llenas de presencia física pero no mental, ni anímica; aunque, más bien, cabría decir que el ánimo sí que está presente, y cada vez más según se acerca el final, pero no acompañando la dirección de aquello, si es que acaso tiene alguna; y aunque, también cabría decir, la presencia mental por mi parte tuvo un, hasta entonces insólito, momento de lucidez en medio de dicho desierto, aderezado con vistas al primaveral jardín que reverdece a los pies de la antigua cárcel.

La alerta que me despertó para girar 180º mi tronco y sacar el bloc, del que menos de lo que a su autor le gustaría llega al blog, fue el repentino surgimiento en mí de un sentimiento egoísta. ¿Robar un espacio académico a una materia para dedicárselo a otra es ser egoísta? (paradójicamente, mientras escribo esto tengo la misma sensación) ¿Ser capaz de leer la realidad presente, llámese clase magistral o tostón vespertino, con un nuevo lenguaje apenas aprendido en otro lugar es ser egoísta? ¿El estudiante de 5 años que recién empieza a leer es egoísta por utilizar esa nueva espada con filo deslumbrante en otro espacio temporal y físico, dentro de lo académico y del colegio, que no sea la clase de lengua? ¿Por qué ese sentimiento de culpabilidad? ¿Sería mejor seguir sujetándome la cabeza con la mano para que no hiciera un sonoro ¡pum! o ¡cataplúm! al caer en la mesa, o empezar a leer las actuaciones y relaciones que allí se daban lugar?


Este post se relaciona inevitablemente con aquel otro de Alejandro sobre ¿cuándo comienza una clase?, a lo que, ya desde esta perspectiva, creo que habría de añadirse "¿Comienza una clase necesariamente, y aún presentes todos sus elementos constitutivos, por tener indicados sus límites horarios en una papel de carácter formal?" Hace tiempo no me habría atrevido a contestar que no, hace más tiempo ni a plantearme la cuestión y, ahora, ya sospecho que no es un requisito único y determinante, además de que depende de lo limitado que sea nuestro concepto "clase", pues cuanto más amplio fuese, más elaborada podrá ser una respuesta a dicha cuestión. Entendiendo, pues, que el mío es más amplio que aquel limitado por un horario y un espacio; no había motivo para sentirse egoísta tras haber vislumbrado a lo lejos un oasis, podría, entonces, escribir a mi antojo con total impunidad, fijarme en mí mismo, en los demás y en el resto para tratar de jugar a leer lo que entraba por los receptores de mis órganos sensoriales.

¿Qué relación tenía todo aquello que en la pizarra de mi mente se dibujaba con uno de los conceptos clave que estamos explorando en HH.SS., la utilización? En cierto modo, creo que ese término se concreta en la utilización de los factores del contexto, entendido éste como lo que existe desde la camisa hacia fuera. Estando en un medio dinámico donde la información fluye por y hacia doquier, donde es fácil quedarse anclado en los procesos reactivos que poco del ánimo explorador contienen, en la queja, el sufrimiento, el desasosiego y la impotencia; ahí, eres capaz de elaborar un objetivo con otra dirección a la del problema. Culpabilidad por bajarse de las escaleras mecánicas y subir a patita, o avidez exploradora y lectora, ¿cuál de los dos sentimientos es más pertinente y útil para avanzar?

Después de fallar a favor de mi inocencia, comencé a pensar en lo que allí tenía lugar, en el proceso de comunicación entre las compañeras que estaban en el escenario, cumpliendo con uno de los requisitos para puntuar en la evaluación de la asignatura, y los que estábamos en el patio de butacas, ídem. Según leí en Impro, el fenomenal libro del que Alejandro ha extraído un capítulo como lectura para esta asignatura, uno de los miedos universales es el que todos sufrimos al exponernos en público, el miedo a ser evaluado, la incertidumbre, el sentir que una situación no depende de ti, si es que eres tú y no el resultado de tu motivación de posicionamiento. Otra idea del interesantísimo autor de dicha obra es que solemos comenzar nuestras exposiciones temerosos, indecisos, tituveantes y vacilantes, todo ello como forma de pedir perdón de antemano, por si acaso nuestros peores temores se hacen realidad; lo cual me llevó a contrastarlo con la aparente sensación de seguridad que se tiene cuando ya se ve el final de la exposición, cuando logras vislumbrar la puerta de salida, entonces tu atención ya está disponible para centrarse en cosas realmente importantes, las allí presentes, a las que atender y con las que ir modelando y construyendo nuestra conducta. Es como caminar por una leve pendiente cuesta abajo y con un ligero soplo de viento a favor.

Así, llegué hasta las siguientes preguntas: ¿Quién eres mientras estas exponiendo? ¿En qué papel te metes? ¿Cuál tratas de interpretar? ¿Dónde estas en espacio y tiempo? ¿Lo sabes? ¿Dónde miras más allá de buscar la supuesta corrección, mientras se acerca tu turno de exposición, mientras sólo miras la endeble torre de ideas que te hará salir vivo de ahí, que serán los cristales a través de los que te miren los mismos que están allí, crees tú, para evaluarte y emitir un juicio sobre ti, pues es lo que quieres, ya que no destacas en ello; ¿para qué plantearse siquiera disfrutar? ¿para qué ir más allá de la mera intención de pedir clemencia ante tu evidente incapacidad para hablar en público, ante tu manifiesto, sobre todo para ti, desagrado por estar allí?

Sospecho que la definición de "tirar el tiempo" se parece más a esto último contado, que a mis elucubraciones y conjeturas navegando por una realidad no presente, mientras estaba en esa clase.

12 comentarios :

Alejandro dijo...

Este post, al menos el título, me recordó algo que escribí hace tiempo con el título "perder el tiempo para ganar aprendiendo".

Buen ejemplo de utilización de una situación aparentemente limitadora, y excelente ejemplo de transferencia de un habilidad en un contexto X a otro (aunque el contexto objetivo no fuera muy diferente).

Buen ejemplo de gestión de una situación compleja.

Me pregunto si la gente que expone en otras asignaturas tiene en cuenta lo que estamos o hemos estado trabajando, y aprovecha la oportunidad para seguir explorando, aplicando algunas de las distinciones, tanto a la hora de escuchar y observar, como a la hora de exponer. Es un momento buenísimo para eso, pero claro, hay que activarlo de alguna manera. Puede que para algunos esté activado inconscientemente, puede que algunos lo activen conscientemente, puede que algunos no lo activen de ninguna manera. Y qué lástima, desaprovechar un momento así y simplemente poner el momento automático. No hay mejor manera para salir de una situación incómoda que explorarla en vivo, porque es un ejemplo también de atenderla A la experiencia DESDE otro sitio, EN un contexto X.

Imagina que estás con alguien que te gusta (pongamos una chica alta ;) y se produce un silencio embarazoso, incómodo. La mente no deja de pensar temas de conversación y como no aparecen, se incrementa la tensión y las probabilidades de decir cualquier cosa absurda inapropiada que aparezca en ese momento. Ja... cuántas veces me ha pasado eso a mi. Algo interesante en esa situación es notarlo, atender a ello y hacerlo notar (algunos autores lo denominan "metacomunicar", comunicar el proceso de comunicación): mira que no se me ocurre ningún tema del que hablar (que es un buen tema del que hablar), ¿a ti no te pasa?

Una persona sale a hablar en público y está nervioso. Y cuando nota que está nervioso se pone más nervioso, y si los demás lo notan, se ponen más nervioso. Solución tratar por todos los medios de ocultar sus nervios, que no se note¡¡¡

Si en vez de eso, mira y dice: "esto muy nervioso en ese momento, voy a seguir", ¿qué puede ocurrir? Una de las cosas que se imaginarán es que por lo menos el cielo caerá sobre nuestras cabezas en ese preciso momento. Pero generalmente, que yo sepa, no es así...

Muchos ejemplos. En todo caso me gusta la transferencia.

Me pregunto si estabas en clase de HHSS en esa otra clase, ja...

Voy a empezar a pedir que me cuenten más horas en mi "carga docente" ;)

Ah.. y que conste que hago un esfuerzo por no preguntar de qué clase se trataba, por suerte es lo de menos.

Un saludo

Alejandro

Carmen dijo...

Perdiendo el tiempo… de los otros; ganando tu tiempo, el que a ti te sirve ¿no?

¿Cuándo empezamos a no perder el tiempo? Probablemente cuando dejamos de atender aquello que no es significativo para nosotros y empezamos a implicarnos con nuestra atención y el uso de nuestro tiempo en… ¿un encantador jardín que te ayuda a escaparte de ese espacio anodino, virar y descubrir tu bloc para crear el blog? A partir de ahí empezaste a crear tu tiempo útil, el que te ayuda a explorar qué está pasando en el contexto en el que estás ubicado para que quieras desconectar de él.

La conexión-desconexión en una clase desde un alumno hacia el profesor, desde el mismo alumno hacia su compañero, desde el alumno hacia el contexto, desde el alumno hacia su propio interés, es algo que fluctúa a lo largo de una sesión. Recuerdo un día que Alejandro nos dijo que elaboráramos un gráfico durante la clase de Aprendizaje, reflejando el interés que sentíamos cada intervalo de tiempo, al mismo tiempo que atendíamos a la clase. Me sorprendí cuando revisé mi gráfico: a priori, mi idea es que estaba interesada, continuamente interesada y atenta durante todo el tiempo de la clase. No era así. Mi interés fluctuaba en unas ondas elevadas en la gráfica durante un intervalo pero, aparecían unos puntos bajos (muy bajos) y con un grafismo mucho + agresivo, en los que ponía: “¡Peligro, me aburro!”; “desconecto”; “los momentos de intervención de este compañero son los míos de evasión”,… Mi sorpresa fue mayúscula pero ahí estaba la gráfica, real como ella misma (ahora mismo la tengo delante cuando te escribo). ¡Pero si a mí me encantaba la clase! ¿cómo era posible…? Lo era. Lo es. Empecé a hacerlo en el resto de las clases de otras materias con una curiosidad tremenda en dos sentidos: ver cómo atendía dos procesos simultáneos y evaluar la secuencia de mi atención al finalizar cada clase.

¡Curiosísimo! Casi nada era como yo creía que era. Mi atención e interés permanecían elevados en materias que nunca hubiera pensado, con profesores que no consideraba merecieran tanta atención por mi parte. ¿De dónde salía ese interés? Me pasé unas semanitas dándole vueltas al tema para comprenderme mejor (lo de la atención o no a las clases me daba un poco igual, la verdad). Entonces caí en la cuenta de que yo buscaba el interés de una clase anodina poniendo una enorme atención para encontrar ese punto en el que consiguiera engancharme, para no caer en eso de perder mi tiempo, ese que para mí es tan importante.

Inocente, David, apoyo tu fallo de inocencia.

Por cierto, quizá podrías hacer una gráfica de tus procesos de comunicación, con público o sin él, para descubrir (¡oh, sorpresa!) que eres un excelente comunicador que conoce el valor de los silencios, dominas el arte de la narrativa y emocionas con la hermosura de tus palabras.

Un abrazo,
Carmen

Alejandro dijo...

Hola Carmen

Bueno bueno, qué cosas más bonitas le has dicho a David. Estoy de acuerdo contigo y no lo hubiera podido expresar mejor.

¿Pero cómo no me has comentado lo de la gráfica antes? Sólo tuve acceso, corrigiendo exámenes, a una, la de Víctor, y coincide con la tuya. Son inevitables la fluctuación, como todo buen proceso dinámico. Cuando trabajamos esto era para ver un ejemplo en vivo de un modelo de sistemas dinámicos que veíamos de manera más objetiva en la pizarra (el ejemplo de la transición en las bodas), pero todo era un Mcguffin artero ;), para practicar la habilidad que luego, como David, pusiste en marcha, y de lo que me alegro realmente: gestionar dos atenciones, o una misma atención (que es lo que hay) alternando a lo que atiendes, o simultaneando varias cosas a las que atender, o priorizando una y dejando otra de fondo, o dejar las dos de fondo e incluir una tercera, etc.. etc... Muchas opciones.

Bueno, interesante interesante

Un saludo

Alejandro

x dijo...

Hola :

Anda que si no llegas a escribir esto¡ lo que nos hubiéramos perdido ¡.FANTÁSTICO LOS TRES¡

Cuanta sincronía siento. yo escribí algo "similar", en mi post, anoche. Sin saber nada de la belleza aquí expresada, sin haberme pasado por este -continente -que me aporta.

Similitud, a nuestro post "de abrir bien los ojos"...¡ES QUE YA NO PERMITES QUE TE LOS CIERREN¡...¡BIEN HECHO¡...

yo ya escribo por todos los lados, almanaques o calendarios de casa, si hay una clase que no me aporta, me dedico a explorar/me.

Opino que es un síntoma puro y duro de MADUREZ, de COMPROMISO CON TU APRENDIZAJE RELEVANTE.Un proceso de autodescubrimiento que enriquece a todos, a corto y largo plazo.

Esto de escribir, nos quita muchas pájaros de la cabeza, nos aterriza.

Es ambivalente si lo dominas, también puedes volar con ello.ELEVARTE.

Si hablamos de exposiciónes, del procesos de atención. Imposible desligarlo de la motivación ,y ahí están todas la intrinseca, extrinseca,(las 3 o 9 otras ).

Dudo mucho que alguien no tenga motivación, aunque sea por una nota, o por lucirse en la tarima, o porque no se noten esos nervios...

Eso ,¡hay que educarlo también como docentes en el aula¡. Creando situaciones donde el alumn@ se enfrente a si mismo.

NO SÓLO EXPONIENDO..O SI USAMOS ESTE RECURSO..EXPLOTARLO AL MÁXIMO, EN POS DE PROCESOS DESAPEGADOS DE PRODUCTOS, EN MOMENTOS DEL trascurso de la misma.Sin tanta evaluación y más METAEVALUACIÓN.

Quizás cada exposición pueda ser una chica- un chico, ...¡en sÍ ESlo que ES¡ ,UNA CONQUISTA DE UNO MISMO Y LOS DEMÁS.A TODOS LOS NIVELES..MULTINIVELADA..QUE INCLUÍRIA :

LA AUTOCONQUISTA, Y DEMAS AUTOS (dominio, control, nomía...etc).

Gracias por OSAR

Un osadabrazo

Anónimo dijo...

Felicidades David por el post y la exposición donde creí verte a por todas o por lo menos a por las que fueran posibles.

Personalmente, me gustó la elegancia con que me trataste cuando te interrumpí al oirte hacer una pregunta que viniendo de ti, no interprete como retórica.

Un abrazo

Paloma

Carmen dijo...

Ejem ejem… Alejandro… ¿cómo no te he comentado lo de la gráfica? Verás… la hoja de la gráfica tiene una anotación al margen; anotación odiosa (ah, no, que no tenemos que hacer juicios de valor; entonces… ¡odiosa!) que me recuerda ese día de clase. Si te la hubiera comentado antes, mientras lo hubiera hecho mi cabeza habría dado vueltas a la anotación (sin decirlo), atendiendo a dos procesos simultáneos de pensamiento y de elaboración del comentario y, como la atención sólo es una, habría ido alternando la gráfica con el comentario marginal y no tengo ni idea de lo que habría salido.

Ahora me puedo permitir otra cosa según escribo esto: ir dudando de cómo reaccionarás cuando conozcas la anotación junto a la gráfica mientras me cuestiono si estas cosas son de las que se cuentan o no. Aún así sigo escribiendo recordando que aquél día de clase mientras explicabas lo de las transiciones mediante un ejemplo de boda, (ya sé, ya, que era un Mcguffin pero ahí estaba el ejemplito), un compañero se permitió un comentario en voz alta de lo + machista. Bueno. Entonces tú (me sigo cuestionando si es una buena idea dejar asomar la anotación marginal pero, por lo que veo, sigo), al hilo del comentario, y con hilarante jocosidad, (me la estoy liando por seguir), metiste + el dedo en la llaga hablando de no sé qué camiseta que te regalaron o compraste en algún país centroeuropeo (creo que dijiste ¿Holanda?), en la que de alguna manera se explicitaba ese interés de las féminas por casarse ¡y tan contento te quedaste con el comentario! Entonces, junto a mi gráfica (¿se caerá el cielo sobre mi cabeza en este instante?, no tiene pinta), anoté: ¿y este cavernícola por qué no volverá a su cueva? (sigo aquí, sin aplastamiento. Parece que lo del metaprendizaje funciona ¿o era metacomunicación?). Entonces, por aquello de ser una “alumna aplicada” jeje, pensé: la clase ha ido bien, el proceso de aprendizaje también, este profe parece diferente, no juzgues por un comentario (al cavernícola :), todavía hay chicas que tienen en su vida esa finalidad (¿?), pero…, no de mi entorno desde luego, lo dice un profesor desde su posición de privilegio en el aula, cualquiera de mis amigas lo habría ubicado ya en el cajón de los innombrables y yo… tengo ese cajón con copete, ya no puedo ni cerrarlo,… vamos a darle otra oportunidad (madre mía que estarás pensando en este momento: “¿yo dije eso? Ja, ¿sí! Ja, no lo recuerdo” no me extrañaría que no quisieras recordarlo pero… ahí estás, en la anotación marginal ;)

Mientras escribo atendiendo al recuerdo desde mi memoria, pensando en qué pensarás tú a tu vez, ¿qué piensas?, en qué pienso yo ahora: anécdota para unas risas… ¿de un cavernícola?, no lo creo; en cómo lo leerá David desde su espacio invadido ¿sin permiso? (creo que has dejado la puerta abierta ¿no? David), en cómo me odiarán tus adept@s por hacer semejante comentario sacado de contexto y qué pensamientos les generará,… mientras colaboramos todos haciendo esto: ¿nos metacomunicamos?

¿Qué, Alejandro, te comento alguna otra cosilla o dosificamos las anotaciones marginales? ;)

¡Ah!, claro, abierta a las anotaciones en mi margen pero… ¡lo mismo se os cae el cielo encima! :)

Un beso, cavernícola.
Carmen

Gloria Nogueiras Redondo dijo...

Unas sesiones antes, misma asignatura, creo que sentada en la misma silla que la que tú ocupabas mientras mirabas por la ventana. Yo también miro por la ventana, al jardín... necesito evadirme de verdad. No es solo la clase que estoicamente estamos llevando, no es sólo la carencia de sentido que le encuentro al estar ahí (pero estoy), no es sólo el sentimiento de que hay decenas de cosas mejores que podría estar haciendo... Es, por un lado, una frustración general que este contexto me remueve: un día largo, como los últimos, salgo de casa y, al volver, la aguja grande del reloj ha pasado, más que de sobra, dos veces por el mismo punto... cena, ducha, asuntos personales mal atendidos, necesidades de expansión mal encaradas, frustración de nuevo, y yo... allí sentada. Es, por otro, un estímulo que tengo cerca de mí (dejando de lado el murmullo de fondo de quien tiene la palabra en ese momento) y que me enerva: no sé si es que estoy especialmente susceptible... ¿estoy sacando las cosas de quicio? ¿estoy encontrando los límites de mi paciencia? (que, objetivamente, no parece ser mucha y me deja a la altura del betún).

Paro: no puedo dejar que esto me consuma. Saco un folio y empiezo a escribir como una posesa, quizá luego no entienda mi letra, pero probablemente no lo necesite, lo uso como catarsis, como liberación, como expansión... creo que en el fondo pretendo controlar un estado de ánimo que no me está gustando nada.

De repente, vuelvo, y me doy cuenta: el estímulo (sobre el que también estoy escribiendo, cómo no) me vigila muy de cerca (¡no puede ser!), pero yo me giro aún más hacia la ventana, me abstraigo y, con un fondo verde frente a los ojos intento pensar que no estoy allí o que, aunque estoy allí, puedo usar mi tiempo de una manera que me satisfaga.

Al poco, empiezo a sentirme algo mejor. ¿No me quejo de que no tengo momentos en los que hacer cosas que realmente me apetecen? ¿no será que no he sabido utilizar las oportunidades que, vestidas de oscuro, se me presentaban?

Alejandro dijo...

Hola Carmenchu, Carmen, Gloria y David por supuesto.

Creo que tenéis que hacer un acto ritual subversivo. Un acto simbólico con el que expreséis como os sentís. No sé, ir todos los que lo vivís así con una camisa especial. Plantearlo abiertamente y discutirlo (eso probablemente sea más complicado). Por eso hacer algo simbólico sea más llevadero. Me entristece leer sobre una experiencia como ésa, sobre todo teniendo en cuenta vuestro gran potencial.

Desde luego, me alegro de que ya no reaccionéis y que empecéis a autodirigiros, incluso en situación tan adversa. Aunque no controles el plato que te tienes que comer, sí controlas el ritmo de las cucharadas, o la cantidad que pones, o lo que imaginas que sabe, o huele (como ciertos juicios ;)

Un día os voy a acompañar a clase, de espectador. En Psicología, en la clase de Procesos Psicológicos y Adicciones, una vez se planteó un motín. Y no fue porque fuera aburrido, sino porque algunos acabábamos de leer a Antonio Escohotado, estábamos a favor de la legalización de las drogas, y pensábamos que el profesor era un defensor de todo lo contrario, con el mensaje de que "las drogas son malas". Menuda se armó, y fue de lo más interesante. Al profesor le tenemos mucho cariño, ja... aunque yo me quedé sin matrícula de honor, ja...

Creo que en clases como esta falta contacto, y eso se nota. Una lástima.

Y Carmen, ¿cómo me voy a molestar por lo de cavernícola? Estoy seguro que las anotaciones marginales son muy interesantes, mira si no las anotaciones marginales de David, Gloria y Carmenchu.

Lo mío fue una broma provocadora, que desde luego me colocó como un cavernícola. No hablaba "ex catedra" en ningún momento. Puede que no calibre bien a veces la influencia de algunos comentarios. A veces sí, y los uso a propósito. Ése no fue el caso, era una mera broma. Pero lo que puede ser una broma para mi se puede tomar muy en serio por otros. Lo tendré en cuenta.

Y sigo pensando que es una camiseta muy chula. Me la regaló mi amigo Víctor, de manera muy jocosa.

Se despide "el cavernícola"

Ah... prefiero ser un cavernícola, o cualquier otro personaje, que un adormecedor de mentes brillantes.

Alejandro dijo...

Ay Perdona Paloma, que se me olvidó incluirte en las alusiones previas, y sobre todo en lo de mente brillante.

lo de anónimo me confundió un poco

(sigo con mi sugerencia de acto simbólico-poético subversivo)

Carmen dijo...

Despistes y franquezas
Salvo excepciones

En la sala repleta circuló un aire helado cuando don Luciano, con todo el peso de su prestigio y de su insobornable capacidad de juicio, al promediar su conferencia tomó aliento para decir: “Como siempre, quiero ser franco con ustedes. En este país, y salvo excepciones, mi profesión está en manos de oportunistas, de frívolos, de ineptos, de venales.”

A la mañana siguiente, su secretaria le telefoneó a las ocho: “Don Luciano, lamento molestarlo tan temprano, pero acaban de avisarme que, frente a su casa, hay como quinientas personas esperándolo.” “¿Ah, sí?”, dijo el profesor, de buen ánimo. “¿Y qué quieren?” “Según dicen, se proponen expresarle su saludo y su admiración.” “Pero ¿quiénes son?” “No lo sé con certeza, don Luciano. Ellos dicen que son las excepciones.”

Cuento de Mario Benedetti

x dijo...

Hola a tod@s:

¿ Quién me presta el dinero para la camiseta?..

¡Estoy sin blanca¡
¿ demasiadas fotocopias ?...

¡ Voy a pedirselo al profe que hace que siga creando, escribiendo¡

Me recuerda al pinche tirano de Carlos Castaneda.

¡ D'ont worry be happy¡

" El TALENTO NI SE CREA NI SE DESTRUYE SOLO SE TRASFORMA ".

¿ Creamos esa camiseta ?¿ en la clase de ellos ?..

Yo llevo las pinturas de pintar sobre tela...

Pd:¡ VOY A REGALARLE LA CAMISETA A ESE PROFE...¡

leonor dijo...

David
Leyendo rápidamente toda esta secuencia, creo que has contribuido, y bastante, en haber "perdido el tiempo en escribir este post" pues mira cuánto has generado....
Pero claro es un pena que suceda esto en una secuencia de clases y de personas....Tal vez, es lo que fuerce a muchos a buscar sentido, relevancia....
Me recuerda uno de mis principios de procedimiento: tiempo de clase, tiempo de aprendizaje....
Y me hicieron pensar cuando ante situaciones poco retadoras intentan hallar algún sentido... Bueno no se me ocurría lo de las camisestas... ni lo de asistir a la clase... pero qué tal en las sesiones....
Sin duda, David nos has dada mucho que pensar... y ahora mismo no puedo añadir nada más, pero lo de la transferencia y el análisis que haces creo que sería una buena matrícula en esa asignatura.... estará contemplado...