27/3/13

¿Quieres "phrasal verbs"? (ii)

Las clases de inglés en el British Council han continuado este segundo cuatrimestre, y yo acudiendo a ellas. Hemos seguido avanzando por el temario y, consecuentemente según la planificación, realizando exámenes sobre gramática y vocabulario y también de escuchar.

Sobre los primeros, los que se refieren a la gramática y al vocabulario trabajado durante los dos temas previos al examen, ya escribí un post que titulé "¿Quieres phrasal verbs?" en honor a la pregunta que escuché hacerse a uno de mis compañeros a la salida de un examen, algo ofuscado por la diferencia entre lo que él esperaba encontrarse en el examen y lo que finalmente se encontró, aunque dudo si tal ofuscación no vendría en realidad por que esa diferencia se tradujo finalmente en una calificación un tanto baja, que tampoco se esperaba.

En el mencionado post hablaba sobre algunas dudas que me generan los exámenes en general y en particular el tipo de examen que nos proponen en el British Council para evaluar nuestros aprendizajes, o conocimientos, o algo, que hayamos hecho en relación a los dos temas que precedan al examen en cuestión. La principal cuestión que traté de esbozar es que me parece que esos exámenes no miden realmente lo que pretenden medir, o quizás es que tampoco se tiene muy claro qué se pretende medir con ellos, aunque sí el hecho de que hay que medir algo. Creo que es conveniente que recuerde que estos exámenes se componen de frases que contienen un espacio en blanco, el cual hay que completar con una de las tres opciones que se proporcionan en el propio examen.

Estoy prácticamente seguro de que alguien con un buen domino de la lengua inglesa contestaría las respuestas correctas sin mucho problema. A pesar de ello, los exámenes me siguen generando dudas. Y esas dudas se refieren a dos cosas. Por una parte está el tema del propósito del examen; sin ahondar en el por qué, no tengo claro para qué se hacen, su utilidad. En realidad creo ver dos utilidades: por un lado, la de obtener una nota numérica por parte de los responsables del curso, que se añadirá al expediente del alumno para poder dar así la sensación de progreso y también poder decidir al final de curso si los resultados han sido satisfactorios, si sirven para pasar de curso, etc. La otra utilidad que les supongo a estos exámenes es la de ayudar al propio proceso de aprendizaje, es decir, una utilidad más enfocada en el alumno que en el completar con números las hojas cuadriculadas del expediente del propio alumno.

Volviendo a las dos dudas que comentaba, la segunda que se me plantea ante estos exámenes nace directamente de esa segunda utilidad que les supongo y que acabo de comentar en el párrafo anterior. Una vez podemos decir que una de las utilidades del examen es ayudar al alumno en su proceso de aprendizaje, estamos en disposición de preguntarnos si realmente les ayuda, cómo les ayuda, si lo hace mucho o poco, y, lo más importante y creo que definitivo, si les ayuda a aprender lo que se pretende que aprendan, u otra cosa.

¿Estoy planteando que, aunque más o menos los exámenes cumplan con su función burocrática de generar calificaciones y facilitar una idea de progresión del alumno, puede que provoquen aprendizajes de un tipo del que no se pretendían o sobre algo que no se pretendía? Eso es, y más aún. También me planteo si esos otros tipos de aprendizaje no previstos a los que dan lugar los exámenes no entrarán en conflicto con esos otros sí previstos, de forma que los que no preveíamos primen sobre que sí preveíamos, haciendo de todo esto un teatro de sombras chinescas.

- El profesor de física dijo que sólo permitiría llevar una hoja con fórmulas al examen. El oftalmólogo de este alumno le está tan agradecido como asombrados los creadores de Tetris. Imagen tomada de: http://imgur.com/tGwyhzs -

Hablar en términos generales sobre los exámenes y sus propósitos es algo complicado y también poco preciso para entender qué sucede en cada caso particular. 

Se me ocurre un paralelismo entre el hacer exámenes y jugar a videojuegos. En los albores de mi relación con la investigación en el tema de los videojuegos y el aprendizaje, bromeaba con mis compañeros diciéndoles que siempre se aprende algo al jugar a los videojuegos, y que consiste es eso mismo, es decir, que se aprende a jugar al videojuego con el que se practique; luego les decía que mis intenciones eran ver qué había más allá, averiguar para qué serviría ese aprendizaje, bla, bla, bla. Quizás esto de los exámenes sea algo parecido, aunque habría que matizar. Tomemos por caso un estudiante universitario del primer o del segundo curso de grado, alguien que haya pasado seis años en un instituto de educación secundaria a unas 10 asignaturas por curso, con sus correspondientes exámenes finales de evaluación, más los parciales, más el examen de acceso a la universidad. Podríamos hacernos una idea aproximada de la cantidad de exámenes y preguntas a los que ese alumno se ha enfrentado y al aprendizaje que de ahí puede haberse generado.

A quienes dicen que las asignaturas están desconectadas entre sí, que no guardan relación, que no hay líneas comunes, que lo que se aprende en una no sirve para otra, que no se integran, etc. siento tener que decirles que están equivocados, y sugerirles que atiendan a este instrumento, entre burocrático y de aprendizaje, que es el examen, y a la relación que se establece, año tras año, asignatura tras asignatura, aprobado tras aprobado, entre el alumno y él.

Saber hacer exámenes es en sí mismo el resultado de un aprendizaje. Ahora bien, es absolutamente necesario distinguir entre saber hacer un examen y saber sobre lo que ese examen pregunte. Quizás también, por qué no, los profesores hayan desarrollado un aprendizaje que les haya llevado a confundir esas dos cosas. Distinguir entre ello es necesario si nos interesa saber, por ejemplo, sí un tipo de aprendizaje está interfiriendo en el otro. Un profesor podrá llegar a ser excelente sin cuestionarse ni por asomo los exámenes -esos compendios de limitaciones artificiales y arbitrarias desvinculadas por completo de los aprendizajes a examinar-, al igual que un alumno si se convierte en un buen realizador de exámenes, aunque su interés por lo examinado encuentre su repentino final según entrega la hoja de examen al profesor.

Volviendo a los casos particulares y a los alumnos realmente duchos con los exámenes, me gustaría comentar un caso que presencié la semana pasada en una de mis clases de inglés en el British Council. Fue un día en que tuvimos un examen sobre gramática y vocabulario. La profesora, una vez hemos acabado de hacer el examen, y por fortuna para nosotros, nos ofrece un momento donde corregirlo (es cosa fácil, gracias al sistema de limitar las respuestas a tres) y donde indagar en algunas de las preguntas que hayan sido más difíciles o en cualquier otra sobre la que tengamos dudas.

De esta manera, al preguntar que cómo sabíamos que una determinada respuesta era la correcta para la oración que ella estaba señalando, un compañero se apresuró a apuntar que la solución se encontraba en la propia oración, en concreto en el tiempo verbal en que continuaba la oración tras el espacio en blanco. La profesora le miró como si no entendiera lo que decía.

Aunque el lenguaje de mi compañero había sido claro, la profesora y él no estaban hablando sobre lo mismo. Ella se refería al significado de la oración, al contexto donde se podría plantear y desde el cuál nosotros, una vez entendido, podríamos decidir la forma gramatical correcta para expresar lo que se pretende expresar. Sin embargo, mi compañero, aún sabiendo cuál era la respuesta correcta, lo que hizo con su intervención fue dejar constancia de la estrategia que él había seguido para elegir la respuesta correcta.

Creo que al final no llegaron a entenderse el uno al otro. El alumno, por qué la profesora puso cara de extrañamiento cuando él expresó su estrategia. Y la profesora, por qué el alumno se refería a un componente la frase, cuando lo que ella esperaba escuchar era el significado de esa oración y el contexto en el que utilizarla.

- ¿Cuándo llegaron los Padres peregrinos a Plymouth Rock?
- 1620.
 - Como puede ver, he memorizado este hecho absolutamente inútil lo suficiente como para pasar esta pregunta tipo test. Ahora pretendo olvidarlo para siempre. Usted no me ha enseñado nada, excepto cómo manipular cínicamente el sistema. Felicitaciones.
- Ellos dicen que la satisfacción de enseñar compensa el pésimo sueldo.
- Calvin, teniendo un detalle con su profesor -

En definitiva, el anterior me pareció un momento donde quedó en evidencia que los exámenes sí enseñan, ahora bien, habría que preguntarse el qué.

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